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Traductor de libro de sociólogo británico y el proceso constituyente chileno: «La convivencia social no puede organizarse partiendo siempre desde cero» CULTURA Crédito: Aton

Traductor de libro de sociólogo británico y el proceso constituyente chileno: «La convivencia social no puede organizarse partiendo siempre desde cero»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Daniel Chernilo, de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), y Rodrigo Cordero de la Universidad Diego Portales (UDP), tradujeron «Investigaciones políticas» de Roberto Fine, en su opinión de actualidad en el marco de la labor de la Convención Constituyente. Se trata de un texto de teoría social – lee a autores como Hegel, Marx y Arendt – pero tiene una dimensión muy actual porque discute cuestiones sobre Constitución, representación política y los límites de la deliberación democrática, entre otras.


Un libro del destacado sociólogo británico Robert Fine (1945-2018) acaba de publicar la editorial Metales Pesados.

Se trata de «Investigaciones políticas», que cuenta con la traducción realizada por el sociólogo y profesor Daniel Chernilo, de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), y Rodrigo Cordero de la Universidad Diego Portales (UDP).

Se trata de un texto de teoría social – lee a autores como Hegel, Marx y Arendt – pero tiene una dimensión muy actual porque discute cuestiones sobre Constitución, representación política y los límites de la deliberación democrática, entre otras.

 

La cuestión de la política

Chernilo señala que el libro aborda una preocupación central de la existencia humana – la pregunta por la política – y usa tres autores muy significativos del pensamiento posterior a la Ilustración – Hegel, Marx y Arendt – para intentar comprender qué es lo específico de la política moderna.

Con cada uno de esos pensadores, Fine busca comprender dimensiones o desafíos específicos de la forma en que las sociedades modernas organizan su vida en común: la relación entre el estado y la sociedad civil, entre capitalismo y democracia, entre representación y deliberación, entre nacionalismo y cosmopolitismo, entre dominación legítima y violencia totalitaria, explica.

«El libro es importante, además, porque ofrece un tipo de lectura de estos autores clásicos que es distinta a la exégesis puramente escolástica pero tampoco es simplemente una utilización pragmática con fines empíricos o políticos contingentes. Fine lee a estos autores como parte de una tradición, la tradición de la teoría social moderna, que a los traductores nos interpreta y que queremos destacar», señala.

Fine es aun autor relativamente poco conocido en el mundo de habla hispana y este es su primer libro traducido íntegramente al castellano. Por eso, los traductores incluyeron, como introducción, un texto de Chernilo donde se contextualiza su trabajo y se ofrece una interpretación general de su pensamiento.

«Finalmente, el texto es biográficamente importante para mí, porque Robert Fine fue un gran mentor y amigo que falleció prematuramente en 2018. Este es un homenaje algo tardío».

Coordenadas para el pensamiento

Para Cordero, tal como plantea su título, el texto, más que proponer una teoría general sobre la política, ofrece una serie de “ejercicios” de investigación sobre el sentido, la forma y las perplejidades de la vida política moderna.

Son, en sus palabras, ensayos de lectura que proponen coordenadas que invitan a pensar en y a trabajar con las promesas y equivocaciones de la política.

«En cierta forma, Fine hace suya en este libro la inquietud de Arendt, pero que también es persistente en los escritos de Hegel y Marx, de comprender las relaciones, muchas veces tensas y contradictorias, entre el pensar, la acción y la política. Ello se manifiesta, primero, en el esfuerzo de Fine por comprender las formas e instituciones políticas como resultados históricos y no como hechos naturales; segundo, el reconocimiento de que, si bien la política es una dimensión central de la organización de la vida en común, ella es una parte de la sociedad y no debería confundirse con el todo; tercero, la convicción de que la política no es pura ideología ni tampoco una herramienta al servicio de los poderosos, sino que una actividad normativamente mediada y un espacio desde donde es posible pensar y transformar nuestra existencia en común. En esta línea, y no obstante el firme anclaje de Fine en la tradición sociológica, su pensamiento despliega una notable ambición interdisciplinaria», afirma.

Para el académico de la UDP, el libro también tiene una relevancia biográfica e intelectual enorme.

«En los primeros años de mis estudios doctorales se transformó en un inesperado aliado en el proceso de aprender a investigar teóricamente. Sin la lectura de ‘Investigaciones Políticas’, no hubiese tenido el coraje para comenzar a realizar mis propios ejercicios de investigación política. Traducir el libro es una forma de proyectar ese aprendizaje a través de la conversación con nuevas y nuevos lectores», afirma.

Desafíos de traducción

Obviamente, este texto implicó varios desafíos a nivel de la traducción.

«Este es un libro que yo conocía bien antes de comenzar a traducirlo. Y producto de 15 años de conversaciones y publicaciones conjuntas con Robert Fine, varias de sus tesis centrales las tengo, diría, internalizadas. Desde ese punto de vista, no fue especialmente difícil imbuirse en la forma de pensar y escribir de Fine», comenta Chernilo.

Por otro lado, la prosa de Fine es algo inusual en inglés, porque gusta de frases largas, pero con una estructura muy diferente a la del castellano. Otro tema fue como traducir las múltiples citas que el texto tiene que Fine cita en inglés pero que vienen del francés o del alemán. En el libro se explica como en algunos casos los intérpretes usaron traducciones ya establecidas al castellano (como en el caso de Kant, Hegel o Marx), mientras que en otros las hicieron ellos mismos, remata.

En palabras de Cordero, la traducción de un libro como este tiene las complejidades propias de intentar hacer accesibles argumentos cuya profundidad y riqueza narrativa se pierde si uno se apega rígidamente al rigor idiomático. Esa es una dificultad que todo trabajo de traducción involucra.

En el caso de «Investigaciones políticas», se agrega el desafío de capturar una cierta sensibilidad hacia el trabajo de lectura y actitud hacia el pensar la vida política expresada en el texto. Por un lado, la lectura como ejercicio de conversación con los autores -como a Fine le gustaba describir su forma de trabajo-, y por otro, una actitud que se resiste a congelar la política en categorías filosóficas estáticas. Se trata, como decía Hegel, de capturar el movimiento de los conceptos, comenta.

«A estas complejidades se suma una mucho más mundana: encontrar tiempo para realizar la traducción. Esto no es fácil cuando en el trabajo académico actual las métricas de evaluación desincentivan emprender este tipo de proyectos».

Actualidad

Para los traductores, este libro además tiene actualidad en el Chile en el marco de su proceso constituyente.

Cordero resalta que Robert Fine comienza su libro con una reflexión que, inspirada por el trabajo de Ítalo Calvino, plantea la inquietud de por qué leer en la actualidad textos clásicos tales como «Filosofía del derecho» de Hegel, «El capital» de Marx y «Los Orígenes del totalitarismo» de Arendt.

Añade que su respuesta se dirige tanto a estar abiertos a encontrar en estos libros “descubrimientos sorpresivos” que cuestionen las “imágenes petrificadas” que «tenemos de ellos, como a emplearlos como herramientas para reinterpretar críticamente lo político en diálogo con las vicisitudes de nuestra experiencia contemporánea. Esta misma pregunta podríamos aplicarla al propio texto de Fine, especialmente en el contexto de la discusión sobre el proceso constituyente y la crisis sociopolítica».

«Uno de los ejes centrales del libro de Fine es la sospecha de los absolutismos, tanto aquellos que habitan nuestros hábitos de pensamiento como aquellos que se hacen carne en el funcionamiento de las instituciones en las cuales se organiza la vida en común. Creo que este es un punto de partida relevante para el momento que vivimos. Escribir una nueva constitución es un proceso político muy rico en términos de la apertura a una reflexividad colectiva en el cual la sociedad misma se transforma en objeto de crítica, imaginación y transformación», destaca.

«Por lo mismo, la búsqueda de transformar nuestras instituciones y modos de vida en nombre de mayor justicia, libertad y derechos no puede soslayar el peligro de transformar el nuevo comienzo en un comienzo absoluto. Eso no significa renunciar a una política transformadora, sino que, como sugiere Fine, renunciar a una forma de pensamiento conceptual que mistifica la idea de ruptura radical», dice el académico de la UAI.

Dos aportes

En esa línea, Chernilo apunta a dos aportes principales.

Primero, Fine argumenta que cualquier forma jurídica, así como también cualquier principio moral, deviene autoritario e incluso totalitario si se busca aplicarlo de forma absoluta o irrestricta. Por el contrario, en una sociedad moderna todos los principios y derechos coexisten con otros principios y derechos y en una sociedad democrática es preciso que ellos “conversen”. La soberanía estatal es importante mas no absoluta, la propiedad privada es muy significativa mas no absoluta, la deliberación democrática es fundamental mas no absoluta.

En el contexto del Chile contemporáneo, esta invitación a pensar todo derecho y principio moral como parte de un “sistema de derechos” (esta expresión Fine la toma de Hegel) es fundamental, a su juicio. «Lo propio de los regímenes autoritarios es justamente que toman uno de estos momentos y lo transforman en su momento fundacional y lo dejan sin contrapeso».

Segundo, Fine discute la relación problemática que toda constitución tiene con su origen. Con esto indica no solo el vínculo siempre polémico entre constitución y violencia (como puede ser el caso del estallido social), ni tampoco la relación entre constitución y excepción (como schmittianos de izquierda y derecha gustan decir), sino que se refiere fundamentalmente a que el momento constitucional adquiere su fundamento del hecho de ser un momento inicial, pero que, para generar autoridad, ese principio de inauguración debe suspenderse y congelarse en algún momento.

«La convivencia social no resiste, no puede organizarse, partiendo siempre desde cero. Es preciso por tanto pasar de lo inicial y momentáneo a un orden jurídico que aspire a ser estable y constante. Pero con ese desplazamiento se quiebra entonces la promesa democrática de poder darnos siempre nuestras propias leyes. Todo momento constituyente debe lidiar con esta dificultad inherente. Y en el caso de Chile, aun está por verse como habremos de resolver esta tensión», concluye.

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