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Janet Toro Benavides, performista: “La realidad sigue siendo urgente”

Janet Toro Benavides, performista: “La realidad sigue siendo urgente”

Comenzó pintando y haciendo grabados, pero hoy es de las pocas artistas chilenas dedicada a la performance. Luego de trece años de carrera en Alemania y de lanzar el libro “El Cuerpo de la Memoria», vuelve a Chile con “In-Situ”, una serie que irrumpirá en el Museo de la Memoria el próximo 8 de octubre y que pretende dialogar en torno a diversas problemáticas del acontecer mundial.


No hay un solo cuadro colgado en las paredes de la casa de Janet Toro (1963). Lo suyo es más que minimalismo. Para esta artista visual chilena- que hace años cultiva la performance- lo importante es el vacío.

Janet habla desde una silla que hace de living-comedor; el resto del mobiliario es apenas una mesa, un sillón, un arbusto y paredes blancas, completamente vaciadas de adornos. “Yo soy extremadamente sensible. Me gustan los espacios limpios, los necesito, porque estoy llena de imágenes en la cabeza. Así tengo tranquilidad”, dice.

¿Por qué te quisiste dedicar a la performance?

Estamos hablando de mediados de los años ’80. En aquella época participaba en la APJ (Agrupación de Plásticos Jóvenes). Éramos artistas de distintas corrientes; gráficos, pintores, etc. Nuestro lenguaje estaba influenciado por la iconografía latinoamericana; dentro de ella, la Brigada Ramona Parra y el grupo CADA. También había una gran influencia del Pop Art, el Dadaísmo, del movimiento Punk. Hacíamos distintas acciones peligrosas en la calle, como pegatina de afiches o graffitis, pero todo siempre relacionado con la contingencia política, en el marco de la dictadura militar. Muchas veces llegaron los pacos y nosotros salíamos arrancando. La gente de las poblaciones nos escondía en sus casas…Era fuerte, nosotros queríamos irrumpir.

Performance La Distancia (20013). Foto: Debbie Runkel.

Performance La Distancia (20013). Foto: Debbie Runkel.

¿Qué te impulsó a hacer activismo en contra de la dictadura?

Yo tengo un tío, hermano de mi padre, detenido desaparecido. Se llama Enrique Toro Romero. Es uno de los 119 desaparecidos de la Operación Colombo. Mi padre era un activista político, trabajó para Allende y luego de lo ocurrido con su hermano decidió irse. Fue un autoexilio. Esas son las razones personales que me llevaron a encaminar mi arte en esta dirección, pero también hubo motivaciones políticas y sociales que tenían que ver con el contexto de aquella época. Yo pintaba, tenía un estilo abstracto, pero me di cuenta de que no era suficiente. Como que la pintura se agotaba y yo necesitaba algo mucho más radical. En un minuto dejé de pintar y me di cuenta de que lo único que tenía era mi cuerpo. De ahí surge esa necesidad de hacer performance.

¿Por qué elegiste tu cuerpo como objeto primordial?

El contexto político histórico daba una base tan fuerte que me impulsó a usar mi cuerpo y a quedarme en él. Pienso que las condiciones en cierto modo han cambiado, pero la realidad sigue siendo urgente. Si yo veo todo lo que pasa en el mundo, la locura económica brutal, la locura política, el abuso de poder, me doy cuenta de que estamos aún en un momento urgente. Y en ese sentido, mi cuerpo sigue siendo válido e importante para ir contra todo eso. También hago instalaciones y esa es otra manera de ocupar el espacio, de irrumpir.

"El cuerpo de la Memoria" (1999). Foto: Ximena Riffo

Performance «El cuerpo de la Memoria» (1999). Foto: Ximena Riffo

¿De qué manera la performance, se expresa en ti, como lenguaje radical?

En el sentido que pueden expresar el extremo, ya sea de una situación política, social, existencial, de manera profunda, más rotunda. Eso lo hace el cuerpo y las instalaciones. La pintura y el dibujo me parece que pierdan fuerza, sin querer dejar de lado a otros pintores excepcionales, como Guillermo Núñez, que lo hace fantástico en la pintura. Pero no es mi caso…

¿En tus instalaciones procuras usar materiales vanos, simples o baratos ¿por qué?

Tiene que ver con la vida económica del artista. Siempre viví al borde, al mínimo. Usaba lo que tenía o lo que me regalaban; piedras, diarios, género… Ahora también tiene que ver con una postura política. Estoy en contra del capitalismo feroz. Yo estoy por una reducción, por reciclar. En esto coincido con el economista social  Niko Paech, de la Universidad de Oldemburg (Alemania).

Performance "El cuerpo de la Memoria" (1999). Foto: Ximena Riffo

Performance «El cuerpo de la Memoria» (1999). Foto: Ximena Riffo

 ¿En qué obra presientes que hubo un punto de quiebre en esta idea de ruptura?

En La sangre, el río y el cuerpo, una instalación en que intervengo el río Mapocho, aludiendo a los muertos del pasado. Fue algo sin aviso, sin prensa y así todo, el puente Pio Nono se llenó de gente. Todos miraban muy concentrados, y mientras yo embebía los paños con la sangre del matadero, me sentí en un verdadero trance. Cuando subí, la gente desconocida me abrazaba, muchos lloraban. Ahí sentí el poder y la fuerza de la performance.

Artista Janet Toro Benavides

Artista Janet Toro Benavides

-¿De qué trata «In situ», tu próximo trabajo»?

-In Situ es un proyecto que considera el desarrollo de cinco performance e instalaciones en los espacios exteriores del Museo de la Memoria. Es un trabajo que profundiza en los Derechos Humanos a partir del mundo actual y los efectos del poder en los diversos aspectos de la vida civil. Algunas acciones abordarán la realidad de los pueblos indígenas, la inmigración, los espacios que habitamos, el tema del crédito, la deuda, etc. Yo creo que el arte no es un lujo, es un derecho y una necesidad fundamental.

¿Cuáles son los tópicos más significativos que pretendes abordar con “In-Situ”?

Son temas chilenos, pero también mundiales. Pensemos en lo que está pasando en Europa con la migración, es dramático. Por lo mismo, la primera de las series se llama “El Reflejo”, una performance que ahondará en esta problemática. Se invitarán inmigrantes de distintas nacionalidades, quienes realizarán una reflexión en torno a la pregunta de la identidad ante una sociedad distinta. ¿Quién soy yo, quien es el otro?… En definitiva se trata de una confrontación pública con el otro.

En la serie también está “Nemeln”, que significa palabra en mapudungún, voy a invitar a mapuches o a descendientes mapuches que viven en la ciudad, a tomar parte de esta acción. Con ellos se ha construido una relación hermosa. La idea es abordar la importancia que tiene la palabra en una cultura. Cómo el lenguaje es signo de cohesión e identidad. Pero en este caso, vamos a hablar más bien de la ausencia de la palabra, en el fondo cómo ellos no han sido escuchados a lo largo de la historia.

Otra de las acciones tiene que ver con mi historia y justamente, con la memoria. Se llama “El velorio del ángel”. Toma la tradición del velorio del angelito, una tradición chilena y latinoamericana, que tiene que ver con el rito funerario. La muerte es un tema recurrente en mis trabajos. Traigo este rito al museo y lo transformo. Mi idea aquí, es proponer una reflexión, no solo sobre las víctimas, en este caso, los desaparecidos, sino también sobre los que quedamos. ¿Qué pasa con nuestras heridas? Es lo que decía la mamá de Rodrigo Rojas Denegri: “me han olvidado”. Es preguntarse qué pasa con ese luto interno, silencioso y frustrado que no ha podido ser resuelto. Y eso es el velorio del angelito; proponer, por lo menos a nivel emocional, un rito que de alguna manera nos haga reconciliarnos con esta parte. Eso no significa que nosotros aquí nos detenemos y que vamos a aceptar la impunidad.

¿Crees en la performance como vehículo para acelerar estos procesos?

Cuando yo hice el trabajo, “El Cuerpo de la Memoria”, un libro que muestra noventa performance e instalaciones que tratan sobre la tortura básicamente, pensemos que todavía, el año ’99, no existía el Museo de la Memoria y tampoco había salido el Informe Valech. O sea, me adelanté en muchos años a todo lo que ocurriría en el contexto político chileno. Pienso que todo lo que se hace en una sociedad está en la memoria colectiva y esa memoria colectiva, de alguna manera, misteriosa, impulsa procesos. Yo no quiero decir con esto que mi trabajo impulsó que saliera más rápido el Informe Valech, pero sí son pequeños aportes a todo un acontecer.

 

 

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