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“Escape a los Andes”: La fantástica hazaña de “el Schindler boliviano” CULTURA

“Escape a los Andes”: La fantástica hazaña de “el Schindler boliviano”

Odette Magnet
Por : Odette Magnet Periodista y escritora, y ex agregada de prensa de las embajadas de Chile en Washington, D.C. y Londres y ex agregada de prensa y cultura en el Consulado General de Chile en La Paz, Bolivia.
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Gracias a su poder económico e influencia política, Mauricio Hochschild movió recursos y barajó fórmulas hasta que logró que cerca de veinte mil judíos provenientes de Europa llegaran a Bolivia. Ahora un libro de los periodistas Robert Brockman y Raúl Peñaranda cuenta su historia.


Robert Brockman y Raúl Peñaranda se conocieron hace más de 30 años en la universidad y, luego, a lo largo del tiempo, coincidieron en algunos trabajos. La vida los volvió a juntar cuando decidieron juntar las mentes y y las manos y escribir un libro juntos. Cinco años después, estos dos destacados periodistas bolivianos son los autores de “Escape a los Andes”, que relata una historia fascinante pero (hasta ahora) desconocida: la de “el Schindler boliviano”.

Se trata de Mauricio Hochschild, un empresario minero de origen judío alemán y uno de los hombres más acaudalados de su tiempo en América. Su sede central estuvo en Chile, la fuente de su riqueza en Bolivia y abrió oficinas en Perú y Argentina (adoptó la nacionalidad argentina después de perder la alemana en 1933 a causa del nazismo).

Junto a los bolivianos Simón I. Patiño y Carlos Aramayo eran conocidos como los “barones del estaño”. Pero cuando los nazis lo colocan en el bando contrario por ser judío, éste busca rescatar a tanta gente como fuese posible y pone a disposición de los aliados la producción de estaño de Bolivia (con él se hacían aviones, casquillos, turriles de petróleo).

Gracias a su poder económico e influencia política, movió recursos y barajó fórmulas hasta que logró que cerca de veinte mil judíos provenientes de Alemania, Austria y Polonia, Checoslovaquia, Hungría e Italia llegaran a Bolivia desde fines de los años 30. “Ayudó financieramente a los que llegaban a Bolivia, entregaba recursos y bienes como camas, cocinillas y cosas así. Luego préstamos que, en muchos casos, no eran pagados”, explica Brockman.

-¿Cómo logró salvar tantas vidas?

– Muchas entidades judías empezaron, hacia fines de los 30, a buscar desesperadamente lugares donde los judíos pudieran migrar-recuerda Brockman. Como sabían de la existencia de este importante empresario, lo contactaron. Pero Hochschild dijo que era imposible que Bolivia pudiera abrir sus puertas. De todos modos, estaba trabajando para ayudar a los judíos a encontrar un lugar, especialmente en Argentina. Pero también Argentina cerró sus puertas, como Chile, Perú, Uruguay y Paraguay.

-Hochschild es un personaje desconocido en Chile.

-También, aunque parezca paradójico, lo es en Bolivia-aclara Peñaranda.- Y se tiene de él una imagen muy unilateral, solo que era un empresario abusivo y explotador en la primera mitad del siglo 20. Alrededor de 2015 despertó el interés por esa figura olvidada, primero en Bolivia, y después en el mundo. Un estudiante escribió su tesis de grado, un estudioso hizo una monografía y una escritora boliviana publicó una novela. De ahí empezó a crecer el interés. A eso se sumó la inauguración del magnífico Archivo Histórico de la Minería Nacional de Bolivia, que contiene documentos en algunos casos literalmente sacados de basureros y patios descubiertos. La parte de los documentos de Hochschild referidos al tema judío están ahora protegidos por la Unesco.

En 2017 Brockman publicó el libro “Dos disparos al amanecer: vida y muerte de Germán Busch”, que retrata en un par de sus capítulos la alianza salvadora entre el presidente y Hochschild. Allí nació su interés en él. Luego la agencia France Presse lo entrevistaría sobre “el Schindler boliviano”.

Luego de que el artículo saliera publicado en varios países e idiomas, recibió un mensaje por twitter desde Manila de Patrick de Koenigswarter, un franco-británico que había trabajado en el Grupo Hochschild y que todavía tenía relación con antiguos funcionarios de la empresa. Koenigswarter le ofreció un CD con mucha información relevante. Y cumplió.

Peñaranda, por su parte, prestó atención a las noticias sobre el Archivo de la Minería, que habían descubierto esta faceta. En 2016 se desempeñaba como editor general en la agencia de noticias Fides en Bolivia, que publicó información sobre el tema. Aprovechando una beca que obtuvo en Washington D.C., en 2017, contactó a Henry Mayer, asesor principal de los archivos del Museo del Holocausto de esa ciudad, quien lo ayudó a utilizar el enorme repertorio de la institución.

Llegó el día en que ambos se enteraron de que estaban en proyectos similares. De inmediato decidieron escribir juntos el libro.

¿Existe algún paralelo entre lo que sucedió entonces en Europa con lo que vemos hoy en el mundo?

– Sí, existe-dice Peñaranda. Hemos sido testigos de cómo millones de venezolanos migran forzosamente por las políticas erradas de su gobierno. Millones de sirios migran por el extravío de ese régimen. Vemos a mujeres despojadas de sus derechos en muchos países. Pero la escala es diferente. El Holocausto y, en general la Segunda Guerra Mundial, han sido los eventos más luctuosos de la historia de la humanidad. De todos modos, hay algunos paralelos. Está el denominado holocausto ruandés, con millones de muertes. Y hoy la lucha de los palestinos por tener un Estado. Afortunadamente, y con todas las limitaciones que existen, en las crisis actuales existe una opinión pública internacional más dispuesta a entender estos procesos a lo que ocurrió en la primera mitad del Siglo 20.

-De lo investigado,¿puede describir cómo fue la travesía de los judíos a Bolivia y su inserción en el país?

-Primero, debían lograr de las autoridades alemanas un pasaporte, que no era algo fácil. Muchas veces las exigencias les demandaba días o semanas de trámites. Junto con ello, debían aceptar perder todo su dinero y sus bienes, que eran requisados por las autoridades. Obtenido el pasaporte, tenían que conseguir una visa. Pasaban días enteros haciendo colas en las puertas de los consulados. Ahí es donde empiezan a enterarse que Bolivia daba esas visas, tanto a través de consulados oficiales como honorarios, a cargo de europeos. También se obtenían mediante agencias de viaje, las cuales tenían acuerdos con el estado boliviano.

“De allí debían comprar pasajes en barcos que los llevaran de Europa hasta Arica. Los puertos mayormente usados eran los de Francia e Italia. El de Génova fue el puerto italiano que estuvo por más tiempo abierto.”

-¿Puede hacer un perfil de la comunidad judía hoy en Bolivia?

-Hoy es muy pequeña-aclara Brockman-. Tal vez unos cientos de personas, la mayor parte de ellas en Santa Cruz. Después de la guerra y en la década de los 50, los judíos empezaron a irse a otros países más desarrollados, como Chile, Brasil o Argentina. También se fueron a Israel desde su creación, en 1948. Y, obviamente, a Estados Unidos. Hasta los años 50 y 60 la comunidad judía era todavía vibrante y numerosa, pero desde entonces empezó a reducirse.

-Puede resultar difícil entender la evolución de un Hochschild empresario adinerado a un filántropo que salvó miles de vidas. ¿Puede explicarla?

-Lo es. Ese cambio fue gradual, al principio. Primero tuvo una conciencia sobre su propia “judeidad”, que no había tenido antes, porque era un hombre secular, a partir de 1933, cuando pierde su nacionalidad alemana. Cuando se aprueban las Leyes de Nuremberg, ayuda a toda su familia a salir de Alemania, excepto una tía que no quiso hacerlo y que murió en un campo de exterminio. Una vez que internalizó la gravedad de la situación, Hochschild acudió a sus contactos internacionales, por ejemplo, a los gobiernos de Inglaterra y Francia y la clase política de Estados Unidos para intentar ayudar a que se abrieran las puertas de los países. Tuvo relativo éxito. Hasta entonces siempre pensó que Bolivia no era una opción. Lo dijo, con exceso de sinceridad, en varios telegramas y cartas. Por eso apoyaba la posible llegada de judíos a Argentina, que ya tenía una comunidad judía muy importante.

“Pero finalmente, en 1938”, interviene Peñaranda, “tuvo una especie de revelación y en ese momento decide convencer al presidente Germán Busch de abrir las puertas a los judíos por medio de un decreto que permite el ingreso de migrantes. Realiza un trabajo detallado y lento. Finalmente, la apertura se da en junio de 1938. Tan abierta era esa política, que incluso en Europa algunas entidades judías pensaban que se trataba de un esquema de estafa para los interesados.”

“Escape a los Andes” se encuentra disponible en Chile, en febrero estará en Argentina y en Uruguay; en Bolivia y Paraguay en marzo. En abril se publicará en Colombia y en junio en México, para posteriormente ser comercializada en Centroamérica hispanohablantes.

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