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Joan y Víctor de Chile CULTURA|OPINIÓN

Joan y Víctor de Chile

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José Albuccó
Por : José Albuccó Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez
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Hoy septiembre nos recibe con un Chile más diverso, pero no con menos resistencia a la diversidad. Tal como lo hicieron Víctor Jara y Joan Turner en su momento, seguramente, vendrán otros que, desde las artes y la cultura, querrán sumar a los excluidos e invisibles del nuevo milenio.


El anuncio del Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales 2021 a Joan Turner de Jara, por su sobresaliente trayectoria en el desarrollo de la danza y la cultura en Chile, sin duda que fue un reconocimiento celebrado de manera transversal por el mundo cultural de nuestro país.

El galardón, coincidentemente, llega en septiembre, un mes de enormes contrapuntos para Chile y, seguramente, para la misma premiada. En el Chile de los años 50, al cual llegó la británica Joan Turner, las elecciones se realizaban los 4 de septiembre, para luego dar paso a las Fiestas Patrias. Sin embargo, el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973 significó una fractura histórica en nuestros ritos republicanos.

Para la flamante Premio Nacional de Artes esta fecha marcó un antes y un después en su vida, luego de que Víctor Jara, su esposo y reconocido músico, cantautor y director cercano a la Unidad Popular, fuera apresado y luego asesinado el 16 de septiembre de 1973 a manos de agentes militares.

Víctor Jara fue uno de los músicos más emblemáticos de la llamada “Nueva canción chilena” y pilar en la música latinoamericana, dando espacio en sus composiciones a personajes del mundo popular: obreros, trabajadores, estudiantes y niños históricamente excluidos. A través de su canto, Víctor Jara llevó sus vivencias a un lugar protagónico, visibilizando un Chile que nadie quería ver.

Joan Turner, pese a la pérdida y el exilio inicial, volvió a Chile y siguió su propio camino, dando vida al Centro de Danza Espiral, una institución clave en la formación de bailarines y coreógrafos y que, además, acercó la danza a los sectores más vulnerables del país. Coincidió así que tanto Joan como Víctor, en sus respectivas disciplinas artísticas, apostaron por la integración y la visibilización de los invisibles. Fueron Joan y Víctor de Chile.

Este premio y la llegada de septiembre nuevamente nos recuerdan nuestras contradicciones históricas, pero también nos muestran otras nuevas. Como el fenómeno de la migración, que ha cambiado el seno de la sociedad chilena, generando nuevas formas de exclusión, nuevos excluidos, nuevos invisibles.

Hoy septiembre nos recibe con un Chile más diverso, pero no con menos resistencia a la diversidad. Tal como lo hicieron Víctor Jara y Joan Turner en su momento, seguramente, vendrán otros que, desde las artes y la cultura, querrán sumar a los excluidos e invisibles del nuevo milenio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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