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La Cumbre de las Américas y el pragmatismo político Opinión Crédito: Agencia Uno

La Cumbre de las Américas y el pragmatismo político

José María Ramos
Por : José María Ramos Profesor e investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef), del Departamento de Estudios de Administración Pública (Tijuana, Baja California, México). Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, por el Instituto Universitario Ortega y Gasset, de España.
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La Cumbre es un espacio político para impulsar un eficaz cabildeo latinoamericano, pero los países de América Latina deben plantear una posición más pragmática. Si bien el Gobierno estadounidense ha tenido ciertas reservas con algunos países de la región, recientemente la administración del presidente Joe Biden ha adoptado algunas decisiones pragmáticas. Por un lado, ha disminuido las restricciones para viajes y las remesas a Cuba y reuniones con funcionarios cubanos para una mejor gestión migratoria, y, por otro lado, ha permitido las negociaciones de la principal petrolera estadounidense (Chevron) en Venezuela para negociar posibles actividades, partiendo de la relevancia de las reservas petroleras en el país.


La Cumbre de las Américas es un espacio importante para fortalecer una agenda de crecimiento y desarrollo para los países de América del Norte, del Triángulo Norte y América Latina en general.

Allí, los países de la región pueden exponer la importancia de que el Gobierno estadounidense y, en particular, el Congreso y sus senadores republicanos reconozcan la relevancia social y económica de una reforma migratoria, el impacto de las remesas para disminuir la inmigración irregular, la necesidad de liberar los cuatro mil millones de dólares del Plan de Desarrollo para Centroamérica y el aumento de las visas laborales de tipo temporal.

Para EE.UU., la Cumbre será un espacio para fomentar una mayor y eficaz corresponsabilidad migratoria, y fortalecer la gobernabilidad y la gobernanza para el desarrollo con compromisos compartidos por los países de la región.

La Cumbre es un espacio político para impulsar un eficaz cabildeo latinoamericano, pero los países de América Latina deben plantear una posición más pragmática. Si bien el Gobierno estadounidense ha tenido ciertas reservas con algunos países de la región, recientemente la administración del presidente Joe Biden ha adoptado algunas decisiones pragmáticas. Por un lado, ha disminuido las restricciones para viajes y las remesas a Cuba y reuniones con funcionarios cubanos para una mejor gestión migratoria, y, por otro lado, ha permitido las negociaciones de la principal petrolera estadounidense (Chevron) en Venezuela para negociar posibles actividades, partiendo de la relevancia de las reservas petroleras en el país.

En este contexto, la prioridad de América Latina en la Cumbre debería ser convencer al Gobierno de EE.UU. de que impulse políticas que disminuyan las asimetrías bilaterales. Esto se lograría reduciendo las desigualdades sociales con base en una agenda social: control de la corrupción; inversiones en el sector energético que promueve las energías limpias, con interés público y mayor autosuficiencia energética; mayores incentivos a micro, pequeña y mediana empresa con una perspectiva de igualdad y de valor, políticas de emprendimiento e innovación social para jóvenes e insistir en una reforma migratoria con un impacto laboral y de inclusión social.

Pero más allá de la Cumbre de las Américas, hay en curso otras iniciativas importantes entre Estados Unidos y los países de la región, como el Diálogo Económico de Alto Nivel, en el cual se articulan la competitividad económica, la seguridad y la movilidad de las personas. En el marco de la administración Biden, se ha planteado una nueva agenda en materia de seguridad y desarrollo que impacta las fronteras norte y sur de México y con los países del Triángulo Norte: Honduras, Guatemala y El Salvador.

Esta agenda busca fomentar soluciones a diferentes problemas como la seguridad, la salud, los cruces fronterizos, la migración, el desarrollo, el comercio, la seguridad energética sustentable y el cambio climático. El reto de esta iniciativa es gestionar de manera conjunta dichas propuestas para promover una relación bilateral y regional en la que predomine la competitividad, el crecimiento y el respeto a las soberanías de cada país.

Un segundo ámbito relevante en esta línea fue la reunión entre los presidentes Joseph Biden con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en la Cumbre de Líderes de América del Norte, el pasado 18 de noviembre del 2021. Esta reunión fue el marco para fortalecer la integración y trazar una nueva senda acorde con los desafíos globales complejos.

Allí, el Gobierno mexicano reiteró la importancia de los flujos y de la movilidad migratoria hacia Estados Unidos en el contexto de la necesidad de mano de obra según la integración laboral y del crecimiento que se espera de la economía estadounidense. Los tres presidentes destacaron la complejidad del aumento de la migración irregular en el hemisferio ―casi tres millones de migrantes irregulares entre septiembre de 2020 y abril de 2022―, el mayor flujo migratorio en los últimos veinte años.

Todas estas iniciativas son espacios donde los países de la región y, sobre todo los centroamericanos y México, pueden presionar al gobierno de Biden para exigir mejores condiciones en su relación con la potencia del norte. Y es que la emigración centroamericana y mexicana no disminuirá a mediano plazo. Las diferencias salariales son enormes, y la demanda de mano de obra irregular en EE.UU. seguirá aumentando, debido al crecimiento de la economía en el contexto de la reactivación pospandemia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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