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Crítica de televisión: «Buscando a Dios»; una serie para abrir la mente CULTURA|OPINIÓN

Crítica de televisión: «Buscando a Dios»; una serie para abrir la mente

Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
Por : Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega Abogado, Comunicador Social. Tiene estudios de postgrado en Comunicación Social, Humanidades y Filosofía. Ha sido directivo en el sector de la educación superior privada. Profesor universitario y columnista.
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La serie asume como marco antropológico de comprensión, que el fenómeno religioso remite a lo más profundo del ser humano, a su origen, a su condición menesterosa, a la búsqueda de un fin último, de un más allá, de una auténtica y segura escatología.


Es una percepción bastante generalizada que la televisión abierta vive un período complicado, con contenidos más bien degradados, calidad improbable y predominio de programas que exaltan a figuras de elocuente irrelevancia. No hay temas sustantivos, lo más sofisticado que se exhibe se circunscribe a información periodística que muchas veces también se centra en asuntos de poca monta, o en el fisgoneo majadero en los meandros escabrosos de las vidas privadas de personajes más bien livianos. Nada de real interés. Ese es un poco el tono que se ve en nuestras pantallas, para frustración de segmentos relevantes del público, que tienden a pensar que la televisión simplemente los ignora, o bien no les tiene respeto.

[cita tipo=»destaque»]En esta revisión de las grandes tradiciones religiosas, el periodista se involucra personalmente en la vivencia de los peregrinos y nos ofrece información sobre los territorios en que han surgido y se han desarrollado las devociones religiosas, las culturas a que han dado origen, los hitos más significativos de su peripecia histórica y, también, de los grandes acontecimientos que actualmente, en este primer cuarto del siglo XXI, las mantienen vivas, palpitantes, inspiradoras de millones de personas.[/cita]

En este contexto, más bien desalentador, desde hace algunas semanas el área cultural de Canal 13 está marcando una significativa y remarcable diferencia. Se trata de la serie Buscando a Dios, del periodista Jorge Said, que ha hecho un esfuerzo encomiable por investigar y ofrecer a las audiencias contenidos relacionados con las diferentes formas en que se manifiesta el ansia espiritual de los seres humanos, a través de las grandes religiones y de la fe en Dios.

Said tiene una sensibilidad especial para abordar las expresiones humanas, la historia, la antropología, la arqueología, las diferentes cosmovisiones que han ido modelando a las culturas y las comunidades, de lo cual ya ha dejado relevante testimonio en series televisivas anteriores. Ahora enfrenta un desafío de especial relevancia presentando un tema de suyo transcendente, serio, interesante, que toca un aspecto fundamental de la vida humana, de la espiritualidad del hombre, de la interacción entre las personas y de la conformación de las sociedades. En esta serie busca mostrar la relación del ser humano con la divinidad, más allá de las diferentes religiones institucionales, de las iglesias, que expresa una tendencia o inclinación que brota natural y espontánea de lo más íntimo de su interioridad, y puede testimoniarse desde las más remotas y arcanas épocas pretéritas.

El fenómeno religioso, o si se quiere, la forma de manifestación simbólica mediante la cual el hombre expresa su anhelo de trascendencia, no es una construcción voluntarista ni una imposición exterior, sino una dinámica que surge del corazón mismo de las personas y que busca una realidad superior, plena, perfecta, que le otorgue un verdadero sentido humano a la existencia.

En los capítulos de esta serie, el reportero-guía no pretende complacerse en mostrar cosas distintas a las que estamos acostumbrados, realidades exóticas, llamativas, novedosas, a veces hasta golpeadoras para nuestras costumbres, sino que más bien intenta, con humildad y apertura, introducirse en culturas distintas y explicar los aspectos más significativos, los fundamentos, los hitos o relatos primordiales en que se basan las distintas creencias religiosas, para presentarlos en la pantalla de una manera atractiva, entretenida, emocionante, pero de ninguna manera superficial ni meramente episódica. En esta revisión de las grandes tradiciones religiosas, el periodista se involucra personalmente en la vivencia de los peregrinos y nos ofrece información sobre los territorios en que han surgido y se han desarrollado las devociones religiosas, las culturas a que han dado origen, los hitos más significativos de su peripecia histórica y, también, de los grandes acontecimientos que actualmente, en este primer cuarto del siglo XXI, las mantienen vivas, palpitantes, inspiradoras de millones de personas.

Así, la serie, hasta el momento, ha mostrado expresiones religiosas de Irak, India, China, Irán e Israel; en cada uno de estos países la búsqueda de la divinidad, la expresión de la espiritualidad de los hombres, la manifestación del sufrimiento y de las esperanzas de las personas, adquieren connotaciones singulares, emocionantes, asociadas con ancestrales acontecimientos y también con la historia de esos pueblos, los grandes sucesos originarios, la geografía, los elementos.

Hay en esta serie un intento que se advierte veraz, sincero, auténtico, por adentrarse en cada una de las cultura, en los misterios de la fe, en la íntima búsqueda personal que marca la existencia de los fieles y peregrinos de las distintas religiones. No es una visión meramente exterior, desde afuera, lindante en lo turístico, como suele ofrecerse en algunos espacios televisivos, sino más bien un tratar de entender otras representaciones de mundo, de acercarse a otras trascendencias, y también de empatizar y compartir el sentimiento que mueve a millones de personas en su incesante peregrinar durante esta vida.

La serie asume como marco antropológico de comprensión, que el fenómeno religioso remite a lo más profundo del ser humano, a su origen, a su condición menesterosa, a la búsqueda de un fin último, de un más allá, de una auténtica y segura escatología. No es sólo algo social, cultural, institucional o político, sino que inhiere en la fibra más personal y profunda del corazón humano, en el sentido del sufrimiento, en la exaltación de la vida y también en los pilares de la esperanza.

Este tipo de programación no es muy frecuente en nuestra televisión, y eso le confiere a esta serie una connotación especial, porque además muestra una manera de producir y ofrecer contenidos que apuntan a ser un aporte para el público, algo que hace pensar, que nos sustrae de lo manido y predecible, de lo rutinario y confortable, y nos coloca frente a mundos nuevos que enriquecen la experiencia misma de ser televidente, todo ello sin descuidar la dimensión de entretención. Es una buena combinación de cultura, información y entretención, que cuestiona los criterios y parámetros del periodismo en uso, ofreciendo una mirada distinta, sugerente, motivadora e, incluso, a ratos, con secuencias notablemente artísticas.

Hay que decir y destacar que, en esta propuesta televisiva Canal 13, en fecunda sociedad con el intrépido periodista Jorge Said, ha conseguido una integración virtuosa de temas interesantes, línea editorial consistente, adopción de una toma de partido claramente humanista y un despliegue televisivo, en imagen y sonido, que para el público televidente resulta a la vez cautivante y motivador.

Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega. Abogado. Comunicador Social

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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