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Elecciones en la CPC: candidatos sin proyecto y de espaldas al país Opinión

Elecciones en la CPC: candidatos sin proyecto y de espaldas al país

Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
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Desde el punto de vista de lo que necesita el país, se ve difícil, sea quien sea el elegido, que desde la CPC se constituya un liderazgo capaz de ponerse en los zapatos del resto de los chilenos y de impulsar un diálogo con el resto del país. No tienen autocrítica alguna, por ejemplo, respecto de los abusos empresariales, que han estado presentes en las protestas. Mientras Sutil considera que los empresarios han contribuido al desarrollo y, por tanto, no es necesario cambio alguno en su comportamiento, Mewes cree, por su parte, que los empresarios han hecho muy bien su pega, siendo el verdadero problema que no han sabido dar a conocer sus esfuerzos.


El 12 de marzo las distintas cámaras empresariales elegirán el nuevo presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). El análisis de las propuestas de los candidatos deja en evidencia que, luego de cuatro meses de movilización social, el empresariado parece no haber entendido cosa alguna. Carecen además de un proyecto país.

Dos son los candidatos en torno a los cuales se deben definir los empresarios. Juan Sutil es quien aparece con las mayores posibilidades de ser elegido. Destacado empresario agrícola, propulsor de la llamada carretera hídrica y actual segundo vicepresidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, que lo postula al máximo cargo empresarial (para mayores antecedentes biográficos, ver Las volteretas de Juan Sutil…).

Sutil no pertenece a ningún partido político, aunque votó que Sí a la permanencia de Pinochet en el plebiscito de 1988 y ha anunciado que votará por el Rechazo en el referendo constitucional del próximo 26 de abril. Llamó la atención cuando, consultado por su preferencia para el plebiscito, señalara que votaría por el Rechazo “porque tiene que haber un equilibrio en las posiciones para poder sentarse en la mesa a conversar como construir el futuro” (¿qué mejor relación de poder que la que surge de un proceso democrático?) y que si viviera en un país anglosajón votaría por el Apruebo (¿?). Estudió contabilidad y administración en un instituto profesional.

Ricardo Mewes, expresidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC) y miembro de su directorio, es propietario de una Agencia de Aduanas (Mewes, Agentes de Aduana). En el marco de la CNC ha combatido los esfuerzos por entregar al Sernac facultades sancionatorias para enfrentar los abusos, insistiendo en que debe solo informar a los consumidores. Ha decidido no dar a conocer su opción para el plebiscito.

¿Cuál es la mirada que tienen sobre Chile?

Coinciden en que el problema de Chile hoy es la falta de orden público. Al respecto Juan Sutil sostiene que “lo que tenemos que hacer es recuperar la paz social, el ordenamiento, la civilidad y desterrar completamente la violencia, que es lo que paraliza al país.” 

Mewes, por su parte, sostiene que lo que necesitamos es trabajar con tranquilidad, por lo tanto, el orden público y la seguridad son vitales.

Ni una mención a la irritante desigualdad, ni a la violencia cotidiana y el abuso que sufren los grupos medios y populares. Se mencionan los problemas de pensiones, salud y educación, pero no se realizan proposiciones para resolverlos.

Mewes sostiene que el estallido social es porque el Estado no ha sido capaz de atender oportunamente los problemas de salud ni de las pensiones. Pareciera olvidar que la dictadura se propuso resolver los temas sociales, mediante su privatización. Tampoco hay autocrítica alguna.

Pareciera, además, que los reclamos contra el abuso empresarial, que han estado presente en las protestas, no tuvieran fondo alguno. Es así como Sutil considera que los empresarios han contribuido al desarrollo y, por tanto, no es necesario (meterse la mano al bolsillo, como señalara el actual presidente de la CPC) cambio alguno en su comportamiento y de lo que se trata es de defender los principios básicos de la sociedad, de la democracia, en particular la libertad de emprender.

Mewes, por su parte, cree que los empresarios han hecho muy bien su pega, el problema es que no han dado a conocer sus esfuerzos.

Como se sabe, el ritmo de crecimiento de la economía chilena se viene reduciendo sistemáticamente, la inversión en ciencia y tecnología es bajísima, también nos afecta el estancamiento de la productividad y la caída de la capacidad de crecimiento. No surgen tampoco nuevas actividades productivas, que sustituyan y complementen el impulso que le dieron a la economía nacional la minería, en los 90, y las obras públicas, en la primera década del presente siglo.

Estos temas no parecen preocupar a estos empresarios. De lo que se trata –según Juan Sutil– es de enfrentar un cambio tecnológico genérico y la capacitación de la fuerza de trabajo. El modelo económico no necesita ajustes, más bien se trata de reconectar la empresa con la sociedad (un poco en el sentido de las empresas B).

A renglón seguido, el empresario propone consignas como las de “seguir luchando por más desarrollo, más riqueza sustentable”, las que no entra ni a definir ni a precisar.

Mewes tampoco entra “en detalles”, solo expresa generalidades: debemos promover la creación y sostenibilidad de más y mejores empresas, empujar un camino de sostenibilidad, un trato mejor, tener salarios adecuados. No observa ningún problema respecto del modelo económico, sostiene que el problema es que el Estado no ha sido capaz de atender oportunamente los problemas de salud y pensiones, lo que hace necesario una revisión completa y su modernización. Sí son específicos en oponerse a la jornada de 40 horas: no sería bueno para un país desarrollado (Sutil), lo que se necesita es flexibilidad (Mewes).

Respecto de la Constitución Sutil es categórico. Su preocupación es el derecho de propiedad. Parece no haberse enterado que en los países desarrollados se busca un equilibrio entre ese derecho (sujeto siempre a una función social) y los derechos a la salud, a la educación, a un medioambiente sano y a un real sistema de seguridad social. Reconoce al menos que la Carta Magna sufre un problema grave de legitimidad, pero no entrega argumentos para sostener por qué una Nueva Constitución no ayudaría a resolver los problemas indicados (no todos obviamente, se requiere luego gobiernos y políticas públicas que desarrollen los diferentes temas).

Es preocupante que el eventual líder de la máxima organización empresarial no tome en cuenta argumentos reiterados de que la mercantilización de los derechos sociales ha tenido como consecuencia malas pensiones, una salud pública en que muchos se mueren en las listas de espera y una salud privada carísima y una educación de mala calidad. En definitiva, un sistema en que cada uno recibe lo que puede pagar. El problema de la salud es para Sutil un problema de mal servicio por parte del Estado.

Ricardo Mewes, por su parte, le da una espacio a la posibilidad de que el proceso constitucional sea exitoso, pero insiste en que va a tomar dos años. Se van a generar incertidumbres y se van atrasar las inversiones. No valora el ejercicio ciudadano de deliberación, ni parece entender que hay temas fundamentales de nuestra convivencia que deben ser revisados.

En suma, desde el punto de vista del país se ve difícil, sea quien sea el elegido, que desde la CPC se constituya un liderazgo capaz de ponerse en los zapatos del resto de los chilenos y de impulsar un diálogo con el resto del país. No se observa un proyecto como los que en el pasado levantaron Alfonso Swett para la CPC y Bernardo Larraín para la Sofofa.

Al menos, por lo mostrado hasta ahora, parece poco probable que del nuevo liderazgo de la CPC surjan ideas que ayuden a salir del embrollo político, económico y social en que se encuentra Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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