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Conciertos Ciudadanos: la música empieza donde las palabras ya nada pueden decir Crítica musical

Conciertos Ciudadanos: la música empieza donde las palabras ya nada pueden decir

La Sexta, mÁs conocida como la Patética, fue el título escogido de Tchaikovski para ser interpretado en la Catedral de Santiago por la Orquesta Filarmónica en el marco de los Conciertos Ciudadanos. La comuna de Santiago ha acogido en sus iglesias y templos estos conciertos populares en los que una hora antes de su inicio, pocos asientos quedan disponibles.


Nueve días antes de morir, en San Petersburgo, Tchaikovski dirigió su última sinfonía, la Sexta, más conocida como la Patética, sin mayor éxito. Un curioso legado, nada claro, en los que muchas teorías han surgido desde aquí. Sin embargo, tras su muerte, la obra fue ampliamente acogida y se ha transformado en uno de los títulos más interpretados del repertorio clásico.

Una sinfonía que se inicia y que termina con adagios, en tonalidad menor, que incorpora un tradicional vals pero esta vez quebrado, y que en su famoso tercer movimiento introduce una festiva marcha; por lo bajo es una propuesta provocadora.

Realizada al final de la vida de un alma perturbada y angustiada, presa de su identidad sexual, incapaz de resolver, es una obra en el que los climas de angustia y alegría se hacen guiños.

Este título fue el escogido para ser interpretado en la Catedral de Santiago por la Orquesta Filarmónica en el marco de los Conciertos Ciudadanos. La comuna de Santiago ha acogido en sus iglesias y templos estos conciertos populares en los que una hora antes de su inicio, pocos asientos quedan disponibles.

El director musical José Luis Domínguez, supo darle a su interpretación la magnificencia y genialidad de este gran compositor que no fue feliz. El fagot nos recuerda sus tristezas mientras que las trompetas se encargan de animarnos de nuevo. Con su batuta clara y la gran pasión de su expresividad, logró transmitir el desesperado espíritu del compositor. Los timbales ponían los acentos del clímax de la angustia comprimida y así coronaban los crescendos tan bien descritos por Tchaikovski

La Catedral estaba muda y sin duda, emocionada; el público disfrutó de esta experiencia ciudadana, la que demuestra una vez mas el famoso dicho: la música empieza donde las palabras ya nada pueden decir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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