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Novela estadounidense top en Amazon retrata la avaricia corporativa en la Patagonia chilena Uno de los protagonistas es un indígena kaweshkar

Novela estadounidense top en Amazon retrata la avaricia corporativa en la Patagonia chilena

Un buque lleno de científicos, que navega en las heladas aguas de la Patagonia, se hunde, sin dejar sobrevivientes. Al mismo tiempo, un conocido sacerdote es asesinado dentro de la catedral de Puerto Montt. Y luego, el cadáver de un abogado estadounidense es descubierto en la frontera entre Chile y Argentina. Todo esto es parte de «Los archivos de la Patagonia», el debut de la abogada y académica estadounidense de Mary Helen Mourra, que vivió varios años en nuestros país y aún tiene familiares en el sur.


Un buque lleno de científicos, que navega en las heladas aguas de la Patagonia, se hunde, sin dejar sobrevivientes. Al mismo tiempo, un conocido sacerdote es asesinado dentro de la catedral de Puerto Montt. Y luego, el cadáver de un abogado estadounidense es descubierto en la frontera entre Chile y Argentina.

Todo esto es parte de «Los archivos de la Patagonia» («The Patagonia Files», Cavatina Publishers, 2016), el debut de la abogada y académica estadounidense de Mary Helen Mourra, que vivió varios años en nuestros país y aún tiene familiares en el sur.

La novela -que aún no ha sido traducida al castellano- fue presentada la semana pasada en la Embajada de Chile en Washington. En sus primeras semanas, la novela clasificó entre el número 7 y número 33 bajo “Nuevos libros más populares de ficción política” del vendedor de libros Amazon.

 

Una Patagonia de contrastes

El libro es protagonizado por la asistente del abogado asesinado, Emmanuelle Solis, que dejó Chile cuando tenía trece años y ahora regresa, ya adulta. Al llegar es acusada por el homicidio de su jefe y debe emprender la huida mientras trata de descubrir quién está detrás de los crímenes.

«Quería crear un protagonista que empiece su carrera mirando la vida a través de la lente de una joven asociada de un prominente bufete de abogados estadounidense, con la expectativa de un futuro glamoroso en derecho internacional, percibiendo a los socios como semi-dioses», explica Mourra a Cultura + Ciudad. «Luego, la realidad la golpea. Su jefe desaparece en medio de protestas anti-globalistas en Argentina y ella se está dando cuenta que alguien en el bufete está guardando un secreto explosivo y mataría para ocultarlo. Y su vida se convierte en caos».

Mourra eligió la Patagonia como escenario del libro porque allí hay fuertes contrastes. Por un lado, «hay áreas que son las mas vírgenes del mundo, algunas declaradas como reserva por las Naciones Unidas, con los glaciares, los fiordos, bosques nativos, exóticas flores, ríos prístinos».

Pero por otro lado, allí mismo hay «amenazas muy reales».

«Hace menos de un año, hallaron miles de animales marinos a la orillas del mar a lo largo de la costa de Chile. Cadáveres de más de trescientas ballenas, 8.000 toneladas de sardinas, doce por ciento de salmón murieron. Los funcionarios del gobierno pueden tratar de convencernos de que el cambio climático es una invención de la prensa, pero no es necesario ser un científico de cohetes para darse cuenta de que el impacto de las actividades del hombre sobre la tierra a través de los años ha sido destructivo, ya sea que algún elemento del cambio climático también que podría ser simplemente el curso de la naturaleza», comenta.

«Los campos de hielo patagónico de Chile y Argentina comprenden las masas de hielo no-antárticas más grandes del hemisferio sur. Están adelgazando a un ritmo alarmante. Según un nuevo estudio de la NASA y el Centro de Estudios Científicos de Chile, representa casi el 10 por ciento del cambio global del nivel del mar. Los efectos son de largo alcance», remata.

Protagonista kavéshkar

Uno de los hitos del libro es que hay un personaje kawéshqar, que nace de la fascinación de la autora con este pueblo patagónico.

«Es un glaciólogo que, desesperado por los glaciares derritiéndose que lo rodean, organiza una expedición científica a la Patagonia unida por científicos de todo el mundo. El barco de la expedición es saboteado en las primeras páginas de la novela y todos a bordo perecen. Pero resulta que el kawéshqar no estaba a bordo. Está escondido protegiendo a un científico que los asesinos quieren matar».

Mourra resalta que los kawéshqars representan el grupo humano más antiguo que todavía existe en el mundo de hoy: probablemente datan del final de la última Edad de Hielo, hace aproximadamente 12.000 años.

«Las historias de ellos parecen casi mitológicas, navegando entre los fiordos brumosos y los glaciares en canoas. Además, llevaban el fuego a todas partes, incluso dentro de sus canoas.  Por eso, el nombre Tierra del Fuego. Casi un fenómeno milagroso en un clima brutalmente frio y húmedo. Se zambullían en aguas heladas para cazar, junto a ballenas y animales marinos».

La autora lamenta el escaso conocimiento que hay de ellos en nuestro país.

«Me gustaría que el mundo se acuerde de ellos. En los años 30, el gobierno de Chile los hizo asentarse en Puerto Edén -supuestamente para proteger ese grupo que estaba casi desapareciendo del mundo- pero quedar fijo para un nómade es quitarle de todo que los hizo quienes eran».

Otra imagen que fascinó a Mourra es la creencia de los alacalufes de que habían espíritus atrapados en los glaciares.

«Esa imagen de espíritus atrapados en los glaciares y los kaweshqars navegando los fiordos en la bruma con parpadeantes fuegos encendidos en sus canoas, quedó en mi mente, surgió en mis sueños. Y pensé, ¿qué carácter y escenario podría ser mejor para una trama que involucra el cambio climático?».

Inversión extranjera, contaminación y pueblos ancestrales

Son varios los temas que sobrevuelan este libro: la inversión extranjera, la avaricia corporativa, los conflictos con las culturas indígenas, el cambio climático, y la devastación ambiental. ¿Por qué Mourra quiso hablar de todos ellos?

«Empecé mi carrera como abogado de derechos humanos y pasé más de 15 años defendiendo a refugiados en Estados Unidos y trabajando con refugiados de guerra», responde la autora. «Argumenté agotadoramente acerca de la injusticia— injusticias reales, tragedias humanas, no las causas políticas— en diferentes foros legales: tribunales en Estados Unidios, foros internacionales, incluso en las Naciones Unidas. Entrevistar a niños en zonas de guerra es una experiencia tan profundamente inquietante que te altera la vida. Te hace cuestionar todo lo que creías saber sobre la vida».

«Creo que en algunos niveles, salí de ese periodo de mi vida con el sentimiento de no haber logrado nada. Gané casos, perdí otros. Pero las guerras enfurecen de la misma manera en todas parte del mundo. Bombas explotan sobre objetivos civiles y el mundo no parece notarlo. Yo seguía trabajando en ese campo cuando me mudé a Chile, viajando a Suiza o al Medio Oriente desde Chile. A veces me preguntaba si un día podía llegar a un público más amplio para esas causas a través de un libro. Sin embargo, no pretenderé creer que cualquier cosa que escribo personalmente tendrá ese efecto. Lo dudo. Por lo menos, cuando escribí la novela era una experiencia tan intensamente personal que dudaba con frecuencia que la publicaría».

Esta académica posee una enorme experiencia legal, por lo cual sabe de lo que habla. De hecho, cuando dejó Chile en 2006, estaba empezando a trabajar en el campo del arbitraje internacional.

«Hoy se ha convertido en el mayor sistema en el que se deciden los casos internacionales. En cierta medida, los tribunales nacionales se han despojado de la jurisdicción sobre casos relacionados con sus recursos, su medio ambiente, temas que afectan a sus ciudadanos. Es un área polémica complicada de la ley. Procedente del derecho internacional público, lo vi como un sistema que funcionaba, hasta cierto punto, en el vacío de las realidades humanas. Tratamos a los estados como si fueran partes privadas de un contrato, olvidando que los Estados deben tomar determinaciones basadas en las necesidades de sus ciudadanos».

Su conclusión tras trabajar en esa área de clara, y no para bien.

«Creo que la corrupción en el arbitraje de inversión internacional es una realidad. Creo que el fraude de inversión internacional es una realidad. Es bastante difícil sancionar la corrupción a nivel nacional. Cuando tienes casos transnacionales, a veces son los que tienen mas conocimientos de las leyes los que están mejor situados para evadirlos. Especialmente si tienen esa tendencia al principio», advierte.

La relación con Chile

Finalmente, sin duda la relación con Chile pesó a la hora de escribir esta novela. Se refleja en la descripción del entorno y los personajes: hay una mezcla de árbitros, abogados, sacerdotes, mapuches, oficiales militares, carabineros y PDI. Los abuelos de la autora emigraron desde Medio Oriente hacia nuestro país a comienzos del 1900, y ella misma se crió entre Chile y Haití.

«Tengo grandes lazos personales con el país», reflexiona Mourra. «Tengo a mi familia extendida en Chile – especialmente a un hermano que amo mucho – viví allí durante varios años, volví a casarme allí, crié niños allí, mi hija menor nació allí, mis padres, varios hermanos y sus hijos también vivieron allí cuando yo estuve viviendo en Chile. Tengo amigos queridos allí, todavía mantengo una casa en Concepción. Así que, en muchos niveles, siento que Chile es mi tierra, aunque Haití -el lugar que fue durante mi infancia- siempre será mi tierra también».

Además situó la trama en Chile porque porque era un entorno familiar y querido para ella, a la vez que un país lleno de contradicciones.

«Todo el escenario, la geografía, la época, la cultura, el tiempo, la historia, los conflictos indígenas, y todo el contexto no solamente sirvió a la historia sino dio vida a esa historia en mi mente. Hubo memorias, imágenes del paisaje o de eventos o música que persisten en mi mente hasta hoy…», cuenta.

«A veces sufro de nostalgia por ese período de mi vida. Algunos de los mejores momentos de mi vida fueron en Chile. Me encanta el sur, el campo, la cultura ecuestre, la música, la lluvia torrencial. Algunas de las escenas de la trama son imágenes que permanecieron en mi mente durante años. Por ejemplo, vi la procesión de la Fiesta de San Pedro por primera vez en un pequeño pueblo en camino a Chiloé en 1994 cuando visité a mi hermano que se había recién mudado de Haití».

Si el libro tuviera un mensaje, ¿cuál sería?

«Ese mensaje está en la primera página del libro: No heredamos la tierra, la tomamos prestada de nuestros hijos. La tierra no es nuestra para destruirla. Pertenece a nuestros hijos. Este es un dicho de los nativos norteamericanos y que viene muy bien al caso».

 

 

 

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