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Regina Spektor: La nueva adorada heroína y musa del «anti-folk»

Llegó a EEUU desde Rusia en 1989, en plena Perestroika. Aquella niñez en Moscú ahora es material para sus canciones, la mayoría arriesgadas y atrevidas en contenido, que se mezclan con suaves melodías y que han puesto de moda al llamado »anti-folk».


"Begin to hope" (2006), es el nombre del casi debut discográfico de Regina Spektor. "Casi", porque con esta placa la artista comienza a darse a conocer mundialmente, después de su verdadero estreno con "Sovietic Kitsch", álbum independiente que le sirvió como tarjeta de presentación para ingresar a la escena musical neoyorquina y establecer amistad y colaboraciones con importantes bandas de esa ciudad como, The Strokes, que genera delirio en las nuevas generaciones de melómanos.



Con "Begin to hope", Spektor se transforma rápidamente en un de las nuevas promesas femeninas del género songwriter gracias a su música y, además, a un exquisito plus: haberse transformado en una de las chicas más cool de la escena musical femenina en el mundo.



Los motivos son varios. Primero, la certeza musical de gran parte del material contenido en este álbum, que ya dio a luz dos adelantos muy destacados por la prensa norteamericana. Se trata de "Fidelity" -primer corte promocional de la placa- y "On the radio", ambas canciones con una gran particularidad que en muchos casos no se repite: ser un fiel reflejo de la obra completa, que permite con certeza imaginar el resto de las composiciones, la mayoría dotadas de frescura y originalidad.



La principal razón que justifica dicho argumento es el eterno romance que Spektor mantiene con el piano. En su Rusia natal, y aún muy pequeña, la cantante aprendió sus primeros acordes, motivada por su padre, que fue violinista, y su madre, una profesora de música en la ex Unión Soviética y que ahora enseña en una escuela en Nueva York.



Con ese antecedente, comprender el formato musical que explora Regina no resulta complejo, donde hace alarde de un minimalismo instrumental apropiado, compuesto en algunos temas sólo por el sonido del piano y su voz, algunos pasajes sutiles con arreglos de cuerdas en otros, y baterías y guitarras muy cercanas al soft rock



Otro motivo fue su nueva vida en los Estados Unidos, específicamente en el barrio del Bronx en Nueva York, uno de los sitios en ese país donde la cultura urbana se encuentra por doquier y que, a partir de 1989, cuando Spektor se muda desde Moscú junto a su familia, comenzó a ser parte de su vida, dando más tarde un toque sonoro sencillo, directo y reflexivo a sus canciones.



Ese es el balance previo de "Begin to hope", un disco compuesto por doce temas, que abre con la comercial "Fidelity", eso sí, sin perder ese sabor indie que la hace especial. Luego continúa con el lado más pesado de su música en "Better", una canción de pop-rock que destaca por su sutil crudeza, en comparación con el resto del material.



Con "Samson", otra de las canciones del disco, la comparación con otra diva del pop con reminiscencias del folk, Fiona Apple, es inevitable. Una suave balada donde lo más importante, la voz de Spektor, sobresale, un elemento transversal en todo el álbum.



«Field Below» es otro tema que da para comparaciones y que perfectamente podría generar confusión con otra de las heroínas femeninas del canto, esta vez del denominado género del "new-jazz", Norah Jones, y que incluso llega a remontarse al pasado glorioso de las mujeres frente a un micrófono, como fue Billie Holiday.



Entre los temas más destacados, y que deja de lado el formato piano y voz, es "Hotel song", una canción "juguetona", dotada de armonías pegajosas y que contrasta con la introspección de otros temas que pululan por la placa.



Un disco arriesgado, que a partir de la explosión que este trabajo provocó a fines de 2006 y comienzos de 2007, ha puesto de moda a la denominada escena del "anti-folk", ha quitado de alguna forma el estigma que Bjork puso en las voces femeninas que vinieron después de su aparición en la década de los noventa y que demuestra, citando a la disparatada Cyndi Lauper y su locura ochentera, que las chicas hoy no sólo quieren divertirse, sino también cantar.



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