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El fenómeno Parisi Opinión

El fenómeno Parisi

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Pronto se entendería el “inocente y casual” regreso en las encuestas como presidenciable del ingeniero comercial. Aprovechando que las redes sociales han tenido un rol protagónico en esta crisis, debido a la desconfianza de la gente en medios como la TV, que viven una realidad paralela, el excandidato comenzó a desplegar una fuerte estrategia intentando instalar una idea bastante descabellada: su visión profética del 18 de octubre. Un video cuidadosamente editado y que fue enviado a distintos youtubers, hasta que un argentino lo viralizó. ¿Las imágenes? Solo grandilocuentes ideas de un excandidato de derecha populista, pero de profecías, nada, salvo el título. No hay ninguna intervención, ningún video, ninguna cita que pudiera probar esta tesis. En simple, esto es una fake news bien trabajada.


Es extraño esto que algunos han denominado “el fenómeno Parisi”. De hecho, la encuesta Pulso Ciudadano entregada la semana pasada, lo situó en el primer lugar de las preferencias para la elección de 2021, con 11.6% –un aumento de 4% respecto de diciembre– y superando a Joaquín Lavín, el favorito hasta ahora. La primera alerta la lanzó el sondeo de Criteria de noviembre, a poco más de un mes del estallido del 18 de octubre, cuando el ingeniero comercial irrumpió sorpresivamente y se instaló en segundo lugar alcanzando a JAK con 8%.

Raro, considerando que este personaje “desapareció” de la agenda pública, no vive en el país y que, más allá de su aventura política, estuvo vinculado a situaciones controvertidas, incluida una acusación de acoso sexual –algo duramente castigado hoy por la opinión pública– que le costó la salida de una de las universidades en que trabajaba. Sospechoso, fue la primera reacción del medio.

Pero pronto se entendería el “inocente y casual” regreso de Parisi. Aprovechando que las redes sociales han tenido un rol protagónico en esta crisis, debido a la desconfianza de la gente en medios como la TV, que viven una realidad paralela, el excandidato comenzó a desplegar una fuerte estrategia intentando instalar una idea bastante descabellada: su visión profética del 18/0. Un video cuidadosamente editado y que fue enviado a distintos youtubers, hasta que un argentino lo viralizó. ¿Las imágenes? Solo grandilocuentes ideas de un excandidato de derecha populista, pero de profecías, nada, salvo el título.

[cita tipo=»destaque»]Parisi hizo de su campaña un espectáculo de televisión –entraba a los escenarios con la música de Queen, su eslogan era el mismo de su programa “El poder de la gente”, prometía sin límites:“En mi gobierno nadie caerá al Dicom” o “yo voy a hacer trabajar a la gente del Congreso»– y ofrecía soluciones delirantes. Corría el 2013 y, sin duda, su oferta no solo era populista sino también muy similar a la magia de lo que, cuatro años después, se llamarían “tiempos mejores”. Hoy Chile necesita líderes a la altura de la gravedad de la crisis. Por favor, dejemos a los “profetas” y los shows para otro espacio.[/cita]

Y aunque él ha dicho que no tiene intenciones de volver a la arena política –“estoy dedicado a mi familia”–, su estrategia es muy clásica y consiste en que un grupo de cercanos inicia una ofensiva destacando sus características, siendo sus seguidores –Parisi no ha tuiteado desde diciembre de 2018– los encargados de testear si existe agua en la piscina, antes que el protagonista decida lanzarse de nuevo.

No deja de llamar la atención que sean otros los que hayan creado varios hashtags como “Parisiregresa” o “Franco2021” y que estén dedicando tanto tiempo en recolectar material antiguo, subir videos y promover la idea falsa de que Parisi habría pronosticado lo que se inició el 18 de octubre. No hay ninguna intervención, ningún video, ninguna cita que pudiera probar esta tesis. En simple, esto es una fake news bien trabajada.

Franco Parisi no proviene de un partido político tradicional. Tampoco se dedicó antes a la política, hasta que en 2013 apareció de candidato presidencial. Se declaró, en ese entonces, como una persona que tomaba cosas de la izquierda y la derecha, pero curiosamente evitaba ubicarse en el centro. Decía no tener referentes ni ideología, pero apostaba a introducir cambios, los que –según él– estaban provocando abusos por parte de algunos empresarios. Criticó brutalmente a la banca, a cuyos miembros calificó de “usureros”, apuntó a que Chile era un país desigual, pero sus recetas eran livianas, simples, obvias y muy impracticables, si es que no se tocaba el sistema económico.

Además, eludía hablar de otros temas de fondo de la sociedad chilena, de Derechos Humanos o de los cambios culturales que requería el país. En la campaña de 2013, se autodeclaró como socioliberal –en una versión muy distante del modelo que impera en los países nórdicos–, pese a que sus alianzas han estado muy lejos del radicalismo argentino al acercarse a grupos más bien de derecha. Durante este largo período de ostracismo, el año pasado sostuvo acercamientos con el grupo de extrema derecha Fuerza Nacional. Sus oscilaciones políticas también lo llevaron –en sus fallidas candidaturas de 2017– a unirse al partido Democracia Regional Patagónica, colectividad regionalista encabezada por Carlos Bianchi y Antonio Horvath, dos hombres de derecha que se decepcionaron del sector.

La historia de este ingeniero comercial es parecida a la que hacen los candidatos que vienen del show business. Comenzó a hacerse conocido a través de un programa de televisión que protagonizaba junto a su hermano: «Los Parisi: el poder de la gente». Lecciones de economía doméstica, consejos para lograr créditos o renegociar deudas, pese a ser denunciado después por no pago de imposiciones y entrega de datos falsos al Servel.

Con un estilo simpático, ameno, su programa era una especie de clase de cocina de matinal. Sin embargo, en el salto a la política mayor se notó la diferencia. En los debates parecía improvisar las mismas soluciones, pero simplemente las aplicaba a escala nacional. ¿Cómo obtuvo el 10%? Simple, era un rostro conocido “de la tele”, que dio frescura a las ofertas políticas tradicionales frente a un electorado que ya había comenzado a vivir la era Bachelet-Piñera, ese período marcado por el paso alternado de dos proyectos muy opuestos.

Parisi hizo de su campaña un espectáculo de televisión –entraba a los escenarios con la música de Queen, su eslogan era el mismo de su programa “El poder de la gente”, prometía sin límites:“En mi gobierno nadie caerá al Dicom” o “yo voy a hacer trabajar a la gente del Congreso»– y ofrecía soluciones delirantes. Corría el 2013 y, sin duda, su oferta no solo era populista sino también muy similar a la magia de lo que, cuatro años después, se llamarían “tiempos mejores”. Hoy Chile necesita líderes a la altura de la gravedad de la crisis. Por favor, dejemos a los “profetas” y los shows para otro espacio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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