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Educación artística, educación para el futuro CULTURA|OPINIÓN

Educación artística, educación para el futuro

Fernando Gaspar
Por : Fernando Gaspar Director de Creación Artística de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile
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Trabajar en el desarrollo de la educación artística es promover escuelas más inclusivas, que asumen el sentido profundo que tiene la educación para las personas, otorgando la oportunidad de compartir espacios sensibles, atmósferas cargadas de curiosidad y de invitación al juego, a la reflexión y también a la acción, a la interpretación de cada niño y niña de sus vidas, ensayando experiencias virtuosas que les permitan saber reconocer lo que quieren en sus propias vidas y entornos.


El inicio del año escolar ha traído a la agenda pública las dificultades de convivencia en las comunidades. Al mismo tiempo, se cumplen 50 años del golpe militar que deja de manifiesto las profundas divisiones que existen en la sociedad chilena, no sólo respecto de nuestro pasado, sino también sobre el presente.

El problema de la convivencia es un tema grave de nuestra sociedad, que la escuela y otros espacios muestran a veces de maneras sutiles y en otras ocasiones de formas descarnadas que incluso llegan a los medios de comunicación masivos. Las complejidades de la vida en común, del ejercicio de las libertades y derechos de las niñas, niños y jóvenes y la construcción de futuro, están íntimamente ligadas al desarrollo de la educación artística en nuestro país.

La celebración del 16 al 19 de mayo de la Semana de la Educación Artística, es una buena oportunidad para promover el desarrollo de la educación artística en las escuelas, museos, bibliotecas, universidades, centros culturales, entre muchos otros espacios formativos y/o de convivencia comunitaria.

Está demostrado en numerosos estudios que la educación artística es un excelente espacio de aprendizaje y de trabajo colaborativo que posibilita la resiliencia a los múltiples problemas y conflictos a los que se ven enfrentados en el presente los niños, niñas y jóvenes. A través de la promoción de esos espacios de encuentro gracias a la educación artística, se pueden abordar los desafíos que ha significado el regreso a la presencialidad así como otros desafíos que tenemos como sociedades.

Promover la educación artística se traduce en la mejora de procesos educativos en distintas disciplinas y áreas del conocimiento ya que los aprendizajes de otros campos del saber, en vínculo con las prácticas artísticas, se fortalecen y son más significativos gracias a la incorporación de una percepción sensible de nuestro entorno y nuestras relaciones humanas o con el medio. La educación artística no tiene como objetivo principal la formación de artistas, busca compartir una serie de prácticas que incorporan múltiples dimensiones de aprendizaje en beneficio tanto individual como colectivo.

Es en los espacios generados a través de la educación artística que se promueve la creatividad y la búsqueda común a los desafíos que se nos plantean. En la promoción de la diversidad, la vocación de interpelar el orden establecido y la búsqueda de nuevos lenguajes y sensibilidades, la educación artística promueve los proyectos colectivos, el desarrollo de sociedades sustentables y sostenibles, conformadas por sujetos activos, conscientes y solidarios.

El aprendizaje en la educación artística incentiva la empatía, así como la búsqueda de soluciones comunes a las dificultades y desafíos que enfrentamos. Gracias a las prácticas artísticas, las escuelas, museos, centros culturales, espacios de formación de cualquier naturaleza, son lugares más seguros, más felices y más conscientes de la importancia de la convivencia donde se reconocen y respetan nuestras diferencias, al mismo tiempo que se promueve la vida en sociedad.

La educación artística no promueve comunidades uniformes, ni acuerdos totalitarios que incentivan lo políticamente correcto y humanamente inadecuado, al contrario, celebran la diversidad, reconocen al otro u otra, valoran lo distintivo como también lo que puede ser común y compartido. Uno de los mayores retrocesos a los que nos vemos enfrentados en la actualidad es precisamente la tiranía de la uniformización, algo ajeno y distinto de los principios y acciones que movilizan a la educación artística.

Por esto, trabajar en el desarrollo de la educación artística es promover escuelas más inclusivas, que asumen el sentido profundo que tiene la educación para las personas, otorgando la oportunidad de compartir espacios sensibles, atmósferas cargadas de curiosidad y de invitación al juego, a la reflexión y también a la acción, a la interpretación de cada niño y niña de sus vidas, ensayando experiencias virtuosas que les permitan saber reconocer lo que quieren en sus propias vidas y entornos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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