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Lukás Vondrácek: Los pasos en Chile de un talento venido desde Praga Presentaciones del solista en el Teatro Municipal de Santiago

Lukás Vondrácek: Los pasos en Chile de un talento venido desde Praga

Los recitales de la temporada de Grandes Pianistas y el séptimo concierto organizados por el céntrico recinto capitalino, fueron acaparados por la visita de este joven y virtuoso intérprete nacido en la República Checa. Formado musicalmente en Viena, y dueño de una promisoria carrera, el artista europeo deleitó a las audiencias que asistieron al par de funciones, donde ofreció un repertorio con obras de compositores como Joseph Haydn, Johannes Brahms y Wolfgang Amadeus Mozart.


El debut en el país, hace una semana, del pianista moravio Lukás Vondrácek, fue todo un suceso musical: lo afirmamos con la entera fuerza semántica y noticiosa que puede contener esa palabra de origen italiano y hasta de uso cliché.

Así, por ejemplo, y cuando en 1999 tenía apenas 12 años, y grababa su disco inaugural, el diario catalán El Periódico, le describió de la siguiente manera: “El niño prodigio Lukás Vondrácek edita su primer compacto. Este pianista checo de 12 años, que ya ha ofrecido 250 conciertos en diversos países, presentó el pasado domingo en Moravia su primer disco, en el que interpreta piezas de Mozart, Liszt, Beethoven y Suk. Amadeus, tal como se le conoce popularmente, apareció en público por primera vez cuando tenía 4 años”. De esa magnitud, fue el artista que trajo a la capital de Chile, el Teatro Municipal de Santiago.

Como datos de rigor, Vondrácek debutó en 2002 con la Filarmónica de su nación, bajo la dirección del maestro Vladimir Ashkenazy, y ha sido particularmente reconocido por sus versiones en vivo y discográficas de Prokofiev, Rachmaninov, Mendelssohn y Dvořák. Así, luego de estudiar en la Academia de Música de Katowice y en el Conservatorio de Viena, amplió su formación docta en el New England Conservatory de Boston, supervisado por el respetado Hung-Kuan Chen, en donde se graduó con honores en 2012.

“Su musicalidad natural y segura, además de una capacidad técnica notable, lograron definirlo como un músico dotado y maduro que ha sentado durante mucho tiempo las bases de una carrera importante”, aparecía escrito en el programa de sala proporcionado por el Municipal.

El currículum de Vondrácek suma y sigue: se ha presentado, entre otros lugares, en la Concertgebouw de Amsterdam, el Carnegie Hall de Nueva York y su recital debut en el Reino Unido fue ni más ni menos que en el Queen Elizabeth Hall (como parte de la Serie Internacional de Piano), siendo el solista más joven que ha participado de esta serie. Sus presentaciones iniciales a comienzos de la década pasada fueron seguidas por una importante gira en los Estados Unidos (2003), y conciertos en Viena, Lucerna y Birmingham. Lo que le ha permitido trabajar con orquestas como la Filarmónica de Londres, la Sinfónica del Estado de São Paulo y la Filarmónica de la BBC.

Por eso, las cuatro obras que Vondrácek abordó en el escenario de la calle Agustinas durante la tarde del martes 15 de julio, estuvieron marcadas por su técnica musical experta -pese a su juventud-, y un estilo de interpretación que podríamos catalogar de virtuoso, el que sin ser sobrecargado, tampoco resultó sonoramente excesivo, pero sí claro y limpio: la Sonata para piano n.° 60 en do mayor, Hob. XVI: 50, del austriaco Joseph Haydn; el Étude-Tableau n.° 3 en do menor, op. 33 y el Étude-Tableau n.° 9 en do sostenido menor, op. 33, del ruso Sergei Rachmaninoff; las tres danzas checas para piano solo, H. 154, del compositor bohemio (por la región de su país en la que nació), Bohuslav Martinů; para finalizar con la Sonata para piano n. º 3 en fa menor, op. 5, del alemán  Johannes Brahms. Un espectáculo de alto vuelo artístico, de principio a fin, el que pudimos apreciar: se lo agradecemos a la gente del Municipal, por entradas de sólo $1.500.

El panorama continuó igual de auspicioso con la participación de Vondrácek en la séptima jornada de la temporada regular 2014 (acontecida el viernes 18 y el sábado 19 de julio).

Konstantin Chudovsky 2

Allí, y bajo la dirección de su conductor titular, el maestro ruso Konstantin Chudovsky, la Filarmónica de Santiago fue una acompañante más que digna del prodigio checo, en el famoso Concierto para piano n.º 21 en do mayor, K. 467, de Wolfgang Amadeus Mozart.

El desempeño de Vondrácek fue simplemente magnífico, notable, y no recordamos, durante nuestras continuas visitas al “templo sagrado” de Agustinas, haber escuchado esta pieza en vivo, de una forma tan resuelta y precisa en sus conceptos estéticos, por parte de un solista.

El Andante (segundo movimiento), asimismo, se desplegó con una belleza acústica sublime (no exagero las cosas), y el único “pero” a ese banquete musical, fue que la orquesta contaba con demasiados integrantes en esta oportunidad, para una pieza que simplemente no los necesitaba –de acuerdo a las instrucciones entregadas por el mismo Mozart-. Lo que provocó, a nuestro entender, ciertas disrupciones entre el fluir armónico del gigantesco conjunto y las delicadas notas emanadas por las manos del pianista checo, especialmente en el introductorio Allegro maestoso.

orquesta filarmónica de santiago

La velada se difuminó, apagada por el frío de esa noche, con la Quinta Sinfonía de Ludwig Van Beethoven: una obra maestra del repertorio universal.

Con esta partitura, dirigida de memoria por Chudovsky, se justificaba plenamente el aumento en el número habitual de los integrantes regulares de la orquesta, no así en la ejecutada previamente, creación del genio austriaco (Mozart). El silencio del público fue cual si presenciara y escuchase un oratorio, o bien si se detuviera frente a una de esas pinturas que sólo pueden verse durante una ocasión en la vida, o si se encontrase en el trance místico de entrar en contacto con fuerzas que le son absolutamente desconocidas.

El nivel de la ejecución fue in crescendo: A un Allegro con brio algo irregular en su interpretación, le siguieron un Andante con moto mucho más elaborado entre el maestro ruso y sus discípulos, para concluir, en una exégesis de pasión y de potencia musical, con un tercer Scherzo. Allegro y un Allegro (cuarto movimiento y final), de suma lucidez artística, rica en variantes, giros, y cabal comprensión de los íntimos motivos musicales, de un Beethoven que se preparaba para morir y emprender el salto final hacia la inmortalidad creativa y la gloria del canon.

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