Publicidad
Proceso Constituyente: un organismo vivo que experimenta cambios día a día LA CRÓNICA CONSTITUYENTE

Proceso Constituyente: un organismo vivo que experimenta cambios día a día

Patricio Fernández
Por : Patricio Fernández Periodista y escritor. Ex Convencional Constituyente por el Distrito 11.
Ver Más

Lo he dicho antes: el Proceso Constituyente es un organismo vivo y actualmente experimenta cambios importantes día tras día. Tanto los entusiastas que le festejan hasta sus peores torpezas o inconsistencias como los catastrofistas que ya creen haberlo visto todo y lo condenan a una muerte anticipada, no lo miran con la atención que merece. Son muchos los puntos en disputa, muchos los movimientos internos, muchos los aprendizajes colectivos. Lo que hace una semana era de un modo, comienza a en no pocos casos a ser de otro. El gusto por normas largas y adjetivadas ha ido cediendo lugar a las parcas y precisas, en parte porque se ha caído en la cuenta de lo que es una norma constitucional, en parte porque lo esencial concita un mayor arco de adhesiones que lo florido. Estamos ante un importante proceso de transformación institucional. En lo grueso, esos grandes cambios tienen adhesiones supra mayoritarias. Las disputas que comienzan están en los detalles, donde, como todos saben, habita el diablo.


El martes 15 de febrero comenzó con una deliberación -nuevamente- acerca de la fracción 2/3. Esta vez no se trató de discutir su pertinencia para cada norma constitucional, sino su aplicación para aprobar de manera general, paquetes completos, antes de caerles una por una. El tema lo repusieron algunos miembros de la directiva, y la discusión pasó al pleno. En la mesa ampliada lo habían zanjado días antes -también el paquete se aprobaría por 2/3-, pero con la complicidad de la presidenta, volvió a la palestra.

Muchos pidieron la palabra para opinar sobre el asunto. Basta que John Smok la ofrezca para que alguien quiera tomarla. Salvo que se trate de problemas técnicos o reglamentarios -donde se lucen los abogados y el resto calla- pudiendo, las y los convencionales hablan. Pocos se pierden la oportunidad de salir a escena. Hay, los que decoran sus pupitres antes de pronunciarse. Es frecuente que suban sus intervenciones a las redes sociales. Buena, para los que tienen aspiraciones políticas y se deben a sus audiencias. Otros, supongo, lo hacen para dejar registro de sus posturas.

No todos manejan bien los tres minutos con que cuentan para expresar sus posiciones. Hay quienes recién encuentran el tono cuando se les acaba el tiempo. En los discursos previos a la votación en particular del Informe de la Comisión de Justicia, Luis Mayol recién comenzaba a contextualizar cuando le cortaron el micrófono y se quedó haciendo morisquetas. Algunos le piden minutos a sus compañeros de bancada para alcanzar a desarrollar sus ideas y, a veces, cuando un orador u oradora parece comenzar a volar y la callan, aparece un alma solidaria que le regala su espacio. María José Oyarzún (RD) no alcanzó a recitar entera la Oda al Mar de Nicanor Parra, ganándose un lamento generalizado.

Hay otros, como Roberto Celedón, si en las primeras intervenciones quedaba francamente corto, con el paso de los meses ha encontrado el modo de adaptar su calmada habla al cronómetro implacable. Hace pausas y su cadencia cansina lleva a temer que no alcanzará siquiera a saludar, pero el tiempo es misterioso, y hay ocasiones en las que usando poquísimas palabras y tras pausas enormes, consigue cerrar ideas contundentes. Escuchando a algunos, tres minutos se van como un soplo; con otros, en cambio, parece que no fueran a terminar jamás. A veces alcanzan para una siesta entera y los aplausos obligados del final te sacan de alguna playa soleada.

Agustín Squella (jueves 15.16 hrs. aproxidamente) reclamó que muchos daban discursos solamente para escucharse, encantados consigo mismos al repetir lo dicho mil veces antes, en lugar de aliviar a la Convención de pasar largas jornadas a la espera de que todos terminen. Uno me sopló al oído: “Te apuesto que igual lo sube a las redes”. Otra tuiteó: “Repitió lo mismo que Montero, pero en largo”. Y yo les contesté: “pero tiene razón”.

“¿Qué se discute de verdad aquí?”, pregunté a varios ese mediodía, luego de tres horas inútiles que terminaron con la presidenta ratificando el acuerdo previo para la aplicación de los 2/3. “¿Cuál es el gato encerrado?”

Unos a favor, otros en contra, siempre con argumentos formales, sin que ninguno explicara lo que implicaba verdaderamente cada opción. Comunicacionalmente la idea era pésima, porque alimentaba la incertidumbre en un ambiente plagado de inquietud, de modo que no alcanzaban los argumentos procesales para justificar la iniciativa. El único que osó, sincerarme, lo que escondía este debate fue Mauricio Daza: sólo con mayoría es que las propuestas más de izquierda podían avanzar a la siguiente etapa y encontrar alguna posibilidad de prosperar. No lo dijo así, pero eso fue lo que entendí.

Son las 22.40 hrs. Llevamos varias horas escuchando a los convencionales referirse a estas primeras normas del Sistema de Justicia que podrían entrar en la nueva Constitución. No pocos discursos son heroicos, políticos, testimoniales, apenas referidos al texto en cuestión. Hablan de la justicia que a muchas les falta, del machismo, de la postración. Otros, de la importancia de la independencia de los jueces, de la necesidad de un solo sistema legal y no varios, de quién posee el imperio… Los aplausos responden a la complicidad partidaria. Un buen número le habla a su público, para hacerse ver o dejar un rastro.

A las 23.25 hrs termina de hablar la última convencional, Amaya Alves. La izquierda aplaude de pie. Son las primeras normas que votaremos en general. Si el convencional Arrau no hubiera pedido su votación por separado, las habríamos votado todas juntas. El Colectivo Socialista debatió largamente si, en caso de suceder así, aprobaríamos o rechazaríamos el bloque. Varias de sus normas nos resultaban discutibles, imprecisas -especialmente las que descuidaban la independencia de los jueces, el imperio para ordenar a la fuerza pública cumplir las sentencias, la correcta estructuración y jerarquía del sistema paralelo de justicia indígena- y cómo nuestro compañero Andrés Cruz, había sido abusivamente marginado de las conversaciones de los grupos de oposición. Argumentando su quehacer como fiscal, había quienes pensábamos que mientras eso no se corrigiera era difícil confiar en que la comisión considerara sus apreciaciones a la hora de corregir. Se imponía un gesto de fuerza. Al final de la tarde, sin embargo, el coordinador Viera tuvo una serie de encuentros con Cruz y, ya a sabiendas de que la votación se llevaría a cabo “por separado”, fue acordada la aprobación de varias normas con el compromiso de ajustarlas en aquellos detalles inquietantes.Los socialistas aprobaríamos todo menos los artículos 4 y 8.

Antes de medianoche, John Smok puso el primer artículo en votación, sobre «La función jurisdiccional». Ignacio Achurra, a mi lado, tamborileó la mesa con los dedos como quien hace un redoble de tambores. Otros emitían voces nerviosas. Varios levantaron sus celulares para grabar el momento en que se publicara el resultado en la pantalla gigante del hemiciclo. Obtiene 107 votos. Más de 2/3. Muchos aplauden en el hemiciclo, otros gritan, Baradit se acerca a Celedón y lo abraza. Cunde el nerviosismo y la excitación. Es la primera votación verdaderamente relevante. Ya el pleno está manifestando sus preferencias respecto de normas que podrían pasar al texto constitucional. Si antes todo había sido especulación, aquí se podrá constatar la voluntad real de la Convención. Se llena de periodistas la tribuna del segundo piso. Estallan los flashes, se encienden los focos de las cámaras.

El artículo segundo (Pluralismo Jurídico) obtuvo 117 votos a favor. Abundan los gritos, los pataleos; los más expresivos se cubren la cara y parecen llorar. La aparición de los 2/3 va dando luces de realidad a este proceso. El artículo tercero (Independencia jurisdiccional, imparcialidad y exclusividad) obtuvo 113 votos. La nueva Constitución comienza a ver la luz.

Artículo 4 (Inamovilidad). Aquí los socialistas vamos a rechazar. Es tensa la espera. ¿Llegará a los 2/3? Solo obtuvo 89 a favor y 62 en contra. Baradit emite permanentes gritos de emoción a mis espaldas. Gime, respira fuerte, sufre de manera ostentosa.

Artículo 5 (Derecho de acceso a la justicia): 140 votos a favor. “¿Eso! ¡Eso! Grita Baradit, como si fuera su equipo el que metió un gol”.

La presidenta Quinteros advierte que se deben respetar las medidas de Covid. Pide que salgan del hemiciclo los asesores.

Artículo 6 (Tutela jurisdiccional efectiva.): 128 votos. Supera 2/3

ME DETENGO EN EL NOMBRE DE RODRIGO ROJAS VADE. Aparece sin votación.

Artículo 7 (Inexcusabilidad e indelegabilidad): 114. La excitación parece menguar.

Se me acerca Daza, que forma parte de la comisión de Justicia, a plantear que el artículo 8 (Ejecución de las resoluciones) lo aprobemos y arreglemos luego en particular. Le digo que si hubieran estado todos trabajando como corresponde, habría salido todo bien, pero marginaron a Andrés.

“Tomás estuvo», me dijo, refiriéndose a Laibe, otro miembro del colectivo. «Pero otros no -le contesté-, y estas tonteras se pagan caras. Ahora que estarán todos, seguro que lo hacemos bien».

El Artículo 10, habla de la gratuidad en la prestación de justicia, y al conseguir 141 votos, algunos comienzan a gritar “¡Todo gratis! ¡Todo gratis!” de manera irónica, sacándole a pica a la derecha.

“Les pido que no golpeen los muebles”, dice John Smok, “porque los equipos son sensibles”.

De algunos escaños cuelgan unos carteles que dicen “NO A LOS RULOS”. No entiendo a qué se refieren y, por joder, le pregunto a una convencional que pasa si acaso solo se permiten pelolais.

El artículo 14 establece la paridad en todos los cargos de la jurisdicción. “A ver quién se atreve a ir en contra”, murmura uno cerca mío. Las mujeres sacan pañuelos verdes y gritan a coro: “¡Y ahora que estamos juntas! ¡Y ahora que sí nos ven! ¡Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer…!” La norma obtuvo 115 votos a favor. Estallan gritos y aplausos.

Al terminar las votaciones, no faltan los que se saludan levantando el puño. “¡Buena Daza!”, le grita Hugo Gutiérrez desde otro rincón del hemiciclo. “¡Buena Gutiérrez! ¡La hicimos!”, le contesta Mauricio Daza.
La presidenta invita a todos a tomarse una selfie en frente de la testera. Abrazos y bailes.

Si hasta aquí, en la Convención han primado las fuerzas particularizantes, lo distintivo, lo diferenciador, a partir de este momento queda claro que ha de buscarse todo lo contrario: los puntos de encuentro, los acuerdos, las complicidades. Sólo en aquello que un mínimo de 103 convencionales coinciden puede llegar a convertirse en norma constitucional. O, dicho de otro modo, basta que más de 1/3 se resista, para que quede en el camino. Andrés Cruz ya participa de las conversaciones en que recién ayer lo tenían vetado, lo mismo Harboe en la comisión de DDFF y es de suponer que en la de Principios, ya el día de hoy, Agustín Squella debiera verse incorporado.

Es cierto que la derecha todavía no entra en esos espacios. Especialmente en los grupos más de izquierda, permanece el deseo de conseguir las mayorías necesarias sin ellos, pero lo cierto es que al interior de las izquierdas existen diferencias importantes respecto de múltiples aspectos, y no serán pocos los puntos en que parte de ellas se encuentren con los de en frente. Aunque todavía no se produzcan de manera formal, son muchos los diálogos entre unos y otros. Es de esperar que en los días venideros salgan a la luz sin complejos. No son pocos los representantes de ambos sectores dispuestos a hacerlo.

El miércoles 16 supimos de la muerte de Cristina Calderón, la madre de Lidia González, convencional del pueblo yagán.
Cristina es hija ilustre de Magallanes y, hasta su muerte, fue considerada “tesoro humano vivo de Chile”. Era la última hablante nativa de la lengua yagán, la última para quien fue su lengua materna. Con ella parte un largo período de la historia de ese pueblo, el tiempo en que hablaban entre ellos una lengua propia. Otros podrán estudiarla y aprenderla, pero difícilmente volverá a ser el espíritu parlante de la cultura que devendrá. Cuando mucho, al rescatar el háusi kúta, podrá buscarse en él los rastros más profundos de una cosmovisión que habrá mutado en las nuevas palabras de sus herederos.

Pienso en ese último abrazo entre Lidia y Cristina, una hija y su madre, y dos eras que se despiden. La imagen me acompaña durante todo el día.

A las 15 hrs. comienzan las intervenciones acerca del informe de la Comisión Formas de Estado. Se nos propone pasar a un Estado Regional. En las presentaciones, muchos le hablan a sus representados, a sus regiones. La dignidad de las provincias reclama respeto. Siguen apareciendo deudas, historias de abandonos, de proyectos productivos provenientes de la capital que afectan sus vidas y rentan lejos. Pocos se refieren al detalle técnico de las normas a través de las cuales pretenderán lograrlo, y que es lo que, en rigor, nos convoca ahora.

Los colectivos viven arduas discusiones internas. Comentan que en su seno, la Comisión de Forma de Estado generó una complicidad entre sus miembros que fue más allá de la existente con los miembros de sus colectivos,. Algunos dicen que se colectivizó la comisión. Algo parecido a lo que, muy probablemente, veremos luego con la Comisión de Medio Ambiente. Ambas reunieron a convencionales con causas comunes y puntuales, para varios de ellos más importantes de defender que una concepción completa de la Constitución.

Las intervenciones pueden durar hasta ocho horas.“Tengo la cabeza quemada”. “¿Hasta cuándo seguirán hablando?”… son comentarios que rondan afuera del edificio. Hernán Larraín, Roberto Vega y otros constituyentes de derecha manifiestan su miedo a que terminemos como Argentina, con caciques locales, un inmenso gasto administrativo y regiones en las que se concentra la pobreza. Otros argumentan que eso ya sucede acá, y de manera escandalosa. Varios ven un esfuerzo por instalar en nuestro país una especie de federalismo encubierto.

Como las sesiones empiezan a prolongarse hasta altas horas de la noche, se autorizó la instalación de un carrito donde venden hamburguesas veganas y de carne, hot dogs (mayo, kétchup, mostaza, aji rojo), y gaseosas. También pusieron en una esquina del atrio del Senado una mesita con un termo de agua caliente, té, sobres de Nescafé, de azúcar y de stevia que, a eso de las 22.30 hrs ya no tenía vasos y estaba llena de restos en la superficie.

A las 23.25 hrs empieza la votación. Algunos levantan unas piñas enanas provenientes de Isla de Pascua que, el día antes, Tiare Aguilera distribuyó entre los presentes.

La sesión terminó sin gritos. No hubo aplanadora. Se pondera el ánimo.

El jueves 17 de febrero, tras una mañana de comisiones, el pleno vuelve a reunirse en la tarde. Los días son largos y sin pausa. El tema del cansancio está cada vez más presente y convive con la imposibilidad de que cada cual revise con verdadera atención las votaciones que vienen. El solo trabajo de cada comisión requiere una dedicación para la que le faltan horas al día y al momento de pronunciarse sobre las materias de las otras comisiones, solo queda confiar en el trabajo de nuestros cómplices.

Entre cada convencional y sus asesores se reparten el trabajo. Por lo general se trata de jornadas en las que mientras unos pasan cerca de 10 horas votando los otros negocian con sus colectivos más cercanos el acuerdo de normas que apoyarán en conjunto. Esos encuentros de asesores y asesoras pueden prolongarse durante días enteros discutiendo largamente un inciso, una frase, una palabra. Se duerme poquísimo y los fines de semana, que hasta hoy se dedicaban casi por completo a estos encuentros informales, según un acuerdo recién tomado por la mesa ahora también serán considerados días hábiles y podrán realizarse eventos oficiales los sábados. Ya hay constituyentes que se han enfermado, otros, producto del agotamiento, están participando menos.

La mayoría de los convencionales insistimos en cumplir los plazos, sabemos que ponerlos en duda causaría una ola de críticas en la opinión pública y que nada garantiza la disposición de los parlamentarios a extenderlo. No faltan los que prefieren exprimirse por completo hasta el 4 de julio con tal de terminar pronto. Muchos tienen sus vidas familiares suspendidas y añoran retomarlas. Otros sostienen que el agotamiento es también un motivador de acuerdos. Pero lo cierto es que para decidir con mayor templanza y concentración podría necesitarse algo de calma. Y hoy no existe. Mal que mal, cada una de nuestras decisiones tendrá consecuencias enormes y para la toma de algunas de ellas, en las que un congresista se tomaría meses y contaría con grandes equipos, nosotros apenas contamos con algunas horas y el apoyo heroico de asesores en su mayoría muy jóvenes aunque, valga decirlo, muchas veces extraordinariamente bien preparados y dispuestos.

Pasadas las 15 hrs comenzaron las intervenciones. Ya son pocos quienes las escuchan. A eso de las 18 hrs empezó la votación.
Se trata de la primera votación en particular. Por 106 votos se aprobó la denominación Sistemas de Justicia para el capítulo en cuestión. Dejará de llamarse Poder Judicial. “SISTEMA DE JUSTICIA” pasan a ser las primeras palabras que entran a la nueva Constitución.

El artículo que establece el pluralismo jurídico no consigue los 103 votos que necesita, sino 93, con lo que vuelve a la Comisión para ser corregido.

Las votaciones ahora son curiosas, desacopladas. Los comunistas votaron el miércoles en contra de las Asambleas Legislativas Regionales, junto con la derecha, los de Apruebo y buena parte del Colectivo Socialista.

Viernes 18 febrero 2022. Me quedé dormido. Abrí el primer ojo a las 9.30. Rápidamente debí incorporarme a la sesión de manera telemática.

En la tarde, a partir de las 15.15 hrs., comenzamos a votar el primer informe de la Comisión Forma de Estado en particular. Al interior del colectivo esta votación sigue provocando álgidas disputas. Como vuelven a la comisión aquellas normas que no alcanzan los 2/3 pero sí la mayoría, los distintos colectivos de oposición se dividieron internamente para conseguir dicha cifra -más de 77 y menos de 103-, en todas aquellas que teniendo un principio atendible, son necesarias de reparar. Hay, sin embargo, quienes se rebelan a las instrucciones grupales, de modo que se dan sorpresas.

No siempre todos cuentan con los elementos para hacerse un juicio propio. Otros se encuentran de golpe, al momento de votar, con problemas en las normas que no habían tenido tiempo de analizar antes. El proceso transcurre a una velocidad arrolladora.

Lo he dicho antes: el Proceso Constituyente es un organismo vivo y actualmente experimenta cambios importantes día tras día. Tanto los entusiastas que le festejan hasta sus peores torpezas o inconsistencias como los catastrofistas que ya creen haberlo visto todo y lo condenan a una muerte anticipada, no lo miran con la atención que merece. Son muchos los puntos en disputa, muchos los movimientos internos, muchos los aprendizajes colectivos. Lo que hace una semana era de un modo, comienza a en no pocos casos a ser de otro. El gusto por normas largas y adjetivadas ha ido cediendo lugar a las parcas y precisas, en parte porque se ha caído en la cuenta de lo que es una norma constitucional, en parte porque lo esencial concita un mayor arco de adhesiones que lo florido.
Estamos ante un importante proceso de transformación institucional. En lo grueso, esos grandes cambios tienen adhesiones supra mayoritarias. Las disputas que comienzan están en los detalles, donde, como todos saben, habita el diablo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias