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No es el momento de proyectos ni candidaturas identitarias Opinión

No es el momento de proyectos ni candidaturas identitarias

Eduardo Vergara B.
Por : Eduardo Vergara B. Director Ejecutivo de Fundación Chile 21
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No es momento de proyectos personales ni de candidaturas solitarias, sino de construir mayoría social para dar respuesta a los dolores y heridas de la gente. Las mayorías sociales no se construyen en acotados periodos electorales, sino más bien son resultado de procesos político-sociales de fondo. Hoy las candidaturas deben ser reflejo y resultado del mensaje que Chile ya dio a gritos durante el estallido social y con llanto durante la pandemia. No es necesario inventar una nueva identidad para sustentar la llegada al poder. Nuestra identidad ya está definida. Hoy se sustenta en la épica de búsqueda del bien común y de cumplir con la responsabilidad ineludible de impedir que el país siga administrado por una reducida élite, que termina por proteger los intereses de unos pocos a costa del empobrecimiento y vulnerabilidad de la mayoría. Hoy es el momento de lo urgente.


Son semanas y días cruciales para el futuro del país. Si bien los acontecimientos políticos que han impedido acciones conjuntas en la oposición pueden parecer un simple problema de orden político y electoral, no lo son. Lo que está en juego es la posibilidad de otorgarle una alternativa a la ciudadanía que sea respetada, creíble, pero por sobre todo con el tonelaje suficiente para gobernar en medio de la tormenta. La oposición, o al menos gran parte de ella, tiene el imperativo ético y la responsabilidad política de que sus acciones sean definidas sobre la base de un bien superior.

El bien superior que está en juego es la capacidad de generar una alternativa de gobernabilidad a un país que se encuentra empobrecido y vulnerable, no necesariamente por la pandemia, sino fundamentalmente por la mala gestión del Gobierno. Las discusiones del retiro del 10% resumen el fracaso del Estado en proteger a las personas. Es una constatación dolorosa como también aterradora. Cada centímetro que el Estado se ha contraído, es un centímetro que ha quedado a merced del narco y el crimen. No se trata solo de la inseguridad de perderlo todo, sino también del miedo a tener que depender de círculos criminales para poder subsistir.

[cita tipo=»destaque»]Estos consensos demuestran que el camino de la unidad existe y que hay cimientos para que enfrentemos los fantasmas de las diferencias en miras al bien superior. Si bien la coordinación de todas las candidaturas decidió incluir el trabajo que realizamos, lo que falta ahora es la coherencia para que la búsqueda de estos mínimos programáticos no siga siendo usada como una excusa para la exclusión, sino como un mecanismo para sustentar el camino hacia una mayoría social.[/cita]

No es accidental que los populismos hayan encontrado terreno fértil. La incapacidad política de enfrentar los desafíos y las desigualdades fue ocultada bajo la alfombra y maquillada gracias al endeudamiento, las tarjetas de casas comerciales y la venta de sueños de movilidad social. Millones están hoy al borde de caer en la pobreza, porque el modelo para muchos resultó no ser más que una delgada cáscara de huevo que dio una falsa sensación de protección.

Si las respuestas y ofertas simples a problemas complejos hacen hoy sentido a una fracción importante de la población, es justamente porque se hastiaron de esperar por décadas que la misma élite política y económica dejara de obstruir los cambios para poder ejercer su derecho a vivir vidas justas, dignas y seguras.

El momento histórico que enfrentará la próxima Presidencia, no estará únicamente marcado por la necesidad de que la reactivación económica sea justa y no termine por profundizar más las desigualdades, sino que, además, por el proceso que permitirá la instalación de una nueva Constitución y que este se haga en un ambiente de paz y normalidad. Estamos ya hartos de la violencia delictual, social, política, de género y económica.

No es momento de proyectos personales ni de candidaturas solitarias, sino de construir mayoría social para dar respuesta a los dolores y heridas de la gente. Las mayorías sociales no se construyen en acotados periodos electorales, sino más bien son resultado de procesos político-sociales de fondo. Hoy las candidaturas deben ser reflejo y resultado del mensaje que Chile ya dio a gritos durante el estallido social y con llanto durante la pandemia. No es necesario inventar una nueva identidad para sustentar la llegada al poder.

Desde Chile 21 el 2020 implementamos un programa de «Mínimos Comunes», invitando a todas las presidentas y presidentes de partido. La conclusión fue que, cuando la discusión es programática respecto de un proyecto futuro, son muchos más los elementos de consenso que de disenso, generándose acuerdos transversales en temas claves para el desarrollo de un nuevo modelo de desarrollo en Chile.

Estos consensos demuestran que el camino de la unidad existe y que hay cimientos para que enfrentemos los fantasmas de las diferencias en miras al bien superior. Si bien la coordinación de todas las candidaturas decidió incluir el trabajo que realizamos, lo que falta ahora es la coherencia para que la búsqueda de estos mínimos programáticos no siga siendo usada como una excusa para la exclusión, sino como un mecanismo para sustentar el camino hacia una mayoría social.

Nuestra identidad ya está definida. Hoy se sustenta en la épica de búsqueda del bien común y de cumplir con la responsabilidad ineludible de impedir que el país siga administrado por una reducida élite, que termina por proteger los intereses de unos pocos a costa del empobrecimiento y vulnerabilidad de la mayoría. Hoy es el momento de lo urgente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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