Muestra «El desastre y lo posible»
Casi dos años de vidas en fragmentos, de idas y vueltas, de encierros y aperturas, de lugares en silencio, ocultos, quebrados, que luego de un tiempo emergen y dejan expuestas nuevas fracturas, nuevas arrugas, nuevos colores. Así ha sido esta época de pandemia y así también es la obra que construyó la artista argentina Mercedes Pérez San Martín, para la nueva exposición presencial que se inauguró el jueves 26 de agosto en el Centro de Extensión UC.
“Los últimos dos años que hemos vivido han sido una especie de paréntesis. Entonces, pensar las cosas de manera lineal, creo que es un poco imposible: todo parte del mismo eje, que es el desastre. Esta muestra es un pastiche de distintas técnicas y, en el fondo, de distintas maneras de representar lo mismo: que es estos tiempos que estamos viviendo, cómo a mí me afectó la pandemia y cómo afectó al mundo”, dice Mercedes Pérez San Martín.
En la exposición «El desastre y lo posible», la pintora se sumergió en el estudio de los pliegues del tiempo y los recuerdos de su pasantía en la Villa Epecuén. Este pueblo de la provincia de Buenos Aires solía ser un sitio lleno de actividades de veraneo para la aristocracia bonaerense, pero en 1980 sufrió una inundación que lo tuvo por más de 20 años cubierto de agua, y hoy es posible recorrerlo como un gran campo de ruinas.
«Venía de hacer durante años una geometría mucho más dura, y lo mío siempre ha sido la pintura en gran formato, como las piezas textiles que están en esta muestra. Esa es mi obra tradicional, pero luego estas acuarelas más pequeñas fueron sucediendo por estar encerrada en la cuarentena, por un tema de espacio. En ese encierro, empecé a rememorar esta residencia que hice en el Valle de Epecuén, que para mí fue un antes y un después: con esos recuerdos y la pandemia, la idea de lo fraccionado, de lo roto, de lo que puede estar arrugado empezó a ser un poco el eje de mi trabajo”, explica Mercedes Pérez San Martín sobre el tipo de estilos que están presentes hoy en la galería de arte del Centro de Extensión UC.
Al recorrer la muestra es posible apreciar tres sectores de pinturas en distintos soportes, explorando ese mismo concepto del desastre. Están las pinturas textiles de gran formato, que cuelgan y no tienen bastidor, si no que caen como telares anchos desde ganchos perfectamente desprolijos, con un foco principal en figuras geométricas que parecen moverse.
Luego se pueden apreciar 33 acuarelas con imágenes de Villa Epecuén y de paños retratados resaltando arrugas y quiebres de líneas, que se asemejan a las contracciones de estos tiempos pandémicos fragmentados. Finalmente, en una tercera zona, se observa una instalación de múltiples piezas de yeso, como ladrillos que cayeron del aire y quedaron esparcidos en el suelo, con algunos bloques emergiendo pintados y otros casi sucios.
«Esto pasa por la idea del pliegue, del escombro, del polvo que queda en las manos con el yeso; en las pinturas telares está el recorte, el hilo que cae, el gancho que no está bien puesto: que es un poco lo que me sucede a mí en estos tiempos. Hay un ida y vuelta todo el tiempo entre estas obras, no es una muestra lineal. Estamos entre avances y retrocesos todo el tiempo, y eso fue un poco lo que me estuvo pasando internamente también en esta pandemia. Recién ahora estoy recapitulando: con todo esto montado y poder verlo, entiendo todo lo que me pasó entremedio. Hay una mezcla de inspiraciones, pero creo que todo parte del mismo lugar, que es el desastre», describe Mercedes Pérez San Martín.