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¿Por qué importa el caso del subsecretario Eidelstein? Opinión

¿Por qué importa el caso del subsecretario Eidelstein?

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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No solo debemos tener cuidado con los usos que les damos a las Fuerzas Armadas, particularmente fuera de sus ámbitos tradicionales, sino más aun, debemos tener cuidado con dar facilidades para que se hagan de ellas para fines distintos a sus propósitos primarios o las busquen neutralizar por la vía de modificar sus programas de estudios, permitiendo ello el libre acceso al poder político de quienes no entienden la democracia en la misma forma que la gran mayoría de los chilenos, y que requieren del uso de la fuerza para sus fines o, bien, de su anulación para tener camino libre.


Recientemente hay muchos que han quedado preocupados por informaciones de que el señor Galo Eidelstein (PC), subsecretario para las Fuerzas Armadas, estaría buscando revisar los programas de estudio de las instituciones de la Defensa Nacional más allá de lo que se refiere a los temas específicos de género y de derechos humanos, los cuales están incorporados como algo mandatorio en varios de los programas del Gobierno del Presidente Boric.

Si lo anterior es así como se indica, quizás sea conveniente que los que tienen la responsabilidad de fiscalizar el trabajo del Ejecutivo y sus ministerios dependientes –el Congreso y la Contraloría General de la República– revisen que ello se ajuste a derecho y sea parte de las atribuciones del subsecretario Eidelstein.

Si el objetivo es solo informarse de lo que hacen, no veo cuál es el problema, pero si hay algo más detrás de esto, como muchos sospechan que lo puede haber, ya que está enviando observadores a algunos de los cursos que se realizan, entonces la alarma pública no es tan exagerada y están bien las reacciones que hemos visto en distintos medios de prensa, que incluyen la exigencia de anular lo solicitado a los institutos armados, incluyendo la asistencia de sus “Comisarios u Observadores Políticos”.

El problema es que el PC, partido al que pertenece el subsecretario en cuestión, tiene una larga historia en lo que se refiere a buscar anular o eliminar a las Fuerzas Armadas chilenas, ya que las ven como un elemento que les impide el libre acceso al poder político en la forma en que ellos lo entienden, y es por eso que, toda acción que se vea como destinada a ello, es rechazada por muchos compatriotas que no comulgan con las ideas del PC o de organizaciones con propuestas políticas similares.

Las Fuerzas Armadas tienen junto a las policías el monopolio del uso de la fuerza del Estado, y eso por ello que se debe tener especial cuidado de que no sean capturadas por partidos u organizaciones políticas que las quieran usar para sus propios fines. Para minimizar la probabilidad de que ello ocurra, es que es necesario que los aspectos fundamentales de las instituciones de la Defensa sean de rango constitucional, y que los detalles no vayan en leyes o decretos de categorías menores, o dentro de las facultades administrativas de un subsecretario. La correcta supervisión del Congreso y del organismo Contralor ayuda a que las cosas no se salgan de su correcto cauce.

Adicionalmente, no ayuda el que los últimos gobiernos, sean de diestra o siniestra, hayan utilizado a las Fuerzas Armadas tan intensivamente para claros propósitos políticos que no son los principales a los que se deben dedicar, al punto que se hace difícil ver que gobiernos como el de Boric se puedan sostener en el poder hasta completar su periodo constitucional de 4 años, sin los institutos armados realizando labores de seguridad interior en zonas que están bajo Estados de Excepción Constitucional que se dan por la acción de insurgentes y delincuentes que se aprovechan del desmadre o, bien, apoyando a las policías en el resguardo de nuestras fronteras que están bajo un alto grado de estrés.

En ese mismo sentido, tan necesarias les resultan a los políticos, que ahora insisten nuevamente en un proyecto de resguardo de infraestructura crítica, que obviamente sea realizado por militares, marinos y aviadores, el cual vuelve a alejar a las instituciones de sus roles primarios, pero con el agravante de que rebaja las exigencias de supervisión del Congreso al correcto uso que se les debe dar, más aún cuando es para fines de seguridad interior.

En conclusión, no solo debemos tener cuidado con los usos que les damos a las Fuerzas Armadas, particularmente fuera de sus ámbitos tradicionales, sino más aun, debemos tener cuidado con dar facilidades para que se hagan de ellas para fines distintos a sus propósitos primarios o las busquen neutralizar por la vía de modificar sus programas de estudios, permitiendo ello el libre acceso al poder político de quienes no entienden la democracia en la misma forma que la gran mayoría de los chilenos, y que requieren del uso de la fuerza para sus fines o, bien, de su anulación para tener camino libre.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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