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Libro «Las Lágrimas de la Estrella»: un gesto simbólico de indignación CULTURA|OPINIÓN

Libro «Las Lágrimas de la Estrella»: un gesto simbólico de indignación

Como señala María Isabel Mordojovich en el primer prólogo (que titula «Mi País es un Corazón a Tajo Abierto»), se trata de un encuentro entre dos artistas. Soledad Neira pintora y Felipe de la Parra poeta.


“Cada obra en este libro es el gesto simbólico de la indignación: un hervidero de crítica y reflexión…”.

Desde el principio (aunque está al final), ya en el propio índice de este libro («Las lágrimas de la Estrella», Liberalia Ediciones) de palabras y banderas abrazadas vibra el germen de una obra poética, si se lee con la intención de buscar lo que acusa el título.

Hagamos el ejercicio:

“Cantar, el casco, bandera consolidada, suturas, bandera lavada, quemada, obrera, la bandera mapuche, la salud nacional, bandera del agua, de las ollas comunes, del estallido social, la pandemia y la cuarentena, bandera del femicidio”.

Suena bien, porque como señala María Isabel Mordojovich en el primer prólogo (que titula «Mi País es un Corazón a Tajo Abierto»), se trata de un encuentro entre dos artistas. Soledad Neira pintora y Felipe de la Parra poeta. La estrella que late y llora es la de la bandera chilena y su historia. La reciente y la de antes, la esencia. Pinceladas y versos se unen, estremeciéndose. Y de ese abrazo de dolor y denuncia, de esperanza y clamor, de sueños y certezas, surge el poderoso mensaje mancomunado.

Un real acierto esta edición que, en español y en francés (lo que la asciende a una categoría aún más específica), observa el acontecer de siglos y de las últimas cinco décadas. El poema final se funde con la bandera del Femicidio y así acusa otra tragedia de Chile:

“…la mujer asesinada,
cuando la Patria mata a la Matria
el amor de la vida”.

Es parte del encuentro entre los dos artistas.

En el segundo prólogo, la profesora de la Universidad de La Habana Yurima Cadero señala que la construcción discursiva paralela de Soledad y Felipe encamina otra dimensión temporal:

“Para la historia chilena contemporánea es momento de poner al tiempo límites, por lo que la conciencia nacional es reexaminada desde cada propuesta de la artista, no es tiempo de prácticas excluyentes, espejismos sociales y visiones inconexas. Cada obra es el gesto simbólico de la indignación: un hervidero de crítica y reflexión…”.

De la Parra, respecto de la bandera de la Patria Vieja:

“La primera Patria
fue el mar y el cielo
la imperecedera arena.
Las olas unas tras otras
fueron las voces
que no pudieron callar”

Y de la bandera obrera:

“…el agua dejó de ser de ellos
La tierra les esconde las manos verdes
El mar los encadena de pies y sal
Las fichas de la ratería son mineral y metal”

En este libro se juntan las mil realidades que dan nacimiento a la vida nuestra, porque finalmente la bandera es la madre de cuánto nos ocurre y nos ocurrió. Está la bandera chilena/mapuche (“desalmados/sin embargo/nos dejaron sin país/cambiaron el año nuevo/prestidigitadores nos dejaron mudos/escondieron la palabra/cambiaron los bosques/con paz de pólvora y mentiras).

Está la bandera de la salud nacional (“la bandera azul de las enfermeras /tiene la estrella de la vida”. Está la bandera de las ollas comunes (“…es un plato a la hora del almuerzo”).

La estrella, las lágrimas y la bandera son femeninas y a esta sangre se entrega, finalmente, el libro y su mirada constante de acuso y denuncia. Así el primer poema, Cantar, es un homenaje a la propia pintora Soledad Neira (“Canto que te canto/para que vueles/Soledad/ canto que te canto/con tus banderas a media asta/para espantar los minutos de silencio. (Galopa galopa/en tu caballo rojo/por tu Patria inaugurada).

Ya decíamos párrafos más arriba que el último poema del libro se funde con la bandera del Femicidio, duro y oscuro paño con sus colores patrios enlutados que acusan otra tragedia de Chile: “…nos han estado mintiendo/todo el tiempo/toda la historia/siempre estuvo sucediendo/cada semana”. Por lo mismo, el verso final de Felipe De la Parra es tan determinante, como sello del periodista-poeta, que reiteramos:

“la mujer asesinada,
cuando la Patria mata a la Matria
el amor de la vida”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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