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Niles Atallah, triunfador en Rotterdam: «Nunca conseguí fondo alguno. La cinta fue totalmente ignorada en Chile» La cinta «Rey» ganó el Premio Especial del Jurado de la 46ª versión del IFFR

Niles Atallah, triunfador en Rotterdam: «Nunca conseguí fondo alguno. La cinta fue totalmente ignorada en Chile»

Pocos minutos después de que el festival holandés, uno de los cinco grandes de Europa, anunciara que el codiciado Tigre -Premio Especial del Jurado- recaía en el filme Rey, con el que el realizador nacional cuenta su visión acerca del intento de un aventurero francés de establecer una monarquía mapuche en Chile, Atallah habló con El Mostrador acerca del premio, sus dificultades y la indiferencia que recibió su proyecto de parte las entidades chilenas encargadas de apoyar con financiamiento el cine. «Postulamos seis años consecutivos y nunca recibimos apoyo». (Ver al final Nota del Editor)


El Rotterdam International Film Festival (IFFR) es uno de los 5 festivales de cine más importantes de Europa, junto con Cannes, Venecia, Berlín y Locarno. Comenzó como un festival no competitivo hasta 1995 en que fue introducido el  Tigre, el premio que apoya a los creadores independientes de todas partes del mundo.

Niles Atallah llegó a Rotterdam con la idea de estrenar su película Rey y medir su impacto. Fue un trabajo de siete años, de mucha investigación y de soluciones artísticas  -un tanto distantes del cine convencional que se hace mayoritariamente en Chile- que vio coronado con el Premio Especial del Jurado, un reconocimiento internacional de alto nivel, que contrasta con el nulo apoyo que recibió en Chile a su proyecto.

Esta entrevista la realizamos a pocas horas de que el cineasta chileno recibiera el distinguido galardón por la cinta de época que cuenta la historia del aventurero francés Orllie-Antoine de Tounens, quien intentó en los años 80 del siglo XIX establecer un reino mapuche en Chile y Argentina. Con él como monarca, por su puesto.

-¿Qué diferencia viste entre el apoyo recibido en el extranjero y el de Chile?

-Había postulado y recibido dos fondos de desarrollo de guiones en el extranjero. Uno fue un periodo en el Binger Institute del 2011 al 2012, allí terminé la primera versión del guión. Antes y después de éste tuve dos periodos en Torino y en el 2013 en el Atelier de Cannes. Tuvimos buenos padrinos en el extranjero, pero no recibimos ningún apoyo en Chile, aparte de el aporte del fondo de desarrollo de CORFO que recibimos al inicio, no tuvimos ningún otro apoyo.
 Nunca conseguí algún fondo de producción o postproducción, a pesar que postulamos seis años seguidos, y ni siquiera nos invitaron a un pitch. El proyecto con el que hoy ganamos fue sencillamente ignorado en Chile.

-¿Además de la falta de apoyo, qué otros problemas debiste enfrentar en estos siete años?



-No es que hubieran problemas, sabía iba a ser largo, pero necesitaba tener tiempo de dedicación exclusiva para investigación, durante cuatro de estos siete años pude dedicarme por entero a Rey.
 Lo más complicado fue el proceso de investigación, no sólo histórica, sino de archivos de imágenes y cine. Busqué en Eye Institute en Amsterdam, en archivos en París, archivos de cine en Chile, al tiempo que desarrollaba el guión. Empecé en paralelo a crear mis propias imágenes de archivo: hice filmaciones en celuloide y las enterraba para que adquirieron textura de material antiguo.
Podría haber simplemente aplicado filtros digitales a lo filmado, pero me pareció que era parte del proceso creativo.

-¿No se trataba entonces de un acto místico?

-Tiene un lado místico, me imaginaba que el fantasma de Orllie-Antoine había poseído esas latas enterradas y se iba a aparecer en la película y lo que yo iba encontrando eran fragmentos de la mente de él.
 Filmé en 35, 16 mm, y Super 8 para este proceso de creación de archivos, pero las tomas fueron en digital, no se trata del celuloide como fetiche, se trataba de emplear el medio digital y celuloide como una forma de expresión y búsqueda. Hay un matrimonio entre digital y celuloide, pocas escenas son celuloide puro, sino que es trabajado digitalmente. A esto se une la parte de trabajo manual, el trabajo con máscaras y muñecos (en todas las escenas de prisión y proceso judicial, los actores usan máscaras).

-Has dicho que en tu cinta querías contar no lo que sabe, sino lo que se ignora, los huecos en la crónica histórica…

-Hay mucha invención, pero también basado en fragmentos históricos; lo que quería evidenciar es que la historia que se está inventando es una necesidad, porque la historia no está intacta, hay que crearla, pero eso no sucede como en una película de época convencional, donde el proceso de creación de la historia se esconde, se propone una versión definitiva y coherente y el proceso de creación de la historia se esconde.
 Yo quería demostrar que ese proceso de creación es sucio, está lleno de cosas perdidas y lo que no está perdido, está deteriorado. Mostrar al espectador que no hay una historia clara sino que lo que hay es un misterio.

-¿Durante la filmación estuvieron en las zonas de conflicto mapuche?

-La situación fue muy tensa en varios momentos en toda la zona y mientras filmábamos (en la zona de Curarehue y alrededores del Volcán Villarica), yo estuve con mapuches que tenían amigos en la cárcel. No era fácil. Mi intención con la película es que demuestre esta arbitrariedad que se da cuando uno habla de formar una nación y decir que un territorio le pertenece. ¿Quién decide, bajo qué términos? Entonces Orllie-Antoine y las autoridades chilenas discuten en dónde está esta frontera.

-Para los mapuches tu eres un extranjero ¿cómo lograste entrar en las comunidades para rodar?

-Yo ya conocía a personas de esta comunidad y había filmado ahí. Cata Vergara, la productora en Chile de la película había filmado con ellos. Ellos tenían siempre cierta sospecha y yo siento que tienen todo el derecho de sospechar de quienes vienen a filmar con ellos. Yo traté de ser lo más transparente, porque efectivamente ellos no saben qué vas a hacer con lo filmado. En la historia del cine, hay cineastas que se han aprovechado y no han actuado éticamente.

-¿Las comunidades mapuches con las que trabajaste, conocían la historia de este rey?

-Muy poco. Aquellas con quienes estuve en contacto en Santiago algo sabían, pero en territorio mapuche sabían aún menos. Y de los pocos que lo conocen, algunos lo reivindican, otros los ignoran y otros lo rechazan, como un huinca que no tiene nada que ver con ellos. En mi opinión no hay suficiente evidencia que Orllie-Antoine fuera una persona que podría ser entendida como un héroe de los mapuches. Yo no encontré esa evidencia, sino que elementos que sugerían que él defendía derechos de los mapuches, pero combinado con sus propias ideas mitómanas de generar un imperio bolivariano y proponer al emperador Napoleón III una nueva Francia, abierto a la colonización francesa.

Hay que ver todo eso para formarse un idea del personaje y no elegir una versión determinada, que habla mucho más de la persona que escribe que del personaje que está describiendo.

-¿Con qué fin usas las máscaras en determinadas escenas?



-Yo quería evidenciar que la historia que nosotros contamos no era algo natural ni neutro, era algo artificial, como revivir un muerto en el sentido de que algo que ya sucedió y quedó enterrado. Eso es lo que tratamos de revivir, que hay gente que tiene intereses de poder y que han utilizado y borrado la memoria de pueblos enteros para asegurar que la historia sea la que ellos quieren que se cuente.

-¿Encontraste algún heredero o descendiente de Orllie-Antoine de Tounens?

-Existe algo que algunas personas llaman el reino en Exilio, yo conocí al príncipe Phillipe. Él me llevó a la casa de Orllie-Antoine, al cementerio donde está enterrado, pero resulta que esa casa no era donde él vivió y no se sabe cuál es su tumba.

 

Nota del Editor: A petición del realizador de la cinta ganadora, Niles Atallah, la Redacción de El Mostrador, agrega a este artículo una precisión sobre el apoyo recibido: «Lo que nunca recibimos fue dinero del Consejo de Cultura (CAIA o Fondo Audiovisual) para la etapa de rodaje y postproducción. Esto fue lo que postulamos por 6 años y nunca nos invitaron ni al pitching, pero sí recibimos el apoyo de CORFO para el desarrollo de guión  y además ahora estamos recibiendo ayuda en la difusión por organismos como Cinema Chile y el apoyo de festivales de CAIA (fondo audiovisual). Ni hablar de los cientos de personas que ayudaron de todas las maneras posible, co-produciendo y trabajando tan comprometidamente y con tan poco dinero.

 

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