Publicidad

Editus y Congreso en recital

Editus, el conjunto de a mixtura sublime de jazz, new age, música clásica y sonoridades de América Latina que como antecedente tiene un buen recorrido junto a Rubén Blades, actuará con Congreso el viernes 5 de octubre.


Entre los músicos locales cancheo se usa para hablar de esos trabajos esporádicos, pagados y que no necesariamente corresponden a sus aficiones artísticas. Quien sabe que querrá decir cancheo en Costa Rica, pero Edín Solís, el guitarrista de Editus, sonríe cuando recuerda el «cancheo» del grupo en Chile como animadores de la boda de Marcelo Ríos.




«Si le preguntas a muchos músicos si han participado en un evento así te van a decir que sí, pero nuestras aspiraciones no van precisamente por ese camino. Nos llamaron, nos contrataron y fuimos. Hicimos lo que tuvimos que hacer y regresamos
al día siguiente. Para mí fue un evento más», recuerda de la fiesta del tenista.



En todo caso Charly Parker también tocó en eventos sociales, son sólo anécdotas de los profesionales. Y sin el ánimo de ofender a nadie la carrera de Editus se eleva a otras altitudes, aproximándose a a esa mezcolanza sólida y única entre jazz, los colores latinoamericanos y algo de la nueva era.



Además, no por casualidad este trío costarricense se cruzó en el destino de Rubén Blades, quien después de oírlos los llamó a alinearse en sus huestes musicales y como no, aceptaron.



Pronto vendrán a Chile pero no a un cancheo, sino que a comunicar el mensaje de la tribu latinoamericana que predican los habilitados para comer del corazón latinoamericano y traducirlo al subjetivo lenguaje musical.



Por supuesto que pertenecen a las expresiones independentistas, con un sexteto de discos a su haber: Ilusiones (1994), Siempre (1995), que reversiona el Concierto de Aranjuez y Alfonsina y el mar, Inéditus (1996), Dibujando Memorias, Calle del Viento, que marca el encuentro con Rubén Blades y fruto de éste nació Tiempos.




Editus, que en latín significa elevado o sublime, nació en 1990 por iniciativa de Ricardo Ramírez, Edín Solís y Carlos Vargas «tapado». A Congreso lo conocieron en el Festival de las Artes de Costa Rica y desde ahí les siguien la pista. Aunque nunca han tocado juntos, lo harán cuando compartan un tema del último disco, De cada uno en el recital del Teatro Oriente.



«Tenemos muchos puntos en común con ellos. Hay una química interesante entre Editus y Congreso que podría explotarse», contó Solís.



– ¿A qué te refieres con que tienen algo similar?



– Hay una tendencia en el ámbito mundial de fusionar géneros. En el caso de Congreso, ellos tienen una identidad muy clara. Sentimos una gran cercanía por la música de Sudamérica: usamos en el ensamble de percusión bombo leguero, cajón peruano y esto fusionado con jazz, música clásica y de la nueva era.



– La simbiosis de elementos no es tan novedosa en América Latina.



– Claro. Toma elementos diferentes en cada país. Ya no es nada nuevo que los grupos fusionen, es natural, pero ahora se acentúan ciertos aspectos regionales. Lo interesante es cómo esas mezclas tienen matices diferentes en cada país. De ese principio partimos.



La formación de conservatorio de los integrantes y el sello de puente cultural que tiene Costa Rica han hecho de Editus un grupo recolector de sonidos del norte, del Caribe y del sur de América.



– ¿En qué ves la identidad de Latinoamérica hoy?



– Los grupos latinos están haciendo cosas cada vez más atrevidas. Están expandiendo nuevas sonoridades y ritmos. Hay mayor contacto y conocimiento de lo que se hace. Hay más discos circulando. Internet ha permitido tener más conocimiento de otras tendencias. Los Latinoamericanos estamos expuestos a otras cosas, la mezcla se ha encaminado hacia otros rumbos, usando elementos que antes no se usaban.




– ¿Cómo cuáles?



– El último disco que hemos trabajado al lado de Rubén (Blades) ejemplifica lo que están haciendo otros artistas de este continente, que es tomar elementos de música celta e hindú. Antes eso no se consideraba parte de la tradición latinoamericana y ahora lo hacemos de una manera muy natural.



– ¿Crees que hoy se da menos la tendencia a reproducir modelos, como fue con el rock anglosajón?



– Los músicos estamos muy abiertos a explorar pero cada vez menos a copiar, sino que a crear temas originales, fusionando muchas cosas. El público ha evolucionado y recibe ese estímulo.



– En 1999 recibieron el premio Grammy al mejor grupo pop Latino del año ¿Son realmente poperos?



– No para nada, tampoco Rubén. No creo que en los Grammy haya clasificaciones para trabajos como estos. La gente fusiona tanto, que no sé qué nombre se le podría dar a cada mezcla. La historia lo encontrará.



– ¿Qué piensas de la música «latina»?



– Hay una mentalidad muy estrecha en relación con ella. Gran parte de los gringos piensan que Latinoamérica, de México hacia abajo es un sólo país. Hace poco, por ejemplo, compartimos con Illapu y con Claudia Acuña en Nueva York y nos parecen trabajos tremendamente valiosos que por una cuestión de distribución no llegan. Los patrones del público de Estados Unidos son que música latina es Enrique Iglesias y Ricky Martin. Hay un desconocimiento casi absoluto de lo que se está haciendo.




– ¿Es irónico que existan tantas posibilidades para difundir junto a una gran faramalla tecnológica y que no se difunda nada?



– Sí, lo es. Yo ubicaría esto como un período de transición. Tengo la esperanza que se llegue a democratizar de alguna manera la Internet, que sea más asequible y que las grandes disqueras tengan que ceder.



¿En Costa Rica también tienen problemas con la piratería?



– Se ha desarrollado muy fuerte el trabajo independiente. Hemos producido seis discos. Eso nos da mayor flexibilidad. En Costa Rica alrededor de 15 grupos están haciendo trabajos en forma independiente.



No son precisamente comerciales



Editus pertenece a la cofradía de músicos con vocación social asociados a los grupos de Derechos Humanos, festivales por la paz, al igual que en Panamá Danilo Pérez, en Argentina León Gieco y el Puerto Rico Andy Montañez. Pero ellos, además, de llevar la solidaridad a flor de piel en recitales de Unicef, como Tengo un Sueño por los Derechos de los Niños y las Niñas, han estremecido a los selectos auditores del empinado Carnegie Hall de New York, el Olympia de París, el Festival de Jazz de Montreaux y a los jazzistas del Festival de Monterrey.



«Nuestra música es amplia. Al no tener texto no la circunscribe a un movimiento político. Sí nos sentimos identificados, como ciudadanos y artistas con los movimientos de Derechos Humanos. Por eso hemos estado con León Gieco y cuatro años con Rubén Blades. Ellos no son precisamente comerciales».




– ¿Qué significa para ustedes el trabajo con Rubén Blades?



– A ese proyecto le hemos dedicado toda nuestra atención y cariño. Es un trabajo rico. Rubén es brillante, tiene muy claro lo que quiere hacer, tiene posiciones en la música y planteamientos con los que nos identificamos plenamente. Trabajar a su lado ha sido tremendo. El haber viajado con él nos dio mayor exposición, nos nutrió mucho. En el disco Tiempo hay sonidos muy latinoamericanos, se aleja de lo afro caribe en que había trabajado para irse más hacia el sur.



Mundo, el disco que viene, ¿cómo es?



– Es un reto mayor. Fue aproximarnos a otras épocas y otras latitudes y fusionarlo con ritmos latinos.



-¿Mundo está alimentado de la mirada global?



– Hay tres ideas básicas. Se parte de la genética, estableciendo que todos los seres humanos somos lo mismo. Entonces, no tiene ningún sentido discriminar ni por religión ni por cultura. Se establece que no tienen sentido las fronteras y tampoco el orden mundial actual. Además, a través de la mezcla de músicas hay una relación directa con Irlanda y América o con la India, España y América y cómo todo el mundo árabe llegó a nosotros. El mundo es uno solo y debiéramos considerarnos iguales.



-¿Eso le significa a los músicos aprender un poco más de las distintas expresiones y de las diversas etnias?



– Es un trabajo que nos tomó dos años. No te digo de investigación exhaustiva, es algo muy natural en nosotros, siempre estamos mezclando tendencias y no es que hayamos conocido recién a la India. Llevamos eso de hace mucho tiempo atrás. Pero el tentarse a fusionar la gaita con el wawanko y para que quede bien, nos ha tomado tiempo.



___________
Vea además:



Congreso lanza nuevo disco»

Publicidad

Tendencias