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Un nostálgico film que rescata la figura del arriero obtiene tres premios en  Festival Internacional de Cine de Valdivia CULTURA

Un nostálgico film que rescata la figura del arriero obtiene tres premios en Festival Internacional de Cine de Valdivia

«Al amparo del cielo», de Diego Acosta, ganó en la Categoría Primer Corte, donde obtuvo la principal distinción junto a 1.500 dólares, el Premio Kiné-Imágenes, que recibirá como premio el proceso de postproducción online, y el Premio Sonamos, con lo que obtuvo tres jornadas de mezcla sonora en estudio 5.1. «A mí me gustan las películas que abren posibilidades e interpretaciones», comenta su creador. «Por ahora la película está entrando a postproducción y estos incentivos obtenidos en FICValdivia nos vienen muy bien para finalizar la película de la mejor forma, por lo que estamos muy contentos y agradecidos».


Tres fueron los premios que se llevó en la pasada 27. versión del Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICV) el proyecto fílmico «Al amparo del cielo» de Diego Acosta.

La cinta está entrada en la figura del arriero, un oficio en riesgo de desaparecer en medio de la creciente modernización de la sociedad.

«Al amparo del cielo» ganó en la Categoría Primer Corte, donde obtuvo la principal distinción junto a 1.500 dólares, el Premio Kiné-Imágenes, que recibirá como premio el proceso de postproducción online, y el Premio Sonamos, con lo que obtuvo tres jornadas de mezcla sonora en estudio 5.1.

«A mí me gustan las películas que abren posibilidades e interpretaciones», comenta Acosta.

«Por ahora la película está entrando a postproducción y estos incentivos obtenidos en FICValdivia nos vienen muy bien para finalizar la película de la mejor forma, por lo que estamos muy contentos y agradecidos», celebró.

En la cordillera

La reseña del film habla de un arriero y más de mil ovejas atraviesan acantilados y ríos para llegar al corazón de la Cordillera de los Andes. Una vez arriba, en un pequeño valle inundado, el arriero siente la soledad y el paso del tiempo de las tareas diarias. Poco a poco comienza a perderse entre las montañas, mientras los sueños aparecen como fantasmas.

«Soy oriundo de Machalí, ciudad que está a los pies de la cordillera en la Región de O’Higgins. Desde niño me interesó e impresionó las historias que escuchaba sobre la imponente cordillera que nace a pocos kilómetros de mi casa y que entonces me parecía inexpugnable».

El cineasta cuenta que fue la curiosidad lo que lo movió a centrarse en la figura del arriero.

«Desde que empecé a estudiar cine me interesó el documental o las películas que están ligadas a lo real. En ese cine está muy patente la observación, la curiosidad por el mundo», explica.

«Cuando conocí a don Cucho él me contó sobre la cordillera, sobre el viaje que hacen, sobre el puma o león. Todo eso me lo fui imaginando. Me invitó a subir con él para verlo con mis propios ojos y me dijo ‘en la cordillera cambia la cosa’ y tenía razón. Cuando subimos vimos cómo eran las montañas interminables, aparecieron las quebradas, la fuerza de la naturaleza y el esfuerzo de los arrieros por controlarla, los animales y los sueños».

A Acosta le interesa mucho la cultura e historia campesina de esta región y ha visto como este mundo compuesto de una identidad única ha ido cediendo espacio al desarrollo y la urbanización.

«He escuchado como los relatos orales se van perdiendo con la muerte de los más ancianos, generando jóvenes indiferentes a su entorno e historia. Por lo mismo, mi primer documental ‘Huaso Chileno’ (2015), inspecciona este mundo y sus contradicciones, a través de la historia de un huaso atípico», dice.

Imagen atemporal

Una intención con esta película era filmar en 16mm y en blanco y negro para generar un tiempo indefinido.

«Me fascinó ver las imágenes que revelamos con les amigues del colectivo CEIS8, del cual somos parte, y sentir que podía estar mirando hacia el pasado, y no solo hacia el verano pasado que fue cuando subimos a la cordillera, sino que a un pasado que podía ser en 1980, 1940 o 1920», dice.

Eso porque el trabajo que hacen los arrieros podría estar ubicado en esas décadas o incluso mucho más atrás.

«La trashumancia es una actividad tan antigua como la civilización humana, si uno sigue ese camino puede cruzar continentes, llegar a Mesopotamia, a Caín y Abel. Estas imágenes que podrían ser antiguas pero son contemporáneas me dan una sensación extraña, atemporal y estimulante», dice.

«También creo que con todo lo que hemos estado viviendo en el último año Chile en sí repite patrones del pasado: ahora estamos con toque de queda, hay violaciones a los derechos humanos constantemente, plebiscitos. Entonces me parece que así como el arriero puede estar en un tiempo indeterminado todo Chile está en ese tiempo que pareciera circular».

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