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Encuentro casual con el excepcional violinista Maxim Vengerov: Lo que solo podría ocurrir en Frutillar Crítica musical

Encuentro casual con el excepcional violinista Maxim Vengerov: Lo que solo podría ocurrir en Frutillar

Acompañado por su pianista Vag Papian, Vengerov, considerado hoy como «una súper estrella», ofreció un espectáculo de lujo. La partita nº 2 de J. S. Bach más conocida como Chacona, interpretada solo por Vengerov se transformaron en quince minutos que paralizaron. El sonido brillante del Stradivarius en la perfecta acústica de la Sala Tronador, fueron el inicio de un concierto extraordinario.


Asistimos a la Gala del Teatro del Lago, en el magnífico desplazamiento del Lago Llanquihue. En su gran llamada y objetivo, este teatro del fin del mundo busca la transformación de las personas, y así es como, los niños de la Región de los Lagos se adueñan diariamente de las salas de ensayo, con sus instrumentos, sus tutus y sus voces.

Los programas, Puedes Cantar y Puedes Bailar, han permitido en estos años llegar a más de 100 mil niños de la región, cumpliendo con su principal enfoque educativo.

El gran sentido de hacer un teatro, es generar comunidad y son clave los espacios de mediación a través de las disciplinas artísticas. Este enclave de Frutillar ha sido una luz para transformar y dar oportunidades a los jóvenes.

Para coronarlo, se organizó una gala tradicional a la que invitaron a un excepcional violinista, Maxim Vengerov, un músico comprometido con la educación. Este artista realizó una master class en la que entregó recomendaciones y su visión de cómo interpretar a los privilegiados jóvenes.

vengerov

El día previo a la función tuve una experiencia personal que solo ocurre en Frutillar. Salí a correr al borde del lago y vi al violinista caminando junto a su pianista. Me detuve sonriendo y le dije: usted es la estrella, y se rió. Le dije que había tenido la posibilidad de escucharlo hace unos 20 años en el Festival de Salzburgo, en un concierto con una orquesta de cámara dirigida por el gran Yehudi Menuhin. Le conté que me impactó ver al octogenario Menuhin abrazar llorando a su pupilo, al finalizar el concierto. Esa imagen de un director que está tan concentrado en la partitura y ejecución de la obra y que de repente cambie y se emocione con el solista, no lo había visto en mi vida. Me impactó y se quedó grabado en mi memoria. Mientras le contaba, vi los ojos de Vengerov emocionado. Me agradeció por traer estos imborrables recuerdos a su mente. No dije más, le desee éxito y seguí corriendo.

Al día siguiente, acompañado por su pianista Vag Papian, ofreció un concierto de lujo. La partita nº 2 de J. S. Bach más conocida como Chacona, interpretada sólo por Vengerov se transformaron en quince minutos que nos paralizaron. El sonido brillante del Stradivarius en la perfecta acústica de la Sala Tronador, fueron el inicio de un concierto extraordinario.

Prosiguió con la sonata de Beethoven para violín y piano, la que si bien fue una impecable ejecución, costó más sentir esa conexión con el público. Fue una correcta interpretación en la que sentimos que todo fluyó, pero con reservas.

Tras el intermedio y los discursos, llegamos al punto más alto del concierto, la Sonata para violín y piano de Cesar Franck. Es aquí donde sentí que Vengerov se entregó y se relajó, donde la faceta de artista aparece en su máximo esplendor. En el tercer y cuarto movimiento, las palabras no son suficientes para describir la magia que se produjo en el auditorio. Vengerov nos entregó una interpretación sublime, ya que fue capaz de comunicar la esencia de las disonancias y consonancias de la obra de Franck. Mientras sentí unas lágrimas en mis mejillas me acordé de Menuhin, y lo comprendí aún más.

El programa ofreció a continuación dos obras para solista en la que pudimos apreciar la faceta más virtuosa, donde los pizzicato, los glissando y las increíbles ornamentaciones nos maravillaron. El tema principal de canciones populares se van desdibujado con deslumbrantes variaciones. Estas ejecuciones nos confirman su maestría y excelente técnica, sin embargo, no son obras profundas.

No seguiré comentando las obras, ya que creo que un artista que se conecta y que nos habla con su instrumento, es algo único y excepcional que se siente pocas veces en la vida.

Un artista de nivel mundial en el enclave patagónico, nos regaló a todos los asistentes la posibilidad de transformarnos, tras experimentar lo que solo podría ocurrir en Frutillar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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