¿Cómo puede sobrevivir la centroderecha de Piñera en un escenario político de cinco esquinas, con la derecha populista al acecho? Internalizando el proyecto político planteado por este. La construcción de un proyecto de mayorías, acoger las demandas y anhelos de la clase media, hablarle al centro político, abrazar sin dobleces las banderas de la democracia y la libertad. Esas son las bases de un proyecto de centroderecha de largo plazo. Como es obvio, la derecha populista no comulga con esos valores. Al contrario, reniega y cuestiona el proyecto mayoritario de la centroderecha. Ello puede transformarse en una amenaza solo si la centroderecha enmudece y no defiende ese proyecto mayoritario que encarna el Presidente.
Hoy, el paisaje político chileno se compone de cinco esquinas, como el emblemático barrio limeño que sirvió de título e inspiración para la novela de Mario Vargas Llosa. En el pasado quedaron los tres tercios sesenteros y los dos bloques monolíticos del binominal. La metáfora de las esquinas no es nueva. En 2016, Andrés Allamand postuló en el libro La salida, que el escenario político estaba conformado por cuatro esquinas: el “Podemos chileno” (MEO, RD, Izquierda Autónoma, MAS); la Nueva Mayoría; un espacio en el centro con exmilitantes de la DC, el PPD, descolgados de centroderecha, y otros; y finalmente, la esquina de la centroderecha (ChileVamos).
Ahora bien, corrió mucha agua bajo el puente durante estos últimos dos o tres años. Elecciones municipales (2016), parlamentarias y presidenciales (2017) mediante, ese paisaje de cuatro esquinas sufrió alteraciones sustantivas en su morfología. A tiempo presente, el panorama político ofrece cinco esquinas, cuatro de las cuales tienen una clara expresión orgánica. ¿Qué consecuencias tiene este nuevo alineamiento? Aquí sostenemos que la emergencia de una quinta esquina (derecha populista), y el perfilamiento de la DC en una esquina de centro más programática, plantea importantes desafíos precisamente para la esquina de la centroderecha que hoy está en el gobierno. Distingamos cuáles son esas cinco esquinas hoy, y luego cuáles son los desafíos de la centroderecha en este nuevo paisaje.
[cita tipo=»destaque»]La derecha populista. Vox en España, la Liga en Italia, Le Pen en Francia, Alternativa por Alemania, Bolsonaro, por mencionar algunos. En estos últimos dos o tres años hemos visto un destape de movimientos y partidos que han sido catalogados como populismos de derecha. La crisis migratoria, la corrupción de las élites tradicionales, la delincuencia, la globalización, etc., causas sobran y explicaciones abundan. Como si no nos gustara quedarnos atrás en ninguna tendencia global, ya tenemos la versión criolla del populismo de derecha con JAK. Lo novedoso, respecto del pinochetismo clásico, por definición retrospectivo, es que el exdiputado UDI se posiciona en asuntos que generan división y conflicto en el Chile de hoy. El principal activo de esa derecha populista es que sintoniza muy bien con el estilo de comunicación política salvaje de Trump, Bolsonaro y Salvini, que hace de la sociedad un campo de batalla donde se conciben las relaciones sociales en clave amigo-enemigo y se ofrecen soluciones extremas a los problemas sociales.[/cita]
¿El Podemos Chileno? RD, Boric y compañía se han tropezado varias veces con la capa de superhéroes (visita a Palma Salamanca, video sobre Jaime Guzmán, postura ante la dictadura en Venezuela, pataleta por el acuerdo para la administración de la Cámara de Diputados, etc). La escuálida participación en las internas de RD fue un balde de agua fría para el MAPU con iPhone, como los motejó Óscar Contardo. En ese sentido, el proceso que viven no es tan distinto del Podemos español. El paso a la adultez política, y literal en algunos casos, plantea enormes desafíos para las fuerzas que componen esta esquina. Siguen con la política de defender causas, pero carecen de una plataforma creíble que les otorgue carnet de conducir en política. No por nada el mismo Pepe Auth hizo un llamado a la responsabilidad a Florcita Motuda, uno de los miembros más estrafalarios de dicho sector. Con todo, ya ocupan un espacio en el sistema de partidos y constituyen la primera esquina.
Ex-Nueva Mayoría. Andan como esos perros viejos, medios desorientados y cortos de genio. No han encontrado un rol opositor, y caen en debates estériles. Dan la impresión de estar acomplejados por la dura crítica que reciben desde el Podemos chileno. En el fondo, la pérdida del gobierno y el descrédito en el que quedó la política de la retroexcavadora, los dejó pedaleando sin cadena. Cuesta imaginar que se pongan de acuerdo para perfilar una alternativa de gobierno. La ruptura del eje PS-DC ha dejado sin un marco estructurante a ese sector que gobernó el país durante la transición. La presencia del PC, con su “cultura intolerante y autoritaria”, como acusara en entrevista con The Clinic nada menos que el exfrentista Ricardo Palma Salamanca, echa más pelos a la sopa en esta esquina.
Democracia Cristiana (¿volver a los orígenes?). Como resultado del fracaso del segundo gobierno de Bachelet, y del impacto que les debe haber causado el fuerte voto de clase media y sectores centristas por Sebastián Piñera y ChileVamos, la nueva conducción de la Falange está intentando perfilar el partido hacia el centro. Así, por ejemplo, se explica que hayan mostrado una actitud de colaboración y diálogo con el Gobierno en ciertas materias en el Congreso Nacional. Paradójicamente, el fallo en primera instancia sobre el caso Frei Montalva retrotrae el partido a un asunto de la agenda del pasado. No es descabellado pensar que ello conduzca a acercamientos con viejos socios. Y es que en este esfuerzo por ocupar un centro posicional, la DC lucha contra una de las fuerzas más poderosas en política: la inercia.
La centroderecha (ChileVamos). Este sector alcanzó un alto grado de maduración institucional con ChileVamos. El canibalismo político entre RN y la UDI parece ir quedando en el pasado, pese a episodios puntuales que a veces hacen temer un regreso a la política del todo vale. La base social y política del sector es hoy más amplia. La centroderecha ha crecido a la par con el crecimiento de la extendida clase media. La expresión orgánica del sector también refleja más diversidad. Ahora bien, en esta configuración de cinco esquinas, la centroderecha enfrenta una doble amenaza: por un lado la DC, que (por ahora) está girando tímidamente hacia posiciones más de centro, y por otro, la derecha populista liderada por José Antonio Kast (JAK).
La derecha populista. Vox en España, la Liga en Italia, Le Pen en Francia, Alternativa por Alemania, Bolsonaro, por mencionar algunos. En estos últimos dos o tres años hemos visto un destape de movimientos y partidos que han sido catalogados como populismos de derecha. La crisis migratoria, la corrupción de las élites tradicionales, la delincuencia, la globalización, etc., causas sobran y explicaciones abundan. Como si no nos gustara quedarnos atrás en ninguna tendencia global, ya tenemos la versión criolla del populismo de derecha con JAK. Lo novedoso, respecto del pinochetismo clásico, por definición retrospectivo, es que el exdiputado UDI se posiciona en asuntos que generan división y conflicto en el Chile de hoy. El principal activo de esa derecha populista es que sintoniza muy bien con el estilo de comunicación política salvaje de Trump, Bolsonaro y Salvini, que hace de la sociedad un campo de batalla donde se conciben las relaciones sociales en clave amigo-enemigo y se ofrecen soluciones extremas a los problemas sociales.
Este nuevo alineamiento de cinco esquinas llegó para quedarse. Ahora bien, ¿cuáles son los desafíos que plantea este escenario político para la centroderecha?
Para el sociólogo Eugenio Tironi, más que un desafío, la centroderecha hoy enfrenta una amenaza existencial. Su tesis es que ChileVamos no logrará sobrevivir a Sebastián Piñera, y le ocurrirá lo mismo que a la ex-Concertación. Se equivoca. Hay vida después de este gobierno.
La pregunta resulta obvia: ¿cómo aumenta sus opciones de sobrevivir a Piñera la centroderecha en este escenario de cinco esquinas? Precisamente, internalizando el proyecto político planteado por este, y lo que el actual presidente representa políticamente. La construcción de un proyecto de mayorías, acoger las demandas y anhelos de la clase media, hablarle al centro político, abrazar sin dobleces las banderas de la democracia y la libertad. Esas son las bases de un proyecto de centroderecha de largo plazo. Como es obvio, la derecha populista no comulga con esos valores. Al contrario, reniega y cuestiona el proyecto mayoritario de la centroderecha. Ello puede transformarse en una amenaza solo si la centroderecha enmudece y no defiende ese proyecto mayoritario que encarna el presidente. MEO pudo cuestionar exitosamente la legitimidad de los héroes fatigados de la ex-Concertación porque los interpelados no se defendieron. Hoy, JAK interpela a esa centroderecha que cree en las instituciones democráticas, en los DD.HH y en la libertad sin apellidos. No hay que reaccionar, sino que más bien tomarla como una oportunidad para perfilar de forma más nítida el proyecto mayoritario del sector.
Una centroderecha más piñerista, pero no personalista puede clavar banderas y cruzar a otras esquinas del mundo político, tendiendo puentes con chilenos que hasta ahora no se han identificado con el sector. Si consolida y profundiza ese perfilamiento, la esquina de la centroderecha no solo crecerá, sino que se proyectará como una plataforma de mayorías.