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Covid-19 y cultura: crónica de una precariedad anunciada CULTURA|OPINIÓN

Covid-19 y cultura: crónica de una precariedad anunciada

Las distintas asociaciones de artistas no solo se bajaron de la mesa, también se han continuado haciendo cargo de buscar financiamientos solidarios para cubrir aquello que el ministerio ha obviado durante 5 meses en pos de perpetuar su burocracia. 


Hace unos días, más de 50 asociaciones de artistas se bajaron de las mesas de diálogos y de trabajo del Ministerio de Las Culturas, las Artes y el Patrimonio, ¿La razón? La falta de voluntad de parte de la cartera ministerial sobre un verdadero trabajo participativo y vinculante. Como lo mencioné en un artículo anterior, no solo esta administración, sino que de forma histórica el Ministerio ha utilizado las mesas de trabajo como una herramienta de dilatación, como una forma de contener y diluir las problemáticas del sector, nunca siendo mesas vinculantes, nunca haciéndose cargo de lo que ahí se determina como importante. La agenda del ministerio rara vez se ha modificado entre antes y después del trabajo de las mesas, en este caso, en esta emergencia sanitaria y económica no fue la excepción.

La ministra que llegó al cargo luego de ser directora del MIM, sabe la precariedad del sector, sabe las necesidades que en un contexto normal tenemos los artistas para desarrollar nuestro trabajo, sin embargo no sólo no ha movilizado las burocracias en nuestra ayuda, sino también, como parte de una gobernanza que hoy parece estar improvisando sobre la marcha sus medidas de mitigación económica, se convierte en un obstáculo incluso cuando pretenden generar “soluciones”.

El plan de emergencia

Con bombos y platillos se anunciaba en Marzo que el Ministerio estaba realizando las adecuaciones para generar un plan de emergencia. En Marzo la ministra nos decía: 

“Estamos muy preocupados y atentos a cómo esta contingencia afectará a los artistas en Chile. Las medidas de prevención implican una merma importante para la actividad cultural y por lo tanto para la sostenibilidad de instituciones y la fuente laboral de las y los creadores. En lo inmediato hemos dispuesto todas las facilidades y flexibilidad en fondos y convenios firmados con la Subsecretaría de las Culturas y las Artes”

Recién en Mayo se estaba concretando el Plan de Apoyo, un plan que sería concursable, contra la petición explícita de todas las mesas de trabajo y organizaciones consultadas, porque en el fondo no se realizó ningún plan, sino que se cambiaron los objetivos internos de los fondos de ventanilla abierta, los cuales llegaron solo hasta una segunda entrega la que al 8 de Agosto recién cuenta con resultados publicados, es decir toda la preocupación y atención que la ministra afirmaba en Marzo, 5 meses después aún no se concreta. A esto se deberá sumar el tiempo de hacer la famosa letra de cambio en una notaría, firmas de convenio, visto bueno por parte de contabilidad y entrega del monto,publicación de REX mediante. Quizás a fines de Agosto, principios de Septiembre recién se estará llegando con la “ayuda” gestionada desde Marzo a los artistas. Ayuda que se valora pero que como lo dijéramos, llega tarde, a pocos y por ende se percibe como un salvavidas de plomo.

Según Sidarte y otras agrupaciones el universo de artistas escénicos beneficiados con el plan asciende a 674 trabajadores y trabajadoras, de un universo de 5378 se identificaban como trabajadores de las Artes Escénicas en un catastro que el mismo Ministerio realizó en Marzo, es decir la ayuda alcanzó solo a un 12.53% dejando fuera a un 87.47%, un desastre por donde se lo mire. 

No olvidemos que ese 12.53% que fue beneficiado además debe realizar un trabajo por los montos adjudicados, es decir el fondo de emergencia no solo distribuyó pésimo, sino que además exige prestar un contra servicio, por ende no clasifica como una ayuda. Es tan así que el fondo exige boletas de honorarios que acrediten que dichos servicios se prestaron, con lo que incluso agrava su ineficiencia al abrir la posibilidad a que todos los artistas beneficiados no puedan acceder a futuros bonos o préstamos puesto que sus “ingresos” no decayeron mientras fueron “beneficiarios” del fondo, esta es una de las tantas razones que se hubieran evitado al realizar un “bono cultura” el cual requería solicitar al parlamento atribuciones especiales que se optó por no solicitar.

De haberse realizado un “bono cultura” se podría:

  1. Haber llegado a una cantidad muy mayor de personas
  2. El beneficio no figuraría como un ingreso y estaría libre de descuentos (10,75% PPM)
  3. Su entrega podría haber sido mucho más expedita
  4. Se podría haber focalizado parte de la ayuda en criterios de precariedad económica y no de impacto o calidad artística.

Las distintas asociaciones de artistas no solo se bajaron de la mesa, también se han continuado haciendo cargo de buscar financiamientos solidarios para cubrir aquello que el ministerio ha obviado durante 5 meses en pos de perpetuar su burocracia. 

Estamos preocupados porque sabemos que ni 600 ni 1000 ayudas nos bastarán, porque sabemos que en un futuro extremadamente optimista tal vez logremos hacer una temporada en enero 2021 con salas a un cuarto de su capacidad, ese es un “tal vez” con sabor a “ni siquiera”.

El futuro para el arte está sombrío, la precariedad pre pandemia hoy nos parece un lujo, frente a una precariedad 2.0 que de continuar con nuestras autoridades culturales desorientadas solo nos asegura una deserción hacia empleos precarios, hacía botar carreras en pos de estudiar algo “útil”, al cierre de espacios y una larga lista que puede convertirse en enfrentar un corte abrupto de la continuidad de producción artística, que a la larga es la producción de sentido que opera como la voz identitaria de una cultura. 

La ministra deberá decidir si se queda mirando impávida o si decide tomar cartas reales en el asunto, en ser un interlocutor real entre el gremio del arte y la cartera de Hacienda, apoyar las instancias que puedan venir desde parlamentarios que busquen darnos un oxígeno económico y ciertamente lo mínimo es evitar a toda costa un descuento presupuestario en el área de cultura, no porque el arte sea o no una necesidad básica, sino porque detrás de ella hay miles de puestos de trabajo y familias que quedan fuera de la mayoría de las otras escasas formas de ayuda que ha impulsado el (des)gobierno de Piñera. 

Ministra, son tiempos de promover, de proponer, de buscar donde no hay, hoy un 87.47% de los artistas escénicos esta sin ayuda del ministerio, hacer nada ministra por mejorar la tasa de ayuda es un lujo que puede costar vidas.

Por nuestro lado los artistas deberemos continuar fortaleciendo las redes ya extendidas que hace meses ya entraron en la fase de  sobrevivencia y resistencia, dependiendo de distribuir nuestra propia caridad, observando cómo esta “crónica de una precariedad anunciada” se vuelve demasiado real.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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