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“Que me lleven lejos de Atenas”: Las lecturas dramatizadas que se cuelan en la memoria Las iniciativas orales se realizarán hasta el 29 de noviembre en el Museo de la Memoria

“Que me lleven lejos de Atenas”: Las lecturas dramatizadas que se cuelan en la memoria

La pertinencia de esta iniciativa, significa no solo la apertura de un espacio de creación para –en esta oportunidad– dramaturgos inéditos, si no además el surgimiento de voces que, “cargadas de historia”, necesitan trasladarse desde el testimonio hasta la palabra escrita. En un “exceso de memoria” –como se habría referido el chileno Carlos Ossa respecto al abordaje de las distintas manifestaciones artísticas alrededor de la memoria– se sitúa al exilio como espacio todavía urgente de reflexión. Y es que muchos de los discursos teatrales producidos durante el exilio se encarnaron desde el testimonio, en primera persona, y como marca sicológica de aislamiento.


Pensar en exilio es referirse a identidades trastocadas, a proyectos de familia desarmados, aunque siempre vivos. A la memoria de un país que en la distancia, según quienes se fueron obligadamente, lucía como paisaje cortado. Porque durante los años de dictadura, los que salieron a fuerza, la palabra regreso fue un borrón, apartada de la lengua y de la propia libertad. El exilio demandó distancia, la orden impostergable de irse indefinidamente. Alejarse con y desde el cuerpo, de la tierra de origen, y de un ideal político frustrado. La nostalgia entonces, era posible desde el recuerdo feliz de un tiempo alejado de comportamientos sumisos y represiones violentas. Instalar el exilio en su relación con los discursos de arte, permite acercar la noción de “tierra extranjera” de aquellos años, a un presente que todavía necesita mirar hacia atrás. Asumir la condición de habitar en una “tierra extraña”, con voz propia y determinación, fue para muchos artistas nacionales y latinoamericanos, expresarse desde diversas formas de arte, permitiéndonos hoy, preguntarnos como lo hicera Roberto Bolaño, si “la tierra extraña es una realidad objetiva, geográfica, o más bien una construcción mental en movimiento permanente”.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos organizó este 2014 la convocatoria al concurso “Dramaturgia del exilio: visión y experiencia en cuatro textos teatrales”, cuyo jurado estuvo compuesto por Pablo Paredes, Rodrigo Miranda y Luis Barrales. La impronta común sobre el exilio como trazo fundamental, fue la que gestó los más de cien textos participantes. Los cuatro ganadores: Javier Almeida, Camilo Reyes, Fernando Mena y José Díaz, obtuvieron como reconocimiento la lectura dramatizada a cargo de reconocidos directores nacionales (Néstor Cantillana, Gopal Ibarra, Aliocha de la Sotta e Isidora Stevenson), un incentivo en dinero, y la publicación en una edición institucional a cargo del Museo de la Memoria.

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La pertinencia de esta iniciativa, significa no solo la apertura de un espacio de creación para –en esta oportunidad– dramaturgos inéditos, si no además el surgimiento de voces que, “cargadas de historia”, necesitan trasladarse desde el testimonio hasta la palabra escrita. En un “exceso de memoria” –como se habría referido el chileno Carlos Ossa respecto al abordaje de las distintas manifestaciones artísticas alrededor de la memoria– se sitúa al exilio como espacio todavía urgente de reflexión. Y es que muchos de los discursos teatrales producidos durante el exilio se encarnaron desde el testimonio, en primera persona, y como marca sicológica de aislamiento.

“Que me lleven lejos de Atenas” de Javier Almeida Gálvez, se presentó los días 7 y 8 de Noviembre en el auditorio del Museo de la Memoria, en una lectura dramatizada y dirigida por Néstor Cantillana.

Los actores Heidrun Breier, Paula Bravo, José Soza, Tito Bustamante y Álvaro Espinoza, presentaron una dinámica e impecable lectura, profundizando, sobre todo, en las fisuras humanas de los personajes. A través de acciones simples como beber agua de una copa o comer granos de uva, los actores interpretaron el conflicto de un matrimonio chileno que es exiliado en Atenas. El texto, enfatizado en ciertas escenas con una provocadora banda sonora, situaba de forma paralela el término de los años setenta y comienzos de los ochenta en Atenas, y otro muchísimo más antiguo: el de la Grecia de Sócrates. Con recursos como el racconto en su estructura, los conceptos de justicia y extranjería se entrelazaban a lo largo de la historia. La idea que entendían los griegos por ciudad en contraste a lo que hoy el mundo moderno concibe para ella, y sobre todo, la pregunta por el ser humano como eje central de reflexión, posicionan el exilio en el texto de Gálvez, como un conflicto que sobrepasa al tiempo. “Que me lleven lejos de Atenas”, fue una compleja reflexión, a ratos melodramática, y en otros con tintes de comedia, sin perder hondura y significado.

Néstor Cantillana reflexiona a partir de su experiencia como “una hermosa instancia, donde autores de distintas edades, muchos de ellos dramaturgos por primera vez, pueden ver sus obras representadas, y además, tener su publicación”. En relación al texto que tuvo a su cargo, “Que me lleven lejos de Atenas”, enfatiza su interés al pensar en Grecia como ese lugar donde nació la democracia, y que junto a los actores, quiso “que las voces de ese exilio fueran una presencia” interesándole sobre todo la “teatralidad” de esta obra como característica positiva al momento de llevarla a escena. Para Cantillana, cualquiera de nosotros, quienes estábamos “del otro lado” sentados como espectadores, podría haber estado ahí, en el escenario, en ese texto, en ese espacio de exilio. Y es que la obra de Javier Almeida Gálvez se preguntaba por la patria, por lo extraño de una identidad nunca resuelta en la distancia, la que ansiaba de una vez, arrancar, irse lejos de Atenas.

El Museo de la Memoria se suma con esta instancia a otra: la exhibición de 29 filmes acerca del Asilo/Exilio y que termina el 31 de Diciembre, actividad que también forma parte de la programación cultural del mismo Museo. Reflexionar sobre las experiencias del exilio es atravesar la historia de un país y las biografías de quienes partieron un día con la sombra incierta de un indeterminado regreso. Las innumerables producciones artísticas que conforman el trayecto de una época cruzada por traslados, desvíos y después de años, regresos, obligan a enfocar la mirada una y otra vez en una época que de apoco se reconstituye. La literatura, las artes plásticas, la fotografía, el cine, el teatro, las revistas de orientación política, y el humor gráfico, sirvieron de canales expresivos para resignificar la identidad fragmentada de un país en crisis. ¿Cómo entonces restablecernos como individuos después de ese abandono? La imposibilidad de narrar lo inenarrable ocurrido durante la dictadura, obliga a preguntarnos por el exilio –momento de total lucidez y deslumbrante creatividad­– desde quienes marcaron esa “Historia” con mayúscula, desde sus propias experiencias.

Ciclo de Lecturas Dramatizadas:

7/8 noviembre: Que me lleven lejos de Atenas, de Javier Almeida Gálvez.

14/15 noviembre: Conversaciones sobre escombros, de Camilo Reyes.

21/22 noviembre: Amanda, de Fernando Mena.

28/29 noviembre: Pasta, de José Díaz.

AUDITORIO, 20:00 HRS.

ENTRADA LIBERADA 

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