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Brasil enfrenta su destino en la elección presidencial más polarizada en décadas MUNDO

Brasil enfrenta su destino en la elección presidencial más polarizada en décadas

La mayoría de los sondeos vaticinan un triunfo del líder del PT incluso en primera vuelta, pero recientemente han aparecido estudios que indican que hay un acercamiento del Presidente en la intención de voto. Así, por ejemplo, la última encuesta de Datafolha señaló que Lula mantiene un 45% de apoyo y que Bolsonaro subió de un 32% a 34%, es decir redujo la ventaja a 11 puntos porcentuales. Sin embargo, una consulta realizada por Paraná Pesquisas arroja un eventual empate técnico. Esta le otorga a Lula da Silva una intención de votos de 40,2% en la primera vuelta frente al 36,4% del hoy Mandatario, que viene del Partido Liberal. Según el margen de error de 2,2 puntos porcentuales, los candidatos están técnicamente empatados.


Con un intenso fuego cruzado entre los dos principales candidatos en medio de una campaña electoral plagada de acusaciones, de alta tensión y polarizada como hace décadas no ocurría, con enfrentamientos y un ciudadano muerto, Brasil está ad portas de unas elecciones presidenciales que se vislumbran de desenlace incierto.    

Aunque el próximo domingo 2 de octubre, doce candidatos competirán para llegar al Palacio de Planalto, la contienda estará centrada sólo en dos de ellos, el ex Mandatario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (76) años), ex líder sindical y actual dirigente del Partido de los Trabajadores (PT), y el actual Jefe de Estado, el ultraderechista y militar en retiro Jair Bolsonaro (67).  

La mayoría de los sondeos vaticinan un triunfo del líder del PT incluso en primera vuelta, pero recientemente han aparecido estudios que indican que hay un acercamiento del Presidente en la intención de voto.  Así, por ejemplo, la última encuesta de Datafolha señaló que Lula mantiene un 45% de apoyo y que Bolsonaro subió de un 32% a 34%, es decir redujo la ventaja a 11 puntos porcentuales. Sin embargo, una consulta realizada por Paraná Pesquisas arroja un eventual empate técnico.  Esta le otorga a Lula da Silva una intención de votos de 40,2% en la primera vuelta frente al 36,4% del hoy Mandatario, que viene del Partido Liberal. Según el margen de error de 2,2 puntos porcentuales, los candidatos están técnicamente empatados.  

Datafolha ubica tercero a Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), con un 7%, y cuarta a Simone Tebet, del Movimiento Democrático de Brasil (MDB), con un 4%, y con escasas opciones de subir significativamente. Si ninguno de los candidatos reúne más de 50% de los votos el 2 de octubre, se celebrará una segunda vuelta entre los dos más votados el 30 del mismo mes.  

 Además de elegir Jefe de Estado para los próximos 4 años, se votará por los gobernadores de los 26 estados de la Federación y el Distrito Federal. Estarán en disputa también los 513 curules de la Cámara de Diputados, además de un tercio de los 81 asientos del Senado, en una importante contienda que indicará los caminos de gobernabilidad del próximo Presidente a partir de 2023.  

Para Rui Tavares Maluf, cientista político de la Universidad de Sao Paulo, estos comicios se vislumbran como trascendentes porque podrían significar el retorno, de la mano de Lula, de la izquierda al gigante sudamericano, tras la destitución de Dilma Rousseff el 31 de agosto de 2016 por “maquillar las cuentas públicas”, y sellar la derrota de la extrema derecha nacionalista de Bolsonaro que asumió el poder el 1 de enero de 2019.  “Esta elección está aún más polarizada que la de 2018 y también es evidente que desde que Bolsonaro llegó a la Primera Magistratura ha tenido una gestión orientada a maximizar el conflicto ideológico, con lo cual esta situación ahora ha llegado al paroxismo”, dice.  

“Brasil está viviendo una fractura profunda que abarca a la sociedad en su conjunto, es decir, afecta a las familias, a los amigos, a los compañeros de trabajo, a todos. Esto es algo muy peligroso, muy explosivo. Estamos en un momento extremadamente crítico y no se puede prever  o que puede ocurrir el 2 de octubre”, añade Geraldo Monteiro, investigador del Centro Brasileño de Estudios y Pesquisa sobre la Democracia (Cebrad) en Río de Janeiro.  

Recientemente, un adepto de Bolsonaro asesinó a un seguidor de Lula da Silva en Mato Grosso.  

Programas de Gobierno

En cuanto a los programas de gobierno, la Coalición Brasil Esperanza, formada por nueve partidos y encabezada por Lula, comprende, en lo político, defender la democracia y reconstrucción del Estado y de la soberanía. En el ámbito económico, propone terminar con el techo del gasto público y una nueva reforma laboral. También se expresa en contra de las privatizaciones de las empresas estatales, como Petrobras, Eletrobras y de Correos, entre otras. Respecto a lo social, apunta a ampliar y reformar el programa “Bolsa Familia”, en ayuda de los más necesitados.  

Sobre el tema ambiental, la coalición de Lula apoya una reforma agraria y de lucha contra los delitos ecológicos. Finalmente, en política exterior apuesta por la integración regional.  

Mientras, el plan de la coalición Por el Bien de Brasil, de Bolsonaro, se enfoca en defender la gestión de gobierno del Mandatario, además de reforzar su línea política conservadora. Aboga por mantener la democracia, el derecho de expresar opiniones, la libertad económica, el derecho a la propiedad y el derecho a la vida del no nacido. Sobre las privatizaciones, insistirá en pasar al área privada a cuatro de las cinco empresas estatales del sector de comunicaciones y tecnología, y también Petrobras.  

Asimismo, pretende continuar con el programa de ayudas sociales llamado “Auxilio Brasil” que reemplazó a “Bolsa Familia” creado por Lula. En política exterior y, como consecuencia de la nueva situación internacional, Bolsonaro ratificará su línea actual, enfocada en la inserción de Brasil en los grandes bloques económicos, donde América Latina y el Mercosur no serán sus prioridades.  

Confuso panorama  

El escenario para Brasil en estas elecciones es bastante turbio, según expertos. Desde el año pasado, Bolsonaro ha estado criticando y desprestigiando el actual sistema de votos electrónico, implementado desde 1996 y que nunca tuvo fraudes comprobados.  Además, hasta ahora el líder de la ultraderecha se ha resistido a prometer que reconocerá el resultado electoral si pierde y solo ha afirmado sólo lo respetará si los comicios se realizan de “una forma limpia y transparente”.  

De hecho, los militares, de gran influencia durante el gobierno de Bolsonaro,  ya tienen la misión de custodiar e inspeccionar la seguridad de las urnas electrónicas, lo cual ha levantado suspicacias. Opositores temen que el ex capitán del Ejército no reconozca el resultado, movilice a sus seguidores y, en el peor de los escenarios, las elecciones acaben de manera violenta.  

La politóloga Talita Tanscheit , de la Universidad Católica de Río de Janeiro, advirtió a la prensa local que el Jefe de Estado ya “está saboteando ya el proceso electoral porque sabe que va a perder. Esta campaña está siendo volcada no en ensalzar su acción de gobierno, sino en desacreditar el resultado”. Según Datafolha, en una posible segunda vuelta, Lula sería electo con el 53% de los sufragios contra el 39% para el inquilino de Planalto.  

Sin embargo, pese a todo, el resultado electoral, según los expertos, está abierto y hay muchos factores que jugarán a favor o en contra de los candidatos.  

El punto más fuerte de la candidatura de Lula es, sin duda, es que su gobierno (2003-2010) está en la memoria de la población más desfavorecida. En ese período 30 millones de personas salieron de la pobreza gracias a las políticas sociales del líder del PT, y la fuerte influencia y penetración que tiene su figura en los estados más empobrecidos del norte y noreste de Brasil, y en el gigante estado de Sao Paulo pueden definir la elección.  

Para el cientista político de Río de Janeiro Ricardo Ismael de Carvalho, el “talón de Aquiles” de Lula es el caso de corrupción de Petrobras y el tráfico de influencias conocido como Lava Jato, que alcanzó niveles internacionales. Lula incluso estuvo recluido 19 meses en la cárcel de Curitiba tras ser encontrado, en julio de 2017, culpable de lavado de dinero y corrupción por el juez Sergio Moro, pena ratificada a 12 años de presidio en abril de 2018 por el Supremo Tribunal Federal. La sentencia fue anulada en 2021 por la justicia, al igual que otros cargos relacionados con Lava Jato.  

Bolsonaro también tiene sus cartas que jugar. La principal es la economía.  Brasil muestra signos de recuperación. El Banco Central informó que la actividad económica del país avanzó un 2,24% entre enero y junio de este año, comparado con el mismo periodo del año pasado, en el que el país seguía viviendo las consecuencias de la pandemia de Covid-19.  Asimismo, el Banco Central predijo que la inflación alcanzará el 6,5% este año. Mientras, el desempleó bajó a un 9,1% ante un 13,7% del año pasado. “Sin duda, la economía y el tema social tuvieron una leve mejoría en los últimos meses, debido al moderado crecimiento económico y la expansión de ‘Auxilio Brasil´, un programa de transferencia de ingresos que actualmente cubre a más de 20 millones de familias brasileñas”, recalca Ismael de Carvalho.  

Para el experto, el desempeño de Bolsonaro dependerá de su propia voluntad de moderar la retórica agresiva que se convirtió en su sello distintivo, ampliar su base electoral “dura”, que ncluye a gran parte de los evangélicos, y apuntar al voto de los brasileños moderados y del electorado femenino.   

El domingo 2 de octubre será, entonces, el día clave para saber si Brasil tiene un nuevo Presidente, cambia o mantiene su rumbo político o económico o, por el contrario, se prolonga la incertidumbre y la polarización hasta fines de mes.  

 

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