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Libro «Mi abuela estuvo en Auschwitz» de Marcos Alvo: Una inspiradora historia de sobrevivencia   CULTURA|OPINIÓN

Libro «Mi abuela estuvo en Auschwitz» de Marcos Alvo: Una inspiradora historia de sobrevivencia  

José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Este no es un libro para mostrar los horrores de aquello, aunque no podrá evitarlos, pues están en la esencia de esta historia testimonial, de familia, de sobrevivientes que alguna vez, después del horror, emigraron hacia otros lugares buscando una nueva vida. En este caso, la de Dezi, llegada a Chile después de la Guerra como otros migrantes que debieron trabajar duro en este recomenzar en un país desconocido


Hay libros que me motivan a escribir y a compartir un comentario, este es uno de ellos. El autor retoma una entrevista realizada a su abuela hace años y cumple con la promesa hecha a ella de escribir su historia. Dezi Barsilai Herrera, nacida en el seno de una familia de judíos sefardíes, en Grecia, Salónica (ciudad tomada por las tropas alemanes en 1941), debe enfrentar con su familia el antisemitismo, la persecución nazi y la deportación hacia el campo de concentración de Auschwitz, lugar al que bien se podría aplicar la inscripción que hay en la puerta del Infierno de Dante: “El que aquí entre, abandone toda esperanza”. Pero la esperanza y la fuerza de la vida son, a veces, más fuertes.

[cita tipo=»destaque»]Un libro bello –en su dureza, en su dolor indeleble y transmutado en serenidad, recuerdo y sabiduría–, hermoso por la esperanza, la amistad y el testimonio de la fuerza de la vida. Aunque sabemos por la literatura y el cine de Auschwitz y de otros campos de concentración, este volumen nos trae el relato de alguien que vivió en Santiago de Chile y que conoció el Holocausto, los olores penetrantes de trenes atestados de gente, el hacinamiento de pie en vagones oscuros en un viaje de días hacia lo incierto y amenazante, el hielo de las barracas, las enfermedades, la hambruna hasta la muerte lenta de algunos, la ceniza en torno a los hornos crematorios y el olor del entorno de estos, la aterradora y final palabra gasear, el ladrido de los perros de los guardias del cautiverio, y, más allá de todo aquello, de la luz al final del túnel.[/cita]

Este no es un libro para mostrar los horrores de aquello, aunque no podrá evitarlos, pues están en la esencia de esta historia testimonial, de familia, de sobrevivientes que alguna vez, después del horror, emigraron hacia otros lugares buscando una nueva vida. En este caso, la de Dezi, llegada a Chile después de la Guerra como otros migrantes que debieron trabajar duro en este recomenzar en un país desconocido. Un descendiente, su nieto, rehace a partir de los recuerdos que mantiene de su abuela y de una entrevista grabada a ella –en el contexto de recopilar testimonios de sobrevivientes del Holocausto por el mundo, por documentalistas dirigidos por Steven Spielberg–, con el relato de su antepasada, quien ha formado en América una numerosa familia y exitosa también, con el tiempo, en el ámbito del comercio en Chile.

Hay momentos en que la lectura va intercalando los recuerdos de Dezi con la voz del autor que se une a la de esta. La deportación de Salónica, el viaje de días interminables en vagones atiborrados de gente, está relatado desde quien lo vivió. Se transmite en la evocación el hacinamiento, los olores, lo espeso del aire, el valor de una pequeña rendija por donde entrara la luz o un poco de aire para respirar algo distinto, la degradación de los que allí iban; el confinamiento en guetos, la vida en estos; el número de serie grabado en los prisioneros, la vida en las barracas, las ratas, el hambre que aniquila lentamente, el frío, la selección entre quienes ya no podían trabajar y eran enviados a las cámaras de gases y los hornos crematorios, la muerte siempre presente; el esconder algunos objetos de valor, diamantes o joyas que habían podido ocultar antes del traslado desde la patria y que servían para el comercio clandestino, cambiarse por un mendrugo o el medicamento para alguien, esperando que no se notara su enfermedad para librarlo de la muerte. Hay quienes sucumbían, arrojándose a las alambradas electrificadas. Pero, sobre todo, en aquel infierno, la decisión de sobrevivir, aun al borde del abismo, para dar testimonio de lo que allí ocurría. Eso mantenía en pie, encendido el espíritu, salvó a muchas de las mujeres que compartían las barracas con Dezi. La amistad que allí se formó entre prisioneras. Esta es también una historia de amistad en medio de lo inefable propio del horror.

Hasta que llega el término de la guerra. Los soldados rusos que arriban primero, es la liberación, pero todavía con la barbarie que acompaña estos períodos oscuros de la humanidad. Violaciones incluidas, ante las cuales las mujeres deben idear medidas extremas para evitarlas. Hasta volver al país de origen, los pocos que sobrevivieron. Luego, el partir.

Un libro bello –en su dureza, en su dolor indeleble y transmutado en serenidad, recuerdo y sabiduría–, hermoso por la esperanza, la amistad y el testimonio de la fuerza de la vida. Aunque sabemos por la literatura y el cine de Auschwitz y de otros campos de concentración, este volumen nos trae el relato de alguien que vivió en Santiago de Chile y que conoció el Holocausto, los olores penetrantes de trenes atestados de gente, el hacinamiento de pie en vagones oscuros en un viaje de días hacia lo incierto y amenazante, el hielo de las barracas, las enfermedades, la hambruna hasta la muerte lenta de algunos, la ceniza en torno a los hornos crematorios y el olor del entorno de estos, la aterradora y final palabra gasear, el ladrido de los perros de los guardias del cautiverio, y, más allá de todo aquello, de la luz al final del túnel. De la creación de una familia formada en tierra lejana; y uno de sus nietos retoma el testimonio de su abuela, para cumplir con la promesa hecha sobre lo que esta quiso testimoniar. Un libro conmovedor: la voz esencial de una gran mujer, refundadora desde las ruinas y la de quien rescata su memoria.

Mi abuela estuvo en Auschwitz, Una inspiradora historia de sobrevivencia, de Marcos Alvo, Sello Aguilar, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A., primera edición, agosto de 2020.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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