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Opinión: Educación artística, una materia pendiente en desarrollo social Opinión

Opinión: Educación artística, una materia pendiente en desarrollo social

Felipe Mella
Por : Felipe Mella Director Ejecutivo Balmaceda Arte Joven
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Felipe Mella Morales. Director Ejecutivo Balmaceda Arte Joven


En una reciente columna el senador Alejandro Guillier postuló, a propósito de los casos de corrupción conocidos últimamente, que éstos eran consecuencia de una crisis de sentido en nuestra educación. Este diagnóstico no resulta tan descabellado si tomamos en cuenta que algunos ex alumnos de una de las mejores universidades del país, están implicados en delitos económicos que afectan a instituciones que debieran servir a todos los chilenos y no sólo a unos pocos privilegiados. Y es que una educación centrada exclusivamente en logros académicos no es necesariamente garante de profesionales éticos.

Las escuelas de negocios norteamericanas (Chicago, NYU, Harvard, entre otras) que sirvieron de referentes al modelo de desarrollo económico chileno, han experimentado cambios trascendentales desde finales de la década pasada producto de las crisis económicas provocadas por sus mismos egresados en distintas latitudes. En efecto, cambiaron a la totalidad de sus decanos bajo el argumento de que era urgente hacer una reflexión sobre lo que habían hecho y de qué forma contribuyeron a la sociedad.

Los jóvenes estudiantes chilenos, por su parte, no están ajenos a lo que viene sucediendo estos últimos años. Les indigna la injusticia y se les hace cada día más difícil imaginar un futuro laboral donde puedan desarrollarse en libertad. La disciplina escolar, sumado las pocas alternativas de trabajo, terminan uniformando las necesidades de los adultos, y por lo tanto, sus vidas. Por más de veinte años hemos observado a miles de jóvenes que no encajan en la lógica del enriquecimiento desmedido sino que sólo esperan una oportunidad para desarrollar sus talentos. Durante esa misma cantidad de años hemos buscado entregarles un espacio para sí mismos y en conexión con el entorno, porque creemos que el arte no es sólo un ejercicio suntuario y sin contenido sino que cumple un importante rol en el desarrollo de las naciones.

Sabemos que nuestro país necesita urgentemente una generación distinta de profesionales y ciudadanos, y nuestra experiencia, desde la educación artística, nos ha enseñado que el arte es un aspecto clave de una educación integral. Porque una sociedad no sólo necesita artistas de primer nivel sino también que cada persona tenga una relación positiva con su entorno y consigo mismo. O como diría el intelectual Noam Chomsky: el propósito de toda educación es mostrar a las personas como aprender por sí mismas.

En Balmaceda Arte Joven hemos aprendido que el arte les abre a los jóvenes un espacio y una vivencia de sociabilidad extremadamente potente en la medida que modifica el patrón habitual de relacionarse con otros. Les aporta la conciencia sobre un espacio diverso, los expone a diferentes realidades y los invita a enfrentarse a desafíos desde sus propios medios. En esa misma línea, la intelectual norteamericana Susan Sontag escribió que la “superación o trascendencia del mundo en el arte es también una manera de salir al encuentro del mundo, y formar o educar la voluntad de estar en el mundo”.Esa misma voluntad es la que hoy exigimos de nuestras instituciones y autoridades: enfrentar la realidad del mundo y permitir que los jóvenes aparezcan.

Esa singularidad propia de los jóvenes es la que debemos rescatar en cada espacio educativo. Es lo que intentamos hacer nosotros en cada taller que desarrollamos, apelando a su particularidad. Debemos considerar la infinidad de posibilidades de desarrollo y solución de problemas que se despiertan fortaleciendo y fomentando la creatividad, porque a lo que aspiramos es a una sociedad más respetuosa, más diversa, y el arte, lo que entrega finalmente, es una experiencia que exige respeto en cada una de sus expresiones. Hoy es necesario ver el arte como un elemento de cambio que nos enseñe, retomando a Sontag, “a ver más, a oír más, a sentir más”. En definitiva, que podamos hacer del arte, y por supuesto de nuestra experiencia en el mundo, algo más real.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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