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Chile y Nicanor Parra: la muerte de una literatura viva Opinión

Chile y Nicanor Parra: la muerte de una literatura viva

En la siguiente columna, el periodista iraní radicado en Chile Touraj Jafarieh reflexiona sobre la muerte del vate y un país «que se discrimina a sí mismo».


Nicanor Parra, el antipoeta chileno que se autodescribía como el autor de nada, «porque siempre había pescado cosas que andaban en el aire», falleció el 23 de enero.

Aquel día me desperté, preparé mi café y me encontré con «la noticia». Como de costumbre, fui a los medios locales para informarme mejor, y fue entonces que recordé que llevo varios años viviendo en Chile y que debería saber de memoria que, en este país, a los medios de comunicación no les importa la cultura porque no se comercializa tan fácilmente.

Además de la cultura, la literatura no es de relevancia para las masas ni para las élites, sólo importa a un grupo pequeño que pesca en los mismos aires de los que hablaba Nicanor.

Pocas horas más tarde, mientras el presidente electo chileno presentaba su gabinete, la noticia de la muerte de Nicanor Parra fue el tercer titular del diario «El País» de España, mientras que en Chile, en la gran mayoría de los medios de comunicación, iba desapareciendo tras de una serie de titulares políticos, económicos y financieros.

Las noticias estaban acompañadas de fotos del poeta en blanco y negro y venían en varias formas: una declaración oficial y fría por parte del gobierno, las reflexiones de los políticos que nunca le han leído y una contraportada que cerraba varias páginas de publicidad.

La cultura en Chile sigue encarcelada en un círculo vicioso entre el mercado y los medios de comunicación desde hace décadas. Fue aplastada cuando el proyecto chileno pisoteó a la sociedad y a sus artistas en búsqueda del desarrollo económico y del crecimiento financiero del modelo neoliberal, al que no le importa el individuo ni la sociedad, menos la cultura.

A Chile de hoy no le hacen falta más partidos ni más ideologías. No le falta más izquierda ni más derecha. Tampoco le falta mejor ritmo de desarrollo económico ni más financiamiento, y Nicanor Parra sabía esto mejor que cualquier otra persona, por lo que se rebeló contra todo.

A Chile le falta leer para conocer su historia y su literatura, pero quizás sea una demanda demasiado grande para un país que se opone a una educación gratuita y universal para todos. Un país que se discrimina a él mismo. Un país donde el mercado ofrece zapatos de marca a un mejor precio que los libros de literatura, pues es más fácil satisfacer a clientes que a ciudadanos.

Dentro de diez años los chilenos no recodarán a Bachelet, ni a Piñera o el debate político que se genera en torno al cambio de la administración; quizás tampoco a Nicanor. Sin embargo, el antipoeta será recordado con pasión en todo el mundo como un monumento a la literatura innovadora hispanoamericana, como lo fueron antes de él, Huidobro, Mistral, Neruda, Jara y Violeta, entre otros.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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