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Muestra sobre balnearios de la UP: cuando el turismo dejó de ser de la élite CULTURA|OPINIÓN

Muestra sobre balnearios de la UP: cuando el turismo dejó de ser de la élite

Pía Acevedo
Por : Pía Acevedo Dra (c) en Arquitectura y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile.
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Si se plantea nuevamente el cuestionamiento sobre el rol que este tipo de ejercicios museográficos cumple, una respuesta posible es su contribición a la reconstrucción de la memoria colectiva reciente, a la reivindicación de aquellas experiencias traumáticas vividas por miles de chilenos y chilenas, a la unión entre diversas disciplinas que trabajan en post del pasado reciente de Chile y la protección y compromiso permanente de la democracia, visibilizando de manera didáctica e innovadora lo que sucede cuando ésta es arrebatada.


En el ex pabellón de reos del Parque Cultural Ex Cárcel de Valparaíso se inauguró la exposición “Turismo Social y derecho al descanso: La construcción de memoria de los Balnearios Populares en Chile, 1970-1973” a cargo de las investigadoras Macarena Cortés, Thaise Gambarra y Francisca Evans de la Pontificia Universidad Católica.

Esta exposición, de la mano de diversos recursos visuales como imágenes, maquetas y videos, da cuenta del levantamiento que logró el equipo de trabajo sobre los 16 Balnearios Populares que se construyeron durante el gobierno de Salvador Allende.

Bajo la gestión del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de la época, liderado por Carlos Cortés Díaz, se creó la comisión “Coordinadora del Plan Balnearios Populares” para encarar este desafío que estaba enmarcado en 1 de las 40 medidas que se aplicarían una vez que la Unidad Popular asumiera el poder. Así, bajo la medida 29 que se tituló “Educación Física y Turismo Popular” y que en su definición declaraba que “fomentaremos la educación física y crearemos campos deportivos en las escuelas y todas las poblaciones. Toda escuela y toda población tendrán su cancha. Organizaremos y fomentaremos el turismo popular”, se comenzó la gesta de levantar a lo largo del país, y en sus mejores playas, estos espacios que estarían destinados a concretar aquella idea del turismo social para los trabajadores y las trabajadoras del país quienes, en su mayoría, nunca habían visto el mar.

Entre noviembre de 1970 y marzo de 1971 ya se habían construido algunos de estos 16 balnearios que se distribuyeron de la siguiente forma: Huayquique (Iquique), Ranquil (Peñuelas), Chile Nuevo (Tongoy), Luis Emilio Recabarren (Los Vilos), Emilio Calán (Pichidangui), Che Guevara (Papudo), Venceremos (Puchuncaví), 1º de Mayo (Loncura), América Libre (Ritoque), Piedras Negras (Las Cruces), Carlos Cortes Díaz (Santo Domingo), Pampa Irigoyen (LLallauquén), Elías Lafertte (Llico), Nueva Aurora (Duao), Marmaduque Grove (Curanipe) y Playa Blanca (Lota).

Mediante su identificación es posible advertir que estos balnearios se concentraron entre las regiones de Tarapacá y Biobío, teniendo mayor presencia en las regiones de Coquimbo, Valparaíso y el Maule, debido a la condición y acceso a sus playas, como también a la posibilidad de gestionar terrenos con mayor rapidez por parte del gobierno.

Gracias a la concreción de estos balnearios, se logró dotar de infraestructura la premisa del turismo social que recién durante la mitad del siglo XX encontró un correlato arquitectónico y territorial inexistente hasta ese entonces. Para esto la CORVI trabajó sobre un diseño basado en un sistema prefabricado que permitiera su rápida construcción.

Con la puesta en marcha de los Balnearios Populares se pretendió despojar al turismo de su carácter elitista, reservado para unos pocos y alejado de la realidad de la gran mayoría de los chilenos y chilenas de la época quienes, en estos espacios, podrían gozar de un descanso reparador, en palabras de Salvador Allende “con niveles de gastos compatibles con sus ingresos, de modo que esta necesidad de reponer por el descanso las reservas intelectuales y físicas deje de ser privilegio de quienes tienen dinero”.

Lamentablemente con la dictadura militar a estos espacios se les arrebató brutalmente aquella idea original para el cual fueron construidos, acción que se amparó en la rápida desarticulación de la Política de los Balnearios Populares en 1974.

Para el caso de la Región del Valparaíso el destino de algunos de estos fue convertirse en centros de detención y tortura como sucedió con América Libre (Ritoque), Venceremos (Puchuncaví) y Carlos Cortes Díaz (Santo Domingo). Este último balneario, ubicado en la playa Marbella Norte de Santo Domingo, dejó atrás su nombre original y pasó a llamarse “Campo de Concentración Rocas de Santo Domingo”, el que fue utilizado también como el primer campo de adiestramiento en técnicas de tortura y exterminio para presos políticos y que fue administrado por la DINA.

Seguir la trayectoria de estos Balnearios Populares, conocer qué sucedió con cada uno de ellos resulta muy relevante, toda vez que permite adentrarse en una significativa política social orientada al bienestar de los trabajadores y las trabajadoras del país que fue desmantelada y que, sobre ese desmantelamiento, se sentaron las bases de la violencia más radical de la dictadura militar hacia el pueblo de Chile.

En el lugar donde se descansó, disfrutó en familia y se urdieron interesantes redes comunitarias, luego de unos años hombres y mujeres desaparecían o morían al alero de torturas y acciones de exterminio que durante años se llevaron a cabo sin límite. La pregunta que cabe entonces, en un contexto conmemorativo de los 50 años del golpe de Estado en Chile, ¿qué rol tienen este tipo de ejercicios museográficos en la memoria reciente del país?.

Desde una perspectiva patrimonial, posee un importante valor, en tanto aporta conocimiento situado sobre políticas de Estado que fueron profundamente invisibilizadas, así también otorga la posibilidad de constituir, al decir de Pierre Norá, Lugares de Memoria para miles de familias que en estos balnearios articularon su espacio de sano descanso y ocio y, por último, permite cuestionarnos qué va a suceder con estos, si su existencia va a seguir siendo difusa y poco conocida o bien se van a reivindicar cada uno de ellos en el marco de políticas culturas tendientes responsabilizarse por acontecimientos que afectaron gravemente a la sociedad y que sus víctimas aún luchan por la anhelada justicia.

Por lo pronto, algunos de estos se han erigido como sitios de memoria, tal es el caso del Balneario “Venceremos”, ubicado en Puchuncaví, que actualmente y luego de un largo trabajo está a cargo de la Corporación Melinka Puchuncaví o la reciente restitución, en el marco de los 50 años del Golpe Militar, del espacio que albergó el Balneario Popular Carlos Cortés Díaz en Santo Domingo para su puesta en valor y administración como sitio de memoria por la Fundación para la Memoria de San Antonio.

Finalmente, si se plantea nuevamente el cuestionamiento sobre el rol que este tipo de ejercicios museográficos cumple, una respuesta posible es su contribición a la reconstrucción de la memoria colectiva reciente, a la reivindicación de aquellas experiencias traumáticas vividas por miles de chilenos y chilenas, a la unión entre diversas disciplinas que trabajan en post del pasado reciente de Chile y la protección y compromiso permanente de la democracia, visibilizando de manera didáctica e innovadora lo que sucede cuando ésta es arrebatada.

En definitiva, visitar la exposición “Turismo Social y derecho al descanso: La construcción de memoria de los Balnearios Populares en Chile, 1970-1973” en el ex centro de detención de Valparaíso, en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe y en un contexto de restitución del Balneario Rocas de Santo Domingo (ex Carlos Cortés Díaz) para ser convertido en un sitio de memoria resulta más que pertinente, significativo y valioso sobre todo pensando en qué esperamos como chilenas y chilenos de cara al próximo medio siglo de ocurrido el Golpe Militar de 1973.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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