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«Un, dos, tres… ¡catorce!», U2 y su Garra atrapan a más de 70.000 chilenos

Apoyados en su trilogía virtuosa -un sonido de vanguardia, una interpretación enérgica y unas letras apasionadas-, los cuatro fantásticos: Bono (voz), The Edge (guitarrista), Adam Clayton (bajo) y Larry Mullen Jr. (batería), hicieron vibrar al respetable con un repertorio que abarcó tanto temas «clásicos» como recientes.


Referentes del pop-rock global, la banda irlandesa U2 y su gigantesco escenario de 360°, «la Garra», atraparon esta madrugada a los más de 70.000 chilenos reunidos en el Estadio Nacional, con un espectáculo en el que derrocharon energía, música y color.

Apoyados en su trilogía virtuosa -un sonido de vanguardia, una interpretación enérgica y unas letras apasionadas-, los cuatro fantásticos: Bono (voz), The Edge (guitarrista), Adam Clayton (bajo) y Larry Mullen Jr. (batería), hicieron vibrar al respetable con un repertorio que abarcó tanto temas «clásicos» como recientes.

Con las casi 500 toneladas y 50 metros de altura de la Garra como centro de operaciones, los irlandeses saltaron al escenario tras la intensa actuación de 45 minutos de unos teloneros de lujo, los ingleses Muse, últimos ganadores del Grammy al Mejor álbum de Rock.

De riguroso negro y con sus indispensables gafas de sol, Bono, líder de la banda y hombre de los mil rostros -el poeta, el activista, el cantante…-, arrancó la gira latinoamericana «U2 360°» con toda la fuerza y electricidad de «Beautiful Day».

A continuación, las enérgicas «I Will Follow» y «Get On Your Boots» fueron enlazadas casi sin pausa para hacer valer toda la tecnología reunida en la plataforma cilíndrica audiovisual de esa escultura espacial de cuatro patas que es la Garra.

Para cuando se abalanzaron sobre «Mysterious Ways» y «Elevation», tanto The Edge como Bono ya habían atravesado el círculo central del escenario y descargaban sus melodías sobre el pasillo exterior -otra circunferencia-, que se conectaba al escenario central a través de dos puentes giratorios.

«¿Cómo está Chile?», fueron las palabras, en español, con las que Bono saludó a los presentes, antes de agradecer, ya en inglés, a Muse por «compartir» el escenario con ellos.

Un mensaje que nadie dejó de entender, al igual que todos los que pronunció el cantante durante el concierto, ya que la banda se tomó la molestia de subtitularlos en español y mostrarlos simultáneamente en las pantallas del escenario.

«Desde hace cinco años no nos vemos. En ese tiempo hemos tenido momentos angustiosos pero a la vez inspiradores. Chile está muy fuerte», señaló el irlandés, probablemente refiriéndose al rescate de los 33 mineros, justo antes de atacar «I Still Haven’t Found What I’m Looking For».

«Esta canción solo la cantamos en ocasiones especiales. Es sobre el amor y el miedo a perder», advirtió Bono para iniciar los primeros acordes de «One Tree Hill», un tema que interpretó de la mano, literalmente, de la artista chilena Francisca Valenzuela.

«Pride (In the Name of Love)», una canción dedicada al activista estadounidense Martin Luther King, y «Miss Sarajevo», un tema que Bono compartió con una afortunada del público que hizo subir al escenario, pusieron el ritmo pausado al espectáculo.

«¿Están listos?, uno, dos, tres… ¡catorce!», vociferó en español el irlandés para encarar «Vertigo», una canción que mostró un despliegue de luces e imágenes giratorias que hizo vibrar a las más de 60.000 almas del Estadio Nacional.

La faceta más política llegó en la parte final del concierto, cuando unos rostros árabes se reflejaron sobre las pantallas y tiñeron de blanco, rojo y verde -los colores de las banderas de Túnez y Egipto- el escenario, para dar paso a «Sunday Bloody Sunday».

«2.200 personas permanecen encarceladas en Birmania por creer en la libertad. Hoy cantamos para ellos», dijo Bono, para interpretar una sentida versión de «Walk On», que fue dedicada a la líder de la oposición birmana, Aung San Suu Kyi.

«One», » Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me» y «With Or Without You», llenaron de luces y flashes el Estadio Nacional y pusieron el cierre a casi dos horas de concierto.

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