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Ana Cortés: una pincelada por la historia de la primera Premio Nacional de Arte en Chile BRAGA Dibam

Ana Cortés: una pincelada por la historia de la primera Premio Nacional de Arte en Chile

Kathy Molina
Por : Kathy Molina Periodista de El Mostrador
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La pintora fue un referente en la incorporación de la mujer al mundo artístico y académico, siendo la docente inaugural de la Escuela de Bellas Artes y la primera en ser designada Miembro Académico de la Universidad de Chile.


La destacada artista del siglo XX dejó un legado invaluable en el país. Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de Ana Cortés, quien enriqueció el panorama del arte nacional con su extensa trayectoria, marcada por una versatilidad temática y estilística.

Ana Emma del Rosario Cortés Jullian fue una pintora chilena perteneciente a la generación de 1928 y al grupo Montparnasse: un colectivo artístico nacional influenciado por el postimpresionismo europeo y especialmente por el fauvismo.

Nacida en Santiago el 24 de agosto de 1895, Cortés pasó gran parte de su infancia en París debido a la ascendencia francesa de su madre. Al regresar a Chile en 1919, ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde comenzó a forjar su camino en el mundo del arte.

En 1925 regresó a París para estudiar en la prestigiosa Academia Grand Chaumiere. Sola y con escasos recursos financieros, emprendió nuevamente su formación en Europa. Durante su estancia, se sumergió en el ambiente artístico parisino y exploró diversas corrientes, especialmente el cubismo francés, profundizando en el estudio de la estructura y la descomposición de las formas en la pintura. 

Durante tres años pudo recorrer museos destacados en Italia, Suiza, Bélgica, Holanda, Francia y España. La experiencia e historia adquirida durante su estadía en cada país le permitió empaparse de la vanguardia cultural, enriqueciendo su visión artística y quehacer pictórico a lo largo de su vida. 

“La Grande Chaumière”, realizada por la autora en 1926, ilustra su etapa formativa y su libertad curricular, la cual le posibilitó experimentar con nuevas técnicas y enfoques en un entorno de interacción con artistas de todo el mundo. Esta obra es un ejemplo de la práctica de pintar del natural que se llevaba a cabo en el taller de Lhote, en La Grande Chaumière, donde Cortés asistió como alumna. Esta técnica, basada en los principios del cubismo sintético, tenía como objetivo conservar los elementos naturales sin perder la interpretación artística.

La Grande Chaumiére,1926. Óleo sobre tela 32,5 x 40 cm. Colección Bernardita Mandiola.

Nuevamente en 1928 regresó a Chile y se unió a la Escuela de Bellas Artes. En ese mismo año, participó en una exposición destacada en el Salón de 1928, junto a otros artistas europeos formados, marcando un hito en la historia del arte chileno al exhibir las tendencias innovadoras que influían en las nuevas generaciones. Simultáneamente, asumió responsabilidades en la Biblioteca de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

Cortés se destacó como pionera en la integración de la mujer en el ámbito académico. Fue la primera profesora tanto en la Escuela de Bellas Artes como en la Escuela de Artes Aplicadas (1930),  dedicando más de tres décadas a la enseñanza, especialmente en el campo de la gráfica y el afiche. Además, en 1960 se convirtió en la primera mujer en ser designada Miembro Académico de la Universidad de Chile.

La pintora y académica emprendió viajes a Europa en 1937-1938 y nuevamente en 1950, con el propósito de continuar perfeccionando su arte. Así, su extenso cuerpo de obra abarcó diversas temáticas y estilos pictóricos, desde la representación de flores, naturalezas muertas, paisajes y retratos, hasta incursiones en la abstracción.

Finalmente, su destacada trayectoria le valió el reconocimiento con el Premio Nacional de Arte en 1974, siendo la primera mujer en recibir esta distinción.  

Dejando en segundo plano sus otros intereses en la música y la literatura, Ana Cortés Jullian resumió su pasión como “la razón de mi vida. Todo me puede faltar, menos la cajita de pinturas al lado mío”. 

Cortés falleció el 5 de enero de 1998, a la edad de 103 años.

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