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Libre de conflictos de interés: la oportunidad de una nueva Educación Médica Continua pospandemia Opinión

Libre de conflictos de interés: la oportunidad de una nueva Educación Médica Continua pospandemia

Cabello, Gnecco, Micolich, Quiroz, vega, Kleinsteuber y Novoa
Por : Cabello, Gnecco, Micolich, Quiroz, vega, Kleinsteuber y Novoa Juan Francisco Cabello y Fernando Novoa:, Académicos Universidad de Valparaíso/ Paulo Gnecco y Constanza Micolich: Miembros Mesa Directiva ONG Médicos Sin Marca/  Vidente Quirozy Sebastián Vega: Médicos en proceso de especialización en Neuropediatría Universidad de Valparaíso/ Karin Kleinsteuber, Neuropediatra, académica Universidad de Chile; y Directora Escuela de Postgrado Facultad de Medicina Universidad de Chile.
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En un contexto donde las videconferencias se han masificado y simplificado la logística de las reuniones, vemos con preocupación proliferar un sinnúmero de seminarios (webinars) con el “apoyo” de la industria farmacéutica, la que gasta cientos de millones de dólares al año en marketing dirigido a la profesión médica. A través de la entrega de obsequios y financiamiento de educación continua es que la industria farmacéutica aumenta su gasto y justifica (al menos en parte) los altos precios de los medicamentos que ofrece. Lo anterior es especialmente preocupante, considerando la asociación descrita entre el apoyo de la industria a la Educación Médica Continua y la influencia que esto tiene en la prescripción de fármacos de marca y más caros.


Entre las tantas áreas de nuestro quehacer profesional que se han visto afectadas por la pandemia del COVID-19, el ámbito de la Educación Médica es uno sobre el cual corresponde reflexionar.

Mientras que la educación médica de pre y posgrado está siendo abordada casi completamente por nuestras universidades en programas formales, es la Educación Médica Continua, la que está siendo ejercida en parte por algunas universidades, pero en mayor medida por sociedades científicas y muchas veces directa o indirectamente –a través del patrocinio de sociedades científicas, por ejemplo– por la industria farmacéutica en distintos formatos: congresos, seminarios, talleres, etc.

Producto del revuelo que ha tenido la pandemia en el ámbito educativo, hemos observado cómo las plataformas de videoconferencias se han masificado recientemente, siendo instancias de fácil acceso, que permiten llegar a un público más amplio y a un costo menor. Sin necesidad de gastar en traslados y alojamientos, cafés o costosas comidas, ya no es necesario desembolsar recursos en arriendo de espacios como salones de hoteles. La presión sin precedentes del confinamiento en el contexto de una época eminentemente digital, nos permite reunir en sala virtual a conferencistas de diferentes partes del mundo sentados literalmente en el living de su casa, haciéndose menos relevantes problemas logísticos propios de una educación análoga (cancelación de vuelos, enfermedades de última hora, etcétera). Toda esta simplificación logística implica la posibilidad de prescindir del sacrificio de horas de trabajo, o la tramitación de permisos con semanas de antelación. El resultado es procesos educativos distintos, pero sin duda más rápidos y eficientes.

Es en este contexto de indudable menor costo de instancias de divulgación y discusión científica, que vemos con preocupación proliferar un sinnúmero de seminarios (webinars) con el “apoyo” de la industria farmacéutica, la que gasta cientos de millones de dólares al año en marketing dirigido a la profesión médica. A través de la entrega de obsequios y financiamiento de educación continua es que la industria farmacéutica aumenta su gasto y justifica (al menos en parte) los altos precios de los medicamentos que ofrece. Lo anterior es especialmente preocupante, considerando la asociación descrita entre el apoyo de la industria a la Educación Médica Continua y la influencia que esto tiene en la prescripción de fármacos de marca y más caros.

El distanciamiento físico que se impuso por la pandemia ha afectado de forma irremediable el intercambio de conocimientos, de lo que surge la necesidad de actuar de modo de evitar la injerencia de intereses ajenos al interés de la profesión médica.

Estos nuevos tiempos exigen soluciones acordes, y la propia tecnología nos ofrece hoy la oportunidad de independencia en el financiamiento de instancias científicas como no habíamos tenido en las últimas décadas. La facilidad de medios no puede resultar en una paradoja de más o mayor cooptación de la industria en los procesos educativos. Reorientar la Educación Médica Continua al interés de la profesión es un imperativo ético y científico esencial, del cual nuestro gremio debe hacerse cargo y hoy tenemos menos excusas que las que teníamos en el reciente pasado análogo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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