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Clave sociológica 1: reconocer la complejidad social del nuevo pueblo Opinión

Clave sociológica 1: reconocer la complejidad social del nuevo pueblo

Iván Ojeda Pereira
Por : Iván Ojeda Pereira Investigador del Centro Lithium I+d+i de la Universidad Católica del Norte
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El “pueblo” pareciera que es un concepto homogeneizante que no logra hacer justicia a la diversidad que existe dentro de estos amplios sectores sociales. Las claves político-normativas del siglo XX (izquierda – derecha) ya no son suficientes para comprender los patrones de votación, ni mucho menos sus condiciones de vida y expectativas que sustentan sus posiciones políticas. Observamos amplios sectores intermedios, los hijos y las hijas del neoliberalismo: críticos con el sistema político en general, creyentes desencantados de la meritocracia, cuya principal característica es habitar la flexibilidad, vivir el riesgo y pensar alternativas políticas diversas.


Los resultados del fin de semana, en donde el país rechazó consistentemente el proyecto de nueva Constitución, nos obligan a volver a pensar el concepto tan manoseado de “pueblo”. ¿Quiénes son? ¿Qué piensan? ¿Cuáles son sus proyecciones hacia el futuro? ¿Cuáles son sus expectativas políticas? Son solo algunas de las interrogantes que emergen del proceso. A partir de octubre del 2019, distintas(os) pensadoras(es) interpretaron el estallido como la respuesta de diversos grupos sociales ante un modelo neoliberal perverso, violento y segregador, que debía ser enterrado y suplantado por un nuevo modo de vida en sociedad, un nuevo pacto económico, un nuevo modo de vínculo con la naturaleza, entre otros.

“Chile despertó”, la “emergencia de un nuevo pueblo”, el vínculo político-normativo de los pensadores con la sociedad que observaban y la interpretación de que emergían sectores sociales excluidos que ahora estaban en búsqueda de una sociedad radicalmente distinta, fue reforzado por la votación de apertura del proceso constituyente, de candidatos(as) constituyentes y de segunda vuelta presidencial. Ahora bien, el gran problema es que este análisis se basaba en un sistema electoral con voto voluntario, que sistemáticamente permitió que las personas dejaran de sufragar, donde celebrábamos 4 millones de votantes. Hoy, por primera vez en la década, tenemos información de qué piensa “el pueblo” o, más bien, “los pueblos” de Chile, el grueso del país, los 12 millones de votantes que hoy rechazaron. Esto nos obliga a reconocer la complejidad social (y, por tanto, sociológica) que aquí queda en evidencia.

La heterogeneidad del nuevo pueblo

El “pueblo” pareciera que es un concepto homogeneizante que no logra hacer justicia a la diversidad que existe dentro de estos amplios sectores sociales. Las claves político-normativas del siglo XX (izquierda – derecha) ya no son suficientes para comprender los patrones de votación, ni mucho menos sus condiciones de vida y expectativas que sustentan sus posiciones políticas. Observamos amplios sectores intermedios, los hijos y las hijas del neoliberalismo: críticos con el sistema político en general, creyentes desencantados de la meritocracia, cuya principal característica es habitar la flexibilidad, vivir el riesgo y pensar alternativas políticas diversas. La homogenización diagnóstica, y la excesiva “izquierdización” de las interpretaciones sobre el “nuevo pueblo”, generaron problemas concretos, tener que enfrentarnos a este auténtico “portazo”, un craso error que no puede continuar repitiéndose. El “cierre hacia adentro” que caracteriza al progresismo, probablemente es la principal característica del “ñuñoísmo”, hablarse a sí mismos, mirarse el obligo y dejar de ser porosos a la compleja realidad que nos rodea. En la sociedad de la tecnología urge entender al pueblo como un ente vivo, diverso y flexible.

El anclaje histórico regional-rural del nuevo pueblo

Sin desmerecer a los y las miles de militantes que participaron en la campaña del Apruebo a lo largo de Chile, es innegable que dicha campaña fue guiada desde Santiago y por Santiago, considerando el cálculo electoral de que las grandes ciudades congregan un mayor porcentaje de la población. En este sentido, el olvido del sector agro de Chile y de las necesidades específicas de los múltiples pueblos e identidades regionales es probablemente uno de los grandes errores de las lecturas homogeneizantes.

Tan solo 8 comunas de las más de 300 tomaron opción por el Apruebo. ¿Eso es coincidencia? En lo absoluto, el o los nuevos pueblos se encuentran inevitablemente anclados a la estructura histórica regional-rural del país y aquello evidentemente manifiesta una complejidad, porque entonces la pluralidad de expectativas y de alternativas hacia el futuro es casi tan amplia como la cantidad de territorios, un giro “local-político” que requiere de tener los pies en todos estos lugares.

Comprender tan solo estos elementos –la pluralidad del pueblo, la heterogeneidad, su anclaje espacial en un país con múltiples necesidades y su vínculo histórico con el agro–, nos permite abrir el debate realista respecto a la representación política en Chile en nuestro siglo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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