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Editoras de género: un rol clave en la participación política equitativa pero invisible BRAGA

Editoras de género: un rol clave en la participación política equitativa pero invisible

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Andrea Ortega Carreño
Por : Andrea Ortega Carreño Communications Consultant Instituto de Investigaciones Feministas - INSTIFEM
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El cargo que nació en 2017 con la cuarta ola feminista parece desvanecerse con los años y el backlash actual. Sin embargo, es una posición única en los medios para eliminar los sesgos y los estereotipos que se perpetúan cada día en las noticias y que alejan a las mujeres de la política.


Editora o editor de género es para muchos un cargo desconocido. Pese a que existe desde hace seis años, muy pocos medios cuentan con una persona dedicada solo a esto. Quienes lo hacen dicen que es un trabajo invisible, que cada día se vuelve más precario y desapercibido. Y, aunque es un lugar desde donde se pueden revertir los sesgos machistas de las noticias y así, ayudar a potenciar la participación femenina en sectores como la política, la falta de herramientas para demostrar su impacto atenta contra su trabajo.

Las mayores disparidades de género dentro del periodismo están en las noticias políticas. En 2015, la presencia promedio de mujeres como foco central en la política estaba apenas en un 7%, según el estudio Who Makes the News?, cifra que no ha cambiado significativamente en los últimos nueve años.

Los estudios demuestran que desde que las mujeres comenzaron a participar en política –hace un poco más de 100 años– su poder político es y sigue siendo muy limitado. Tanto es así, que el empoderamiento político es, consistentemente, el área con mayores brechas de equidad de género en los índices globales de género desarrollados por el Foro Económico Mundial.

Sin embargo, los medios juegan un rol clave. El estudio “Las mujeres y los medios de comunicación” afirma que los medios de comunicación son referentes para la construcción de identidades y que crean ideología, en tanto las noticias pasan a ser una forma mediada de interacción social. Por esta razón, tienen un impacto en la percepción de los votantes, lo que afecta directamente a a las mujeres en política.

Todo parte desde la visibilidad que se le otorga a las mujeres en las noticias políticas, pero no solo a nivel cuantitativo, sino también cualitativo. A través de una revisión de literatura, entrevistas a editoras de género y un posterior análisis crítico del discurso, se pudo comprobar las diferencias que existen al cubrir hombres y mujeres en las noticias políticas.

En la mayoría de los medios, a las mujeres se les sigue retratando dentro de este sector con un énfasis en sus características físicas y un trato más familiar que a los hombres. Uno de los casos más evidentes fueron las elecciones de 2016 en Estados Unidos, cuando los medios hablaban de Hillary versus Trump, no de Rodham Clinton versus Trump o Hillary versus Donald. En casos más recientes, se puede constatar con la ex Primer Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, o la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, incluso.

Los efectos de estos sesgos son claros: La Red Internacional de Mujeres en Política dice que alcanzar la equidad en este sector tomaría entre 41 y 128 años. Por esta razón, lograr que los medios transmitan noticias políticas con mayor equidad de género es crucial para fortalecer incluso el ejercicio democrático. Aquí es donde las editoras de género tienen un aporte clave.

Un estudio comparativo de noticias de medios con y sin editoras de género permitió demostrar las disparidades en la forma de cubrir noticias del sector político que incluyen mujeres. Tomando casos de Estados Unidos y España se puedo ver cómo desde la equidad en las fuentes seleccionadas y las adjetivaciones hasta las fotografías, la cobertura de estas noticias varía radicalmente cuando hay en los medios un o una editora de género.

En las noticias escritas por medios con editoras de género se contó un mayor número y diversidad de fuentes, perspectivas y características de liderazgo de las políticas, independiente de su partido. Mientras, en las noticias escritas por medios sin perspectiva destacó la falta de mujeres como fuentes expertas y una simplificación en la forma de perfilar a las mujeres como políticas. Se les mostraba una sola dimensión y en algunos casos, en medios de líneas más conservadores, se buscaba siempre enlazar el liderazgo político de las mujeres bajo el apoyo o dirección de algún hombre de su mismo partido.

Con el pasar de los años y la crisis de los medios, los equipos de género se han reducido. Sus tareas son diversas e inabarcables para una sola persona, que es lo común en muchos diarios de América Latina y España. Desde editar titulares y asegurar un número equitativo de hombres y mujeres en las columnas de opinión, hasta ayudar a incluir la perspectiva de género en noticias sobre violencia sexual y basada en género, resulta imposible cubrir las más de 500 noticias, que a veces un medio produce a diario.

El problema es que no existen mediciones sobre la perspectiva de género en las noticias y mucho menos de su impacto. Esto es lo que atenta contra un rol que sufre el mismo backlash que el feminismo hoy en día. Por eso, el objetivo de estas investigaciones fue visibilizar la labor de las editoras de género y dar cuenta de su impacto con casos concretos de la política. El escenario no es prometedor, la literatura indica que en el mejor de los casos tomará más de 67 años cerrar la brecha promedio de igualdad de género en medios tradicionales, esto es que exista equidad en todas las áreas –desde el número de editoras hasta los expertos consultados y apariciones en noticias. Aunque, cerrar las brechas no es suficiente si el periodismo no integra la perspectiva de género y mejora su calidad.

Así, la mayor paradoja de este rol, es que para las editoras de género su meta es que su cargo deje de ser necesario, aunque para eso será necesario que la perspectiva de género se integre de forma transversal en la formación periodística y profesional dentro de los medios de comunicación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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