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¿Habrá una revolución chilena? Opinión

¿Habrá una revolución chilena?

Hay síntomas de eso. Pero, hasta ahora, no hay señales de que esté dirigida desde más arriba. Las movilizaciones son espontáneas y sin coordinación entre ciudades ni entre los grandes barrios de Santiago. Los esfuerzos y movilizaciones encabezados por las grandes centrales sindicales, por las federaciones estudiantiles, por No+AFP y por los partidos de izquierda, no parecen haber impactado a la gran masa, ya que ninguno ha superado la gran movilización espontánea y autoconvocada del 25 de octubre.


Si la hay, será un caso único, en que no existe ni un partido o movimiento político que la encabece y dirija. Ha habido “reventones” espontáneos, el más conocido el “bogotazo”, pero lo que ocurre actualmente en Chile es el caso de un movimiento callejero masivo y de larga duración, que adopta distintas formas de protesta contra el régimen político-económico que ha regido en el país por casi 40 años. Una revolución no siempre significa un cambio brusco de sistema económico y social. En el caso chileno, puede significar una modernización del sistema heredado de la dictadura y ligeramente retocado durante los años de la democracia cautelada por la Constitución de 1980.

¿Estamos comenzando una nueva revolución en Chile? Hay síntomas de eso. Pero, hasta ahora no hay señales de que esté dirigida desde más arriba. Las movilizaciones son espontáneas y sin coordinación entre ciudades ni entre los grandes barrios de Santiago. Los esfuerzos y movilizaciones encabezadas por las grandes centrales sindicales, por las federaciones estudiantiles, por No+AFP y por los partidos de izquierda, no parecen haber impactado a la gran masa, ya que ninguno ha superado la gran movilización espontánea y autoconvocada del 25 de octubre.

[cita tipo=»destaque»]¿Quién entonces encabeza y dirige? Hay dos posibilidades: que no tenga dirección alguna y que la caracterice el espontaneísmo de las asambleas callejeras o, bien, que exista una dirección, principalmente comunicacional a través de las redes computacionales y teléfonos móviles, que han reemplazado a las convocatorias de directivas y militancias partidistas. Esta última alternativa es la que aparece más probable y difundida.[/cita]

¿Cuáles son las peticiones de los que se manifiestan? Parecen no estar interesados, en lo inmediato, en una Nueva Constitución. Ha sido el círculo en torno al Presidente Sebastián Piñera, el que descubrió que podría postergar la ola de protestas diseñando un proceso de “Nueva Constitución” y hay una clase política que adoptó las consignas “constitucionalistas”, deseando poder mantenerse arriba en la cresta de la ola de las manifestaciones populares. La UDI, en cambio, prefiere no correr riesgos y mantener la base de la Constitución del 80 sin modificaciones o solo lo indispensable, para conservar su cupo electoral y para ello hacer algunas concesiones, no todas, al poderoso movimiento feminista.

Hay, paralelamente, una masa de entre medio y un millón de egresados de las aulas universitarias con y sin título profesional, muchos de ellos ya emparejados y con hijos, sin trabajo o trabajo muy precario y part time. Están luchando por sobrevivir y hasta ahora solo protestan. Entre la masa laboral de casi 9 millones, corre el rumor que en 2020 habrá despidos masivos de hasta un millón de trabajadores, especialmente vinculados al comercio, los servicios y, especialmente, los restaurantes y negocios de comida rápida.

¿Cuáles son las fuerzas sociales que participan en este masivo movimiento de protesta contra lo que se llama “el orden establecido”? Sorprendentemente, no está a la cabeza de ella la vieja clase obrera industrial y de la construcción, pues su estructura sindical está debilitada y disminuida por el largo decaimiento de industrias tradicionales y por los cambios tecnológicos en nuevas ramas productivas.

¿Quién entonces encabeza y dirige? Hay dos posibilidades: que no tenga dirección alguna y que la caracterice el espontaneísmo de las asambleas callejeras o, bien, que exista una dirección, principalmente comunicacional a través de las redes computacionales y teléfonos móviles, que han reemplazado a las convocatorias de directivas y militancias partidistas. Esta última alternativa es la que aparece más probable y difundida.

No sorprende que ningún partido político, incluidos los nuevos que integran el Frente Amplio, haya podido ponerse a la cabeza de la ola popular. Existe aún la posibilidad de que el Partido Comunista trate de tomar la dirección de este gran movimiento espontáneo, pero vacila y quiere hacerlo acompañado por los partidos y movimientos del Frente Amplio y, si fuera posible, con su aliado natural que es el Partido Socialista, el que no está preparado ni dispuesto a salir de su rol de actuar, principalmente, a través de las ramas del Congreso Nacional.

Es lo que llamaríamos una situación sin precedentes.

Mientras tanto y casi simultáneamente, los dos partidos más centristas de la coalición de gobierno, Renovación Nacional y Evópoli, tienen un sector de su militancia que defiende la Constitución del 80, aceptando modificaciones muy menores. Han quedado a la expectativa de lo que la UDI resuelva y confiados en que, en conjunto, sumarán el tercio de la votación que les permitirá bloquear los cambios y defender lo básico de la Carta Magna del 80.

A Chile le esperan días tormentosos, pero sin agua lluvia abundante, que es lo que se necesita.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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