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Marcelo Aedo debuta como solista

Marcelo Aedo debutó en el grupo Abril, siguió junto a Eduardo Gatti, Pablo Herrera, Isabel y Angel Parra, Gervasio, Schwenke & Nilo, Andreas Bodenhoffer, pero de pronto sintió la urgencia de decir lo suyo. Así lo hizo en Polosur Celeste y lo repetirá en el recital del martes 2 de octubre en la Escuela Moderna. [Escuche tema y vea video]


El bajista Marcelo Aedo estaba a miles de pies de altura, muy cómodo sin el cinturón de seguridad, en el mullido asiento de un avión, cuando encendió la radio y escuchó que transmitían ni más ni menos que sus creaciones, las que registró en Polosur Celeste.



Y siguió mirando las bandadas de aves pasar por debajo de su cabeza, tranquilito, mucho más relajado que en aquellos severos años ochenta, cuando integraba el grupo Abril o compartía la escena con Eduardo Gatti, Pablo Herrera, Isabel y Angel Parra, Gervasio, Schwenke & Nilo, Andreas Bodenhoffer.



Fue criado en las aulas de la Pontificia Universidad Católica y actualmente ejerce labores académicas en la escuela de las artes de la música popular de la Sociedad del derecho de autor.




Anduvo un buen trecho en las rutas musicales de Javiera Parra, Nicole y Alberto Plaza. En el jazz fusión estuvo con Antonio Restucci, Kameréctrica, Roberto Lecaros, los Hermanos Sylleros, Alejandro Espinosa, Angel Parra hijo, Pato Ramírez , Jorge Caracciolli, Alberto Cumplido. Además fundó el grupo Al sur y Trifusión.



Pero se cansó de seguir las armonías ajenas y volvió a los sueños originales, esos que rumiaba en su tiempo de estudiante. Reenfocó el viaje y en su estudio dio vida a más de 50 minutos de ambientes, concretados en el registro que editó, y con el que rompí sus tradiciones de virtuoso y mero jazzistas. Polosur Celeste traslada a Aedo a otras cofradías, más próximas a las huestes de Raúl Aliaga, Sergio Tilo González, Marcos Aldana y Cristián Crisosto.



"Los bajistas siempre somos parte de una banda, como acompañamiento. Tenía ganas de hacer algo que me acercara artísticamente a mí mismo. Uno llega a la música porque le gusta y no porque quieras ser un profesional en tal materia. El profesionalismos en cierta medida te mecaniza y eso en la música no es muy bueno", contó.



La propuesta nueva de Aedo limita entre la fusión y el new age, es decir, es un jazz age, la corriente en la que se embarcó completamente acorde a estos días. Y, sin más dependencia que la de sí mismo desembarcó en las costas del Polo Sur Celeste sin ni un alma más.



"El disco lo hice en mi casa. Toqué, compuse, grabé. Fui ingeniero en sonido y quise hacerlo como un artesano. Esto viene del proyecto inicial que era tocar solo porque en el fondo el bajista siempre estaba encadenado a un grupo", precisó.



Sin piedad asumió el control total del pulso, olvidó por un tiempo la subordinación a líneas melódicas ajenas y a ensambladuras que lo reducían a la ejecución de la tercera nota de un acorde. Dijo por un tiempo «nada más de acompañamientos» y partió a buscar la identidad con la consecuente soledad. Enfiló hacia la música étnica y a esa peculiar lengua musical integradora, ¿holística?, un poco secas en el sur del mundo.




"El new age como estilo es bien vago. Más bien se ha vinculado a una forma de vida, de esperanza de futuro a un proceso de vida más que algo meramente musical".



– ¿Al new age también se le asocia a combinaciones instrumentales?
– Tiene que ver con la búsqueda de un lenguaje que te identifica. Yo viví en Alemania y cuando llegué con mi background de jazz me preguntaron qué de nuevo tenía para ofrecer. Allá están llenos de jazzistas de rock y de músicos techno. Ahí me di cuenta que es importante tener una raíz reconocible.



– ¿Cómo logras desarrollarla?
– Incorporando elementos y hacer de eso algo totalmente natural. Es lo único que nos puede llevar a perfilarnos como artistas frente a otros.



– ¿De qué manera opera el sello latino en tú música?
– No es primera vez que hago esto. Ya lo hice en Abril y el grupo del Sur. Nosotros siempre estuvimos buscando algo que nos refrescara, tanto en el uso de la armonía como en el color instrumental. Ahora no se trata de hacer música folclórica pura, esa no es mi misión. Trato de rescatar esos elementos para que cuando la gente escuche diga por lo menos «¡ah!, ese loco vive en Sudamérica».



– ¿La música que haces en Polosur Celeste tiene más llegada fuera del Chile que acá?
– El disco lo hice con la intención de refrescarme y ha tenido buena acogida en conductos que no son los tradicionales, como en la radio de programación de un vuelo chileno. Yo no tenía calculado eso. Ni sabía.



Aunque el pulso étnico todavía no produce temblores en Chile, al menos persevera el escaso grupo de exponentes, como Subhira, Alvaro Taboada y Antonio Restucci, que entre otros mantienen presencia en las producciones independientes, esas que pocas veces cuelgan en las nóminas del ranking.



"Estamos hablando de música que va más allá de lo técnico. Un trabajo con las ganas de querer producir cosas más que hacer música para entendidos. Es como un movimiento que está naciendo ahora".



– ¿Quiénes conforman las listas del movimiento?
– El Toño, el Subhira e incluso grupos como Los Tres, tratan de buscar una identidad o por lo menos lo intentan que la música suene a algo parecido a chileno. Yo pretendo que cuando la gente vaya a un concierto se encuentre con un buen viaje y que no salgan con ese típico:’uy que bien toca este bajista’. Eso lo viví durante mucho tiempo, cuando iba al club de jazz y me bajaba del escenario, se me acercaba la gente a decirme: Qué bien, y al día siguiente ni se acordaban. Eso ya no me interesa.



– ¿En qué sintonía ves a los músicos locales?
– Hace diez años, cuando existía el movimiento pop chileno, estaba muy en desmedro frente al extranjero, sobre todo por las sonoridades y la técnica. Por ejemplo, si escuchas un disco de Fito Páez del año ’87 y uno chileno, la diferencia es enorme. Hoy esas cosas se han superado y un disco grabado en Chile con músicos nacionales suena tan bien o más interesante que cualquier grupo o disco que venga de afuera. Es cosa de escuchar a las Mamma Soul o a Los Tetas.



– ¿Qué percibes de la propuesta local?

– Esto es un largo camino, por lo menos está la intención y estamos en el inicio de un movimiento. Si escuchas a un músico como Gilberto Gil lo reconoces como brasilero y lo mismo ocurre con Carlos Vives. Ellos hacen una música totalmente folclórica. Nosotros, en cambio, estamos en el camino y ojalá que lleguemos a algún lado. Después de un paréntesis cultural muy grande estamos renaciendo. Eso es un proceso largo.




Vea un fragmento de Polosur Celeste (necesita programa Quick Time Player)

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