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La amenaza de minera Dominga al desierto florido Opinión

La amenaza de minera Dominga al desierto florido

Fernanda Salinas
Por : Fernanda Salinas Doctora en Ecología y Biología Evolutiva. Fundación Ecosur, profesora Universidad de Chile.
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El polémico proyecto minero portuario Dominga se desarrollaría principalmente en la formación vegetacional del desierto costero del Huasco y en la formación del desierto florido de las serranías. Abarcaría una superficie de 11.155 hectáreas y operaría por 22 años. La infraestructura del proyecto incluye dos rajos mineros, una planta de procesos, un depósito de lastre, un depósito de relaves, acueductos, concentraductos, una línea de transmisión eléctrica, un camino, el sistema de espesado, filtrado, almacenamiento y embarque del concentrado de hierro y la planta desalinizadora. Esta infraestructura acabaría para siempre con el espectáculo del desierto florido en el área de emplazamiento.


El desierto de Atacama es el más seco y más antiguo del planeta. Cada cinco o siete años, tras las lluvias, las tierras áridas se cubren de tapetes de colores conformados por una variedad de más de 200 especies de plantas con el fenómeno del desierto florido. La mayoría de estas especies son endémicas y son acompañadas por la actividad incesante de insectos, reptiles, aves y mamíferos. La belleza paisajística de cada evento atrae a decenas de miles de turistas nacionales e internacionales a la zona, vinculando a las personas con el clima y sus efectos sobre los ecosistemas.

El desierto florido es un fenómeno importante para el desarrollo local. Para que se mantenga en el tiempo, su protección no se restringe a los eventos de floración, cuando aterrizajes de avionetas, tránsito de vehículos 4×4, cortas de flores o robos de plantas son evidentes. La protección del desierto florido se debe extender a los períodos en los que las plantas se encuentran en latencia como parte de su forma de coexistir con el clima.

El polémico proyecto minero portuario Dominga se desarrollaría principalmente en la formación vegetacional del desierto costero del Huasco y en la formación del desierto florido de las serranías. Abarcaría una superficie de 11.155 hectáreas y operaría por 22 años. La infraestructura del proyecto incluye dos rajos mineros, una planta de procesos, un depósito de lastre, un depósito de relaves, acueductos, concentraductos, una línea de transmisión eléctrica, un camino, el sistema de espesado, filtrado, almacenamiento y embarque del concentrado de hierro y la planta desalinizadora. Esta infraestructura acabaría para siempre con el espectáculo del desierto florido en el área de emplazamiento.

Andes Iron –empresa tras Dominga– desestimó los impactos asociados a la destrucción irreversible de las formaciones vegetacionales del desierto florido con alto valor para la conservación de la biodiversidad. La flora presenta un importante nivel de endemismo, con un 76% del total de especies nativas, y se distribuyen especies en vías de extinción en toda la superficie del proyecto. El titular negó que Dominga pudiera tener impactos negativos en el turismo y prometió compensar las 11 mil hectáreas de pérdida de vegetación con algo más de 6 mil hectáreas para conservación. Sin embargo, la composición y estructura de la vegetación presente en el área que sería destruida, en una de las 25 regiones botánicas de mayor valor para la conservación del mundo por su endemismo y amenaza, es significativamente más vulnerable e irreemplazable, más diversa y rica, y cuenta con un mayor grado de naturalidad que la vegetación presente en el área que Dominga pretende conservar.

Coquimbo es la región que cuenta con mayor diversidad de plantas vasculares nativas en el país. Sin embargo, solo presenta un 0,37% de su territorio total protegido, siendo la región que tiene menor superficie y cantidad de áreas protegidas del país. Según las Metas Aichi del Convenio de la Diversidad Biológica de Naciones Unidas suscrito por Chile, al 2020 los países y regiones debían avanzar en conservar entre un 10% y un 17% de sus ecosistemas terrestres, para asegurar la mantención de la biodiversidad a las futuras generaciones.

Con nuevas voluntades políticas, y en un escenario de cambio climático y pérdida de biodiversidad sin precedentes, esperamos se logren aunar esfuerzos para incrementar las superficies de áreas protegidas en la Región de Coquimbo, otorgando protección oficial a las áreas remanentes de alto valor para la conservación, como el desierto florido en la comuna de La Higuera y rechazando a tiempo proyectos de alto impacto ambiental como minera Dominga. De esta manera, podremos preservar este patrimonio natural de importancia global en el tiempo y para las futuras generaciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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