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Andro Montoya, el grafitero y científico que pinta a los protagonistas de su microscopio Su próximo trabajo será en el aniversario de la población La Victoria

Andro Montoya, el grafitero y científico que pinta a los protagonistas de su microscopio

«Para mí, la ciencia y el graffiti son mis herramientas de exploración, la ciencia algo intelectual, el grafiti algo de sensaciones», cuenta el ingeniero en biotecnología al ser consultado sobre el el vínculo de ambas disciplinas. «Con ellos exploro el medio y a mí mismo».


En la semana, Andro Montoya (Santiago, 1981) trabaja como estudiante del Doctorado en Ciencias de la Universidad de Chile en el Laboratorio de Neuroinmunología de la Fundación Ciencia y Vida. El fin de semana, en cambio, es simplemente Andro o Pantru, y se dedica a algo muy diferente: es un grafitero más que pinta los muros de Santiago.

Empezó en 2005, en su barrio, la población San Joaquín de la comuna de Pedro Aguirre Cerda, y poco a poco se ha labrado un camino en el ambiente.

«La mayoría de las veces pinto criaturas», cuenta. «Me aprovecho de las estructuras creadas por la biología y la evolución, y también de sus combinaciones de colores brillantes y contrastados que hacen vibrar, como se ve en las flores, insectos, aves, reptiles y anfibios. Uso la segmentación, las articulaciones, los exoesqueletos, los ojos, los apéndices: patas, aletas, alas».

Su próximo trabajo lo realizará en la población La Victoria, en el marco de las celebraciones por el 60 aniversario de ese emblemático barrio el próximo 30 de octubre.

Montoya en Parral.

Un niño y tres grafiteros

Desde chico le gustaba dibujar. Ya a los 11 ó 12 años se juntaba con su amigo Franco «a empapar papeles con aceite, para crear papeles transparente que nos permitieran copiar personajes de Mortal Kombat y modificar sus vestimentas y escenarios», recuerda.

A eso se sumó luego la aparición de una brigada muralista muy especial, “Jurel Tipo Toyo”, del profesor Daniel Salcedo. Un grupo que, alejado del estereotipo de la Brigada Ramona Parra, pintaba las murallas laterales de los edificios de la población con un estilo muy personal, que iba desde el cubismo a lo sicodélico, como recuerda la web del barrio.

«Un buen día nos invitaron a pintar en una jornada cultural organizada por amigos de mi barrio. Ahí también llegaron tres jóvenes de anchas vestimentas, que pintaron rápido y muy pulcro, con latas de spray, veloces y minuciosos, una letras y un mono. No tenía un concepto como nuestro diseño de mural, pero las degradaciones, los colores, los trazos, eran perfectos, dejaron una hermosa obra».

Después supo que eran grafiteros, y no cualquiera: se trataba Saile, 78 y Yor, unos artistas urbanos reconocidos ya en ese tiempo, y lo mejor, «eran de mi barrio. Ese día dije: ‘¿quiero aprender eso!”.

El científico y los anfibios

De forma paralela a la pintura, Montoya siguió dedicándose a su otra pasión: la biología. Entró a la Universidad de Chile a estudiar Ingeniería en Biotecnología Molecular.  Se graduó con una tesis en neurociencias, un trabajo sobre canales de calcio en peces y otros sobre desarrollo temprano del sistema nervioso en anfibios.

Tras titularse, empezó un Doctorado en Ciencias, mención en biología molecular, celular y neurociencias, en la misma Casa de Estudios. Espera graduarse en los próximos meses.

«Para mí, la ciencia y el graffiti son mis herramientas de exploración, la ciencia algo intelectual, el grafiti algo de sensaciones», cuenta al ser consultado sobre el el vínculo de ambas disciplinas. «Con ellos exploro el medio y a mí mismo».

Montoya también hace bodypainting.

Un miembro más en el mundo del graffitti

En el mundo del graffitti ha sido acogido como uno más. «No siento muchas diferencias, el mundo del graffiti es muy amplio hoy en día. No sólo gente que escuche música hiphop pinta graffiti, también hay punkys, metaleros, hippies, etc», destaca.

«Nos tratamos todos por igual, somos todos colegas de la pintura callejera. Es un mundo diverso, y desde ahí es muy gratificante aportar con mi onda científica, a muchos les interesan esos temas de ciencia, cosas complejas y sofisticadas del conocimiento. Ahí son todos artistas, y los artistas disfrutan de las ciencias, como los científicos de las artes. Me gusta poder aportar con mi conocimiento y con mis locuras con base científica y que me las compren (ríe)».

Lo entusiasma «la diversidad, criaturas que serían posible en otros mundos quizás, crear nuevas especies».

Improvisación

«Aparecen improvisadamente. No voy con un boceto al muro casi nunca, se me ocurre en el momento, en función de mis colores, del muro, de las circunstancias, de mi estado psico-emocional, de mi sensación en los primeros trazos que definen el eje antero-posterior, la forma de la ‘columna’, sinuoso, compacto, agresivo, apacible, aparece todo ahí en el instante», explica.

«Me siento una especie de Darwin en un mundo de criaturas desconocidas, las invoco y llegan a mi mente, luego mi cuerpo, mi muñeca, mi dedo que presiona el spray intentan ser files a esa sensación, a esa dirección, porque a veces voy dirigido. Sé que quiero encontrar algo como un pez, algún cuadrúpedo, algo parecido a un gusano. Voy por una criatura de ciertas características, pero me encanta sorprenderme a mí mismo con lo que aparece. Cuando trazo inicialmente con spray negro la figura y veo a esta nueva criatura aún sin colorear es uno de los mejores momentos de mi arte».

También ha pintado células y sus estructuras, núcleo, retículo edoplasmico, mitocondrias y citoesqueletos.

«Ahora tengo una intención fuerte por hacer difusión usando mi arte y mi conocimiento científico. Me gustaría dar a conocer más esta dualidad, que pareciera contraria, pero creo que es más bien complementaria, porque el humano necesita un desarrollo holístico, conocer, disfrutar y desarrollar sus diversas facetas, intelectuales, emocionales, físicas, mágicas. Los niños deben saber eso, que se pueden hacer cosas aparentemente muy diferentes, pero que otorgan gratificaciones hermosas que tocan distintos aspectos del humano. Me estoy recién acercando a instituciones que hacen difusión científica y a centros de investigación para hacer proyectos de este tipo».

Lugares de pintura

Montoya partió en su barrio, pero en una década ya dejó su arte en lugares tan diversos como Tocopilla, Valparaíso, Curicó, Concepción, Chillán, Parral, Villarrica, Osorno, Valdivia, Chiloé y Puerto Montt.

«Mi intención siempre ha sido mejorar los espacios entregando arte, lúdico y colorido, bien hecho, con cariño, para la calle y su gente, para las poblas», expresa.

Recalca que sus viajes no son de turista, sino propio de las hermanadades del gremio.

«Vas al barrio de quien te invita, te muestra sus muros, sus calles, su gente, eres uno más de ese lugar. Es muy capo viajar y alojar en casa de colegas grafiteros, que muchas veces uno no conoce en persona pero si nos conocemos lo que pintamos y eso basta para generar las confianzas, la amistad viene como guinda a la torta. ‘Grafitero se queda en casa de grafitero’, ese es el lema!».

Influencias

Entre sus colegas, admira a Saile, de su mismo barrio, «un capo mundial», y al Maher de Villarrica.

«Comencé admirándolos, aún lo hago, pero ahora además son mis amigos, ¡me encanta eso!».

En otras áreas pictóricas, es seguidor del suizo H.R. Giger, creador del famoso Alien «y de toda esa estética bioextraterrestre asociada, una delicia de detalles y misterio». También del español Salvador Dalí y sus mundos de ensueño, Roberto Matta y «su alucinante visión del universo», muralistas como la Ramona Parra y el mexicano David Alfaro Siqueiros.

Ahora le gustaría hacer algún post-doctorado en un laboratorio que investiguen sobre terapias complementarias, como meditación, acupuntura u otras, sobre las cuales se acumulan cada vez más evidencias a nivel molecular y celular de cómo funcionan estos tipos de medicina.

«En Chile somos unos de los pocos laboratorios que investiga sobre neuroinmunología, una disciplina que une la neurociencia con la inmunología. Ambos campos están muy desarrollados en nuestro país, pero la unión de ambos es un campo incipiente y novedoso».

«Me hace mucho sentido estar en un laboratorio que une cosas antes separadas», dice a modo de conclusión. «Quizás la ciencia y el arte también merecen estar más unidos de lo que creemos actualmente».

Redes sociales

Facebook: /andromontoyariveros

Instagram: @andro_pantru

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