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Status quo y quo vadis Opinión

Status quo y quo vadis

Paulo Cox
Por : Paulo Cox Economista y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, Santiago.
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Si gana el Apruebo, el quo vadis se refuerza así mismo (el resultado es funcional al objetivo que propone esta alternativa). Si no lo hace, se producirían dos efectos que aumentarían la incertidumbre sobre el escenario que nos dejaría el Rechazo. El primero, e inmediato, es encarar el vacío, frente al cual tal vez la decisión más sensata sea quedarse con la Constitución vigente, fuertemente cuestionada. En segundo lugar, al perder el Apruebo, todo ejercicio de reforma constitucional le resta credibilidad, y por lo tanto legitimidad, a cualquier proceso o esfuerzo que se le parezca (deja un mal precedente). En ambos casos, y al contrario que el Apruebo, el Rechazo se hace perder a sí mismo.


La reforma de Constitución que será plebiscitada este domingo, es una innovación radical en varias dimensiones a la vez, respecto al “estado de las cosas” (status quo). Ello incide naturalmente sobre el grado de incertidumbre que introduce. Como consecuencia de ello se produce naturalmente entre los ciudadanos una fuente de sesgo en favor del status quo.

Pero la discusión acerca de la incertidumbre no termina ahí. Existen consideraciones adicionales que debemos tomar en cuenta antes de sopesar y hacer escrutinio sobre las alternativas que se nos presentan.

El primer punto a constatar es que la incertidumbre está compuesta de dos partes principalmente. Una deviene del contenido mismo de las reformas que se proponen (es decir, “qué reformamos y cómo”). Una segunda parte, que no debemos subestimar, tiene relación con la claridad y certezas acerca de su implementación, instancias de enmendación, e itinerario temporal, independiente de si éstas son buenas o malas.

Toda reforma contiene ambos tipos de incertidumbre. Pero la alternativa, el status quo, con respecto a la cual debemos contrastar la reforma, no está exenta de incertidumbre y riesgo. Más bien lo contrario.Con respecto a la incertidumbre, esta alternativa presenta dos caras.

En primer lo lugar, no debemos olvidar lo que nos llevó a esta escrucijada. El status quo ha sido fuerte y consistentemente cuestionado a lo largo de la última década por lo menos. Y este cuestionamiento no se produce por falta de evidencia ni de certezas. En Chile, el status quo es, en sus cimientos y consiste en, la implementación y operación de un sistema de mercado, cuyas políticas y ejercicios de reforma han sido implementadas en Chile como en ningún país del mundo. Somos duchos en este tipo de modelo y sobre él no nos pueden contar cuentos. En este sentido, estamos ante un caso de status quo puro, con muy poca o prácticamente nada de incertidumbre. Pero esta certidumbre no juega en su favor, porque la ciudadanía lo cuestiona. No es claro que el malestar que originó este proceso, y que es fuente de inestabilidad y de incertidumbre, vaya a disiparse con un triunfo del Rechazo. Más bien lo contrario.

Por otro lado, la alternativa del status quo (Rechazo) es incierta respecto al quo vadis (hacia dónde vamos). La razón siendo el hecho que no hay ninguna garantía explícita sobre el compromiso de hacer cambios, ni sobre el proceso e itinerario que nos conducirían a plasmarlos en una Constitución. Tampoco sobre las instancias y personas mandatadas para ello. Ni siquiera hay certezas acerca de las reformas mismas o las categorías sobre las que éstas se deben fundar. Es decir, no hay “reglas del juego” explícitas o conocidas. Esta alternativa es tan vacía de contenido que parece prudente quedarnos con las certezas que ofrece. Que como vimos en el punto anterior, no juegan a su favor.

Debemos también someter al mismo análisis al Apruebo, y juzgarlo en su propio mérito. Hay ciertos puntos a tener en cuentan que moderan cualquier exageración sobre los riesgos que esta alternativa presenta.

El Apruebo es una opción instaurada sobre la base del juicio que tenemos del sistema de mercado, el status quo, luego de someter la evidencia reunida por décadas, a su escrutinio. El resultado de esta evaluación ha sido de carácter resoluto. Irrumpió con el estallido de octubre 2019 y se consolidó en el plebiscito de entrada de octubre 2020. Sobre este punto la alternativa del Apruebo es tan cierta al respecto como la del Rechazo.

Respecto al quo vadis (hacia dónde vamos), en cambio, el Apruebo presenta incertidumbre, qué duda cabe. Pero no es claro que la incertidumbre sobre este punto sea menor bajo la opción contraria. No siempre es el caso, pero parece ser más cierta la definición de “algo”, sea lo que sea este “algo”, que el vacío y la nada.

Por un lado, como resultado del trabajo de la Convención, contamos con una reforma concreta y explícita, legitimada por un proceso democrático. Sabemos a qué atenernos, y sobre qué materias discutir, trabajar y lograr acuerdos y compromisos; independiente, repito, de nuestro juicio acerca de ella.

Pero hay más. Y es respecto al resultado de la elección. Si gana el Apruebo, el quo vadis se refuerza así mismo (el resultado es funcional al objetivo que propone esta alternativa). Si no lo hace, se producirían dos efectos que aumentarían la incertidumbre sobre el escenario que nos dejaría el Rechazo. El primero, e inmediato, es encarar el vacío, frente al cual tal vez la decisión más sensata sea quedarse con la Constitución vigente, fuertemente cuestionada. En segundo lugar, al perder el Apruebo, todo ejercicio de reforma constitucional le resta credibilidad, y por lo tanto legitimidad, a cualquier proceso o esfuerzo que se le parezca (deja un mal precedente). En ambos casos, y al contrario que el Apruebo, el Rechazo se hace perder a sí mismo.

En general, es más difícil e incierto escribir un texto, que revisarlo. El primero implica vérselas con lo que los teólogos llaman “la negra noche del alma”. En el segundo caso, que también es difícil, el autor sabe mayormente a qué atenerse porque conoce la materia sobre la que tiene que trabajar y tomar decisiones, y sobre el cual se sostiene la obra.

La responsabilidad ante una decisión como la del domingo nos invita a sopesar debidamente la incertidumbre, que es una de las tantas dimensiones sobre la que debemos comparar ambas alternativas. Al contrario de lo que parece haberse instalado en el debate, este escrutinio tiene más de un punto y perspectiva que poner sobre la mesa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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