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“El descanso de las velas”, la casa fragmentada en la obra de Flavia Radrigán CULTURA|OPINIÓN

“El descanso de las velas”, la casa fragmentada en la obra de Flavia Radrigán

José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Lo acontecido en Chile está presente, el peso de la represión; no obstante, esta no es una obra propiamente política, en el sentido de enfocarse en la denuncia de lo que fue la dictadura militar. “El descanso de las velas” es una obra basada en el quiebre de la familia, una familia rota, una “casa fragmentada”, donde los conflictos parecen dar lugar a toda desesperanza.  “Se me ha secado la lengua y el deseo”, señala uno de los personajes (Amelia), en ese espacio de encierro, de penumbras y desamor. “Nadie se ama en esta casa”.


Se escucha la Radio Moscú, en el icónico programa “Escucha Chile”, en los tiempos de la dictadura. Se ilumina el escenario, dos camas, una habitación, cuatro actores. Sabremos que son dos hermanos (Roberto y Eduardo), casados con dos hermanas (Sofía y Amelia).

Se nos irán presentando los conflictos familiares, en el espacio de una habitación con dos camas separadas por un ropero, que evoca también la infancia, donde en la misma pieza había lo mismo, y el amante de turno de la madre de las hermanas en una de esas, antes de cambiarse de cama… Hoy se reunirá la familia a cenar, ha venido la madre de las mujeres a preparar la cena; mientras, la evocación, el diálogo sobre lo fundamental de lo que acontece hoy y lo que se recuerda, desde la memoria entrañable. Las pasiones humanas. Las velas sobre el ropero, desde la infancia, iluminando la habitación, desde cuando eran tomadas de alguna animita, del “finado” asesinado por ajuste de cuentas entre narcos. Allí estaban, arriba del ropero, “suplicantes, deformes, inútiles”. Testigos.

[cita tipo=»destaque»]Esta obra abre las puertas a la trastienda de las relaciones quebradas, a la memoria del estallido de la familia, a asomarse a las pasiones humanas, a las deslealtades, traiciones, al amor clandestino, al abuso, en fin, a una gran soledad donde los códigos comúnmente aceptados se transforman. Pero hoy celebrarán una cena familiar.[/cita]

Lo acontecido en Chile está presente, el peso de la represión; no obstante, esta no es una obra propiamente política, en el sentido de enfocarse en la denuncia de lo que fue la dictadura militar. “El descanso de las velas” es una obra basada en el quiebre de la familia, una familia rota, una “casa fragmentada”, donde los conflictos parecen dar lugar a toda desesperanza.  “Se me ha secado la lengua y el deseo”, señala uno de los personajes (Amelia), en ese espacio de encierro, de penumbras y desamor. “Nadie se ama en esta casa”.

Memorable escena es aquella en que Amelia dialoga con Eduardo, su marido, vestida de hombre, ambos bebidos, y ella evoca su relación con su madre, incesto de por medio, sumando al conflicto de fragmentación, de disolución, de la ruptura en mil pedazos del seno familiar. “Desde chiquitita quería ser grande para encontrar al Toño y hablarle de hombre a hombre” (el amante de su madre). Cuentas pendientes.

Flavia Radrigán ahonda en ese insondable espacio de las relaciones humanas rotas, definitivas. Y lo hace con pasión y maestría. Y en todo esto, el canto, los actores cantando parte de los textos, conformando un “drama musical”, expresando la dura trama a través del canto. Darles, ponerles música a las palabras, como si estas no se bastaran por sí solas.

Esta obra abre las puertas a la trastienda de las relaciones quebradas, a la memoria del estallido de la familia, a asomarse a las pasiones humanas, a las deslealtades, traiciones, al amor clandestino, al abuso, en fin, a una gran soledad donde los códigos comúnmente aceptados se transforman. Pero hoy celebrarán una cena familiar.

Un gran elenco, conformado por Claudia Cabezas, Ema Pinto, Mario Avillo y Tito Bustamante, dirigido por la destacada directora y actriz Mariana Muñoz, completa con “El descanso de las velas” el ciclo de autor dedicado a Flavia Radrigán en el Teatro Finis Terrae, que comenzó con el estreno de “Lear, el rey y su doble”. Dos obras representativas de la reconocida dramaturga nacional

Obra “El descanso de las velas” de Flavia Radrigán

En Teatro Finis Terrae, Pocuro 1935. Metro Inés de Suárez.

Hasta el 30 de junio. Viernes a sábado 20:30 horas. Domingo 19:00 horas.

Precios: $3.500 a $7.000.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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