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Entre la guerra y la paz: Conflicto de editoriales independientes con transnacionales hace peligrar la Filsa 2016 El blanco es la Cámara Chilena del Libro, organizadora del evento

Entre la guerra y la paz: Conflicto de editoriales independientes con transnacionales hace peligrar la Filsa 2016

En un problema de distribución para los los espacios destacados de la feria y la poca injerencia de las editoriales independientes en la programación cultural de la FILSA, se funda el conflicto más intenso por el que acusan a la Cámara Chilena del libro de haber perdido su tradición de ser el principal evento cultural del país para transformarse en un evento netamente comercial, algo que por cierto el Presidente de la Cámara, Alejandro Melo, rechaza de plano, asegurando que no existe lucro.


Una dura disputa enfrenta actualmente a las editoriales independientes con las transnacionales. El motivo es la Feria Internacional del Libro (FILSA) 2016, donde México es el país invitado, que se realizará en octubre. El problema claramente no es nuevo, en cada versión de Filsa surgen disputas, la diferencia de ahora es la intensidad del conflicto que amenaza con hacer fracasar la feria y con ello las subvenciones que recibe del Estado.

Las discrepancias tienen ingredientes económicos que se traducen en que las editoriales independientes reclaman que la Cámara Chilena del Libro, organizadora del evento, privilegia a las grandes editoriales, sin casa matriz en Chile, con espacios destacados en la nave central, en perjuicio de ellos a quienes se les asigna -aseguran- el patio trasero de la Estación Mapocho.

Alejandro Melo, Presidente de la Cámara, afirma que el problema no puede ser visto como un problema de desigualdad de derechos y condiciones, sino que se trata de un tema logístico. «La Estación Mapocho simplemente le quedó chica a todos los participantes, con lo cual es obvio que haya conflicto». Y agrega que también es natural que aquellos que históricamente hayan ocupado ciertos espacios durante 35 años, quieran conservarlos.

En este conflicto de distribución y en la poca injerencia de las editoriales más chicas en la programación cultural de la Feria, es que se funda el conflicto más intenso por el que acusan a la Cámara Chilena del libro de haber perdido su tradición de ser el principal evento cultural del país para transformarse en un evento netamente comercial, algo que por cierto Melo rechaza de plano, asegurando que no existe lucro.

Marisol Vera, presidenta de la Asociación de Editores, plantea que «la Feria ha estado centrada en servir a los intereses de los socios de la Cámara, es decir, los intereses de un gremio, orientada más bien comercial que culturalmente. Las editoriales independientes, por ejemplo, estábamos pagando precios más altos (por los stands) que las transnacionales por participar en la feria, y siempre quedábamos atrás, afirma.

En este escenario, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), que desde hace tres ediciones aporta unos 80 millones para el evento, intervino en la disputa y condicionó los fondos públicos a un acuerdo entre las partes.

Los aportes públicos son un tema no menor, ya que según fuentes de las editoriales independientes, de manera directa e indirecta -no sólo a través del CNCA, sino también la Corporación Cultural Mapocho, la Municipalidad de Santiago- representan un tercio de los costos del evento. Otro tercio correspondería a las entradas y el último tercio al cobro que realiza la Cámara por el uso de los stand.

Complejo escenario

La FILSA fue creada en 1981 por el entonces alcalde designado de la comuna de Santiago, Carlos Bombal. Originalmente se realizaba gratuitamente en el Parque Forestal, pero en 1989 se trasladó a su ubicación actual, en la Estación Mapocho.

La encargada de la organización ha sido históricamente la Cámara Chilena del Libro, que siempre agrupó a las principales editoriales, incluidas las transnacionales como Planeta y Random House Mondadori (RHM), que dominan el 85% del mercado. El evento cultural fue usado no sólo para promover el libro y la lectura, sino también con fines comerciales.

Sin embargo, los tiempos han cambiado y la industria ha sufrido importantes modificaciones. Por un lado surgieron editoriales independientes, agrupadas principalmente en la Asociación de Editores de Chile y la Cooperativa de la Furia del Libro, cuyos miembros primero negociaban su participación de forma de forma individual y luego de forma colectiva.

Por el otro lado, en diciembre las editoriales Penguin Random House, Planeta, Ediciones B, Zig Zag, Cal y Canto, Edebé, Cosar, Nueva Patris y Catalonia renunciaron a la Cámara, para formar la Corporación del Libro y la Lectura, algo que es analizado como una pérdida importante de representatividad de la Cámara, la principal organizadora de la Feria del Libro de Santiago

«La Feria Internacional del Libro de Santiago es un evento que ha evolucionado en sus 35 años de historia», explica el ministro de Cultura, Ernesto Ottone. «Por lo tanto, no es ajena a los cambios, tanto de los lectores, de las formas leer y del sector editorial, encontrándose entonces en un periodo de ajuste que responde a este nuevo escenario».

Críticas

Marcelo Montesinos es presidente de la Cooperativa Furia del Libro. Él no duda en señalar que la FILSA 2016 es un «negocio» de la Cámara y de las editoriales sin casa matriz en Chile.

«En la Cooperativa de Editores de La Furia nuestra base decidió no volver a este evento en diciembre del 2015», explica. «Estamos trabajando en nuestros propios proyectos»

Para Montesinos es impresentable que el Estado aporte dinero y que las transnacionales sean «incapaces de costear estadía y pasajes de sus autores. Pretenden seguir con la practica de que todos los chilenos financien su negocio».

La Presidenta de la Asociación de Escritores, añade que hay un «declive» en el nivel de importancia de los invitados, entre otros «porque el énfasis es traer a los autores publicados por ellos mismos». La división de la Cámara la interpreta como otro síntoma de pérdida de legitimidad.

Melo, en cambio, rechaza esta visión. Asegura que la Cámara quiere que se trate de un evento «inclusivo», destaca que por primera vez se han creado mesas de trabajo para conversar los problemas, con invitación a todos los actores, aunque la Cámara no sea invitada a las ferias que realizan las otras organizaciones, según destaca.

Respecto al tema de la ubicación de los stand, Melo asegura que se trata de un tema que se sigue negociando, y que espera llegue a buen puerto. En cuanto a la injerencia de las editoriales independientes en la programación cultural, señala que ellas mismas se marginaron de participar tempranamente «porque decidieron que las condiciones no estaban dadas».

En referencia al último punto, el de las entradas, dice que se seguirá haciendo un esfuerzo por lograr precios rebajados para ciertos sectores, y destaca que otras ferias organizadas por la Cámara -como la de Viña del Mar y la de la Plaza de Armas-  fueron gratuitas.

Melo insiste en que la Cámara no lucra con la FILSA, y asegura que las ganancias se destinan a organizar la versión siguiente del evento, a lo largo del año. «Si hay tanta crítica, ¿por qué tanto interés por participar?», se pregunta, para concluir que, con o sin apoyo de fondos públicos, el evento se realizará.

Último plazo

«Esta semana debemos llegar a acuerdo», dice Vera, quien destaca que las negociaciones comenzaron en enero. «La Asociación y la Furia han decidido no seguir jugando el juego de una Feria de estas características. No se trata de estar en contra de los negocios, pero el eje no puede ser cuantos saldos vendemos o cómo promovemos a nuestros bestseller», advierte. De no haber acuerdo, las editoriales independientes harían su propio evento, eventualmente en el centro cultural GAM.

«No es malo que haya una crisis, porque en la política de tratar de componer y de no mostrar mala cara frente al resto del mundo, hemos sacrificado cosas demasiado importantes», concluye.

Algo en lo que coincide la escritora Claudia Apablaza, para quien a veces es necesario darse un lapsus de reflexión y de real solución «antes que andar corriendo con soluciones parche y desesperadas a última hora, por presiones económicas o seguir y seguir haciendo cosas sin reflexionar en los proceso de ese hacer».

«Nosotros queremos que se haga la Feria y recuperar el lugar que históricamente nos corresponde», complementa Roberto Rivera, presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH). «Un buen modelo de administración es la Feria del Libro de Buenos Aires, una Fundación integrada por los distintos actores que confluyen en la existencia del Libro, incluidos por supuesto los escritores, además de editores y libreros».

 

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