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Relajo gubernamental y la reorganización de las ciudades Opinión

Relajo gubernamental y la reorganización de las ciudades

Jorge Sharp
Por : Jorge Sharp Alcalde de Valparaíso
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Desde luego esta cuestión no es sencilla. Cualquier estrategia debe considerar el largo tiempo que durará la pandemia, las profundas desigualdades sociales preexistentes en cada comuna o región para enfrentarla, la fragilidad de nuestro sistema de salud y la profunda recesión económica que acecha a miles. Las medidas sanitarias, los paquetes económicos, las políticas de protección social adoptadas de forma nacional, además de ser insuficientes y no salir del molde de lo esperable, no constituyen aún un cuerpo de acciones que definan una estrategia territorial y humana para abordar esta crisis sanitaria.


Las últimas medidas tomadas por el Gobierno han abierto un fuerte debate sobre la estrategia sanitaria que se le desea imprimir al país durante las próximas semanas que, como la comunidad científica ha señalado, pueden traer aparejado un fuerte aumento en los contagios.

Como es tanto lo que está en juego –literalmente la vida y salud de millones de personas– no basta con señalar lo errado de este relajo gubernamental. Tampoco resulta útil seguir sosteniendo propuestas rígidas que no se hagan cargo de la realidad particular de cada comuna o región. En definitiva, lo que no termina de resolverse con claridad desde el inicio de la crisis es la forma en que se organizará al país en tiempos del COVID-19.

Desde luego esta cuestión no es sencilla. Cualquier estrategia debe considerar el largo tiempo que durará la pandemia, las profundas desigualdades sociales preexistentes en cada comuna o región para enfrentarla, la fragilidad de nuestro sistema de salud y la profunda recesión económica que acecha a miles. Las medidas sanitarias, los paquetes económicos, las políticas de protección social adoptadas de forma nacional, además de ser insuficientes y no salir del molde de lo esperable, no constituyen aún un cuerpo de acciones que definan una estrategia territorial y humana para abordar esta crisis sanitaria.

[cita tipo=»destaque»]Señalamos el indudable hecho de que los distintos sectores sociales de nuestro país y también grupos etarios, no tienen las mismas condiciones para afrontar una cuarenta. Es un hecho también que serán las mujeres quienes recibirán, una vez más de forma unilateral, la carga de los cuidados. Este modelo busca hacerse cargo de esa amplia variedad de desigualdades y avanzar en una articulación entre el gobierno local y la comunidad, de modo de desarrollar colectiva y democráticamente una política de cuidados que no deje a nadie atrás e impedir, en definitiva, que sean esas desigualdades las que terminen definiendo en los hechos la suerte de las personas en esta crisis.[/cita]

Sostenemos, entonces, que una estrategia nacional posible y sostenible es organizar a las ciudades para los tiempos de pandemia que corren. Solo como dato, según el Censo del 2017, el 87,8% de los chilenos y las chilenas viven en áreas urbanas.

La ciencia a nivel global y nacional sigue señalando que, ante la falta de un tratamiento eficaz, la mejor manera de abordar el COVID-19 es el confinamiento o aislamiento social, el cual puede adoptar diversas modalidades según sea la realidad sanitaria de cada territorio. El objetivo buscado, como sabemos, es evitar el máximo número de contagios posible y de esa manera no sobrecargar el sistema de salud, cuyos límites y fragilidades son graves especialmente en la olvidada Atención Primera de Salud (APS), una de las tantas primeras líneas de esta crisis. Este cuadro se agudiza aún más en comunas pobres y en muchas regiones.

Cualquier modelo de confinamiento debe considerar las realidades urbanas, económicas y sociales de cada territorio, ya que no es lo mismo sostener una cuarentena en las comunas del sector oriente de la Región Metropolitana que en Valparaíso, La Pintada, Renca o Pozo Almonte. También debe garantizar condiciones de subsistencia digna, especialmente a aquella población que, bajo cualquier circunstancia, debe estar lo más resguardada posible mientras dura la pandemia en sus hogares o en un lugar habilitado para tal efecto. Nos referimos a las personas mayores, personas con graves enfermedades preexistentes, en situación de discapacidad y lactantes.

En la alcaldía ciudadana de Valparaíso, a partir de las atribuciones reales del municipio, definimos impulsar lo que llamamos un Modelo de Confinamiento Comunitario (MCC), que es una estrategia de organización territorial sobre la base de un conjunto de anillos de aislamiento diseñados para contener el contagio, mantener la fuerza de la comunidad –cuya organización es fundamental para su propia subsistencia– y evitar que la economía entre en un largo letargo.

Se trata de una estrategia que no solo se enfoca en el manejo de grupos contagiados, sino que propone una forma amplia e innovadora de restricción a la circulación de las personas, con el solo objetivo de reducir las posibilidades de contagio y, con ello, quitar la presión sobre las atenciones hospitalarias. Para esto, dividimos el territorio en un número determinado de zonas o unidades territoriales que deberán, gradualmente, contar con la mayor capacidad productiva posible para garantizar la reproducción de la vida en tiempos de pandemia: abastecimiento, atención médica, realización de trámites, obtención de ciertos servicios públicos, aprender, recrearse y trabajar.

Es un modelo de proximidad urbana que supone volcar parte importante de las capacidades y los recursos del ámbito público (gobierno nacional, gobierno regional y las municipalidades), privado (empresas y otras unidades productivas) y la comunidad, a la organización de las ciudades a partir de dinámicas locales y barriales, para cumplir con el objetivo de confinar a la población a estas zonas todo lo posible y, así, reducir al máximo sus desplazamientos por toda la ciudad.

En el caso de Valparaíso, las zonas están definidas por los territorios de influencia de los centros de salud de la APS, que son quince. Para la constitución de cada una de esas zonas, la municipalidad aportará al final de su instalación con la descentralización, a través de oficinas, de ciertos servicios, trámites y políticas, junto con desarrollar una línea sostenida de digitalización de su gestión.

Por otra parte, el MCC supone un rol activo de la comunidad, cuyo protagonismo es clave para hacer efectiva la limitación en la circulación de las personas. Señalamos el indudable hecho de que los distintos sectores sociales de nuestro país y también grupos etarios, no tienen las mismas condiciones para afrontar una cuarenta. Es un hecho también que serán las mujeres quienes recibirán, una vez más de forma unilateral, la carga de los cuidados. Este modelo busca hacerse cargo de esa amplia variedad de desigualdades y avanzar en una articulación entre el gobierno local y la comunidad, de modo de desarrollar colectiva y democráticamente una política de cuidados que no deje a nadie atrás e impedir, en definitiva, que sean esas desigualdades las que terminen definiendo en los hechos la suerte de las personas en esta crisis.

Es aceptable afirmar que nadie estaba preparado para esta pandemia, es verdad. Pero es inexcusable negarse a rebelarnos a aceptar o naturalizar como inevitables sus consecuencias más duras en la vida de miles, especialmente en los sectores más pauperizados y abandonados de nuestra sociedad. Este es el primer paso para pensar en una política que tenga capacidad de actuar por fuera de la caja, con un contenido radicalmente transformador, una de las principales interpelaciones que millones realizaron durante el estallido social.

Es el momento que la política esté al servicio de la vida, de una salud digna para las personas y de objetivos sanitarios comunales, regionales y nacionales que no dejen a nadie atrás. De poner en escena una política de contenido humano y al servicio de esta gesta colectiva que supone vencer a la muerte que acecha a nuestros hogares, calles y plazas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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