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Reflexiones profundas en El Baño, una película sobre el pudor chileno

Mediante una cámara fija, la película del director Gregory Cohen narra como un ente observador los cambios culturales, sociales y políticos ocurridos entre 1968 y 1988. Hippies, detenidos políticos, empresarios y maestros transitan por este lugar en distintas épocas, con su particular humor, con sus pasiones ocultas, miedos, sueños y esperanzas.


El Baño, la nueva producción nacional dirigida y escrita por Gregory Cohen, cuenta, a partir de una ficción, las transformaciones políticas, sociales y culturales ocurridas en Chile entre 1968 y 1988. A través de una cámara fija, el filme se va encontrando con distintos personajes en diversos períodos, para conformar un retrato algo irónico y crítico del país durante veinte años.



Para su realizador, el tramo que recrea la película se justifica por el grado de efervescencia cultural y política del país, en los que su gran diversidad e intensidad dramática, por sus cambios y quiebres, conforman un panorama de un particular interés. "Esta es una posición reflexiva sobre lo que nos ha pasado. Como en el baño ocurren cosas que uno no se atreve a revelar, la idea es reflejar ese "algo" oculto, esos "malos olores de nuestra sociedad", comenta su realizador, Gregory Cohen.



En El Baño, el cineasta tiene el desafío desarrollar una intensidad dramática y un lenguaje de planos que logre dar movilidad y vida al cuadro. Según el cineasta, se debe convertir el baño en un lugar multisensorial y multifacético, cambiando los materiales, los artefactos y adornos de acuerdo a la época y al uso del espacio, junto con acoger el tono solapado que esta cámara detecta y legitima.



"Cuando tienes ciertos obstáculos o límites que te autoimpones, estás obligado a "sacarle el jugo" a lo que tienes. Por lo tanto en El Baño se exprime todo lo que es la esencia dramática, y como la cámara está fija, son los actores los que conforman los cuadros. A veces el protagonista se encuentra en primer plano y pasa atrás quedando en una toma general".



"Los protagonistas, con su movimiento y su disposición en el espacio, van configurando un lenguaje de planos. Ellos hacen lo que la cámara no. Este baño también va cambiando a medida que pasan los años. Parte con cemento, después pasa a los azulejos, posteriormente posee cerámica y óleo. Es, por lo tanto, un lugar vivo, que se reformula, que nos habla", afirma.



Según Cohen, la inevitabilidad de la locación fue clave para conformar un relato verosímil y que retratara metafóricamente lo que es Chile. "Llegué a la conclusión que el lugar en el que tenían que transcurrir los sucesos debía ser un baño. Es una buena alegoría de lo que ha pasado en este país, porque es un lugar en donde uno tiene la mayor intimidad dentro de la casa, con sus olores, sus temores, con sus partes púdicas, con sus censuras, con sus sueños, con sus anhelos. Pasan cosas que uno no confiesa, ni piensa decirlas afuera. Y a este país le cuesta ver sus propios cuerpos, sus propias heridas".



En El Baño aparecen los pudores, los secretos ocultos, en un trazo de celuloide que une veinte años de Chile. Esta película es una ficción que detecta desde una cámara de vigilancia un periodo determinado. Esta especie de "espía oculto" sólo se limita a observar con una objetividad documentalista que ayuda al espectador a incrementar el voyerismo, reforzando la credibilidad de las situaciones, por muy insólitas que éstas parezcan.



"Los personajes se encuentran involucrados en situaciones cotidianas e implican interpretaciones del espectador. Son sucesos diarios y triviales, algunos con mayor intensidad dramática que otros, pero de acuerdo a los arrendatarios de esta casa, se suceden los cambios internos y externos. El Baño saca a flote las situaciones. Es como tirar la cadena y mostrar lo que de alguna manera se encuentra oculto, escondido. La idea es reflexionar sobre aquellos temas que siguen con vigencia en Chile. De alguna manera marca mi visión, como ente observador, de lo que ha pasado en estos 20 años", dice Cohen.



La película se grabó en enero del año pasado y actualmente se encuentra en proceso de post producción de audio, auspiciada por el Fondart. Se espera el traspaso a 35 milímetros para, a mas tardar, febrero del próximo año, y su estreno comercial para mayo o junio de 2004. "Ahora estamos muy emocionados con este trabajo, pero ya tengo pensado una segunda parte en la que estarían muy fuertemente presentes temas como la pérdida de las utopías, el desenfreno, la droga, la corrupción y la pedofilia", concluye el director.



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