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La nueva «economía política» de las cajas Opinión

La nueva «economía política» de las cajas

Carlos Correa B.
Por : Carlos Correa B. Ingeniero civil, analista político y ex Secom.
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Las dificultades asociadas a la cuarentena en comunas populares, ha implicado una disminución notoria de muchos ingresos familiares. Chile no tiene una economía basada en el conocimiento y, por tanto, las medidas sanitarias afectan en serio la capacidad de muchas familias de acceder a un sueldo. En ese escenario, una caja con víveres es un producto de primera necesidad. Por eso han aparecido políticos con cajas que llevan su nombre, empresarios que han donado con mucha publicidad. Si bien varias instituciones y personas han preferido el anonimato para hacer su donación, la máxima parece ser que ahora la pelea no es por más minutos en los matinales, sino por aparecer con más cajas para familias que lo necesitan. Y en esa competencia, el Presidente Piñera no puede resistir ser el campeón.


En su cadena nacional del domingo, el Presidente Sebastián Piñera, además de bajar el tono de exitismo que había tenido en días anteriores, hizo un anuncio especial. El Gobierno repartiría 2,5 millones de cajas para las familias de más escasos recursos, como una manera de paliar las dificultades asociadas a la disminución de ingresos por las medidas sanitarias para contener los contagios por COVID- 19.

Las dificultades para alimentarse han entrado en la agenda política hasta tal punto, que la palabra hambre se ha vuelto común en agitadores y tuiteros que, como diría Silvio Rodríguez, siempre tienen al alcance la vidriera y el comedor.

Desde el punto de vista de la imagen, sonaba como una buena idea. El problema radica en que no existe en el mercado quien satisfaga en el corto plazo esa necesidad y, más aún, nadie tenía preparada una estrategia de cómo implementarlo, abriendo nuevamente la puerta a la improvisación. Ninguno de los retailers chilenos es capaz de realizar dicho esfuerzo en menos de 15 días. En esa industria, Chile es líder en Sudamérica, por tanto, probablemente ninguno en el continente tampoco puede hacer tal tarea.

[cita tipo=»destaque»]Volviendo a la idea presidencial, si se maneja con logística centralizada es un fracaso seguro. La sola ansiedad por el proceso de repartición puede terminar como las imágenes de distribución de alimentos al inicio de la película Black Hawk Down, de Ridley Scott. Hay dos caminos posibles para evitar esa vergüenza internacional. El primero es tomar el modelo de “Food Stamps”, política pública de probado éxito por años en Estados Unidos, que implicaría un menor esfuerzo logístico y apoyo a los almaceneros y feriantes locales. Un segundo camino, es hacer las transferencias a los municipios y confiarles la distribución territorial. Pero ambas implican que no hay lucimiento de La Moneda ni imágenes del Presidente entregando la caja número 2 millones u otras ideas para ocupar valiosos minutos en pantalla. Es difícil pensar que su círculo esté dispuesto a ceder ese espacio.[/cita]

Además de ello, la compra unificada de tal volumen implicaría un impacto en el mercado, que terminaría dañando a los comerciantes locales, para quienes también ha sido difícil todo lo vivido. En primer lugar, el estallido social afectó sus negocios y, ahora, la pandemia les provoca dificultades adicionales, que han podido sortear. Una megacompra para satisfacer la promesa presidencial, terminaría por hacer quebrar a varios.

Ninguna de esas variables estuvo en la carpeta para la cadena nacional. Lo importante era aparecer solucionando problemas. También la variable política no es menor. Varios diputados oficialistas celebraron en redes sociales haberle doblado la mano a la oposición con el veto presidencial relacionado con el ingreso familiar, y el costo asociado a la distribución superará el monto que proponía la oposición para dicha asignación. Habría sido más sencillo llegar a un acuerdo, pero algún afiebrado no quiso regalarle ese punto político a una oposición que sigue sin encontrar su rumbo.

Se ha producido una especie de economía política de las cajas de alimentos. Las dificultades asociadas a la cuarentena en comunas populares, ha implicado una disminución notoria de muchos ingresos familiares. Chile no tiene una economía basada en el conocimiento y, por tanto, las medidas sanitarias afectan en serio la capacidad de muchas familias de acceder a un sueldo. En ese escenario, una caja con víveres es un producto de primera necesidad. Por eso han aparecido políticos con cajas que llevan su nombre, empresarios que han donado con mucha publicidad. Si bien varias instituciones y personas  han preferido el anonimato para hacer su donación, la máxima parece ser que ahora la pelea no es por más minutos en los matinales, sino por aparecer con más cajas para familias que lo necesitan. Y en esa competencia, el Presidente Piñera no puede resistir ser el campeón.

También, como lo cuenta un reportaje en este medio, los narcos han tomado el asunto de los alimentos para comprar lealtades y mantener el control del territorio. También ellos entienden, al igual que el Mandatario, que el asunto es estratégico y no vale compartirlo con otros actores. Así, las cajas de víveres se han convertido en la nueva forma de hacer política y territorio.

Volviendo a la idea presidencial, si se maneja con logística centralizada es un fracaso seguro. La sola ansiedad por el proceso de repartición puede terminar como las imágenes de distribución de alimentos al inicio de la película Black Hawk Down, de Ridley Scott. Hay dos caminos posibles para evitar esa vergüenza internacional. El primero es tomar el modelo de “Food Stamps”, política pública de probado éxito por años en Estados Unidos, que implicaría un menor esfuerzo logístico y apoyo a los almaceneros y feriantes locales. Un segundo camino, es hacer las transferencias a los municipios y confiarles la distribución territorial. Pero ambas implican que no hay lucimiento de La Moneda ni imágenes del Presidente entregando la caja número 2 millones u otras ideas para ocupar valiosos minutos en pantalla. Es difícil pensar que su círculo esté dispuesto a ceder ese espacio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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