Publicidad
Negociación ecosistémica: la urgencia de negociar en cuarta dimensión Opinión

Negociación ecosistémica: la urgencia de negociar en cuarta dimensión

Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
Ver Más

Las dinámicas del siglo XXI, con la crisis ecológica global como marco y tela de la obra a pintar, nos invita a negociar más allá de los estrechos límites de la animalidad humana que nos define. Los ecosistemas del planeta están tan interconectados como lo está la división administrativa inventada para las regiones del Biobío, de La Araucanía, de Los Lagos y de Los Ríos. En tal sentido, la negociación ecosistémica no se sitúa o “sienta” en la clásica geometría de la mesa de negociación (dimensión horizontal de cualquier proceso de negociación), sino que se plantea el desafío de invitar a construir las paces en los territorios.


Los procesos de negociación que se requiere desplegar en este siglo XXI son lo más parecido en alcance, secuencia e impacto a la realidad y dinámica que representa un ecosistema, entendido este como una red biológica interdependiente constituida por comunidades de organismos vivos y el medio físico donde se relacionan y comparten hábitat.

Si miramos la red biológica, histórica, cultural, económica, política y social, vinculada territorialmente a Eurasia, sus niveles de interdependencia, las formas de convivencia diferenciadas donde se relacionan y comparten y, sobre todo, si logramos visualizar cómo un megaevento compromete la existencia o supervivencia del ecosistema euroasiático, ya sea como ocurrió en el pasado con las dos guerras mundiales del siglo XX, Chernobyl o en el actual siglo, con la invasión de Rusia a Ucrania, entonces, abordar la complejidad en Eurasia requiere cambiar con urgencia los enfoques que prevalecen en la política doméstica e internacional.

En tal sentido, el problema de la invasión rusa y la evolución del conflicto armado entre dos países que han hecho de la guerra su forma de resolución del conflicto, compromete dramáticamente no solo el ecosistema del cual son parte estos dos Estados, sino el futuro de Europa y, a nivel de escalada nuclear del conflicto armado, a la humanidad en su conjunto y al ecosistema mayor que llamamos planeta Tierra.

También podemos instalar la mirada sobre la red biológica, histórica, cultural, económica, política y social emplazada en la Macrozona Sur de Chile y sus niveles de interdependencia, con cuatro regiones diversas en sus modos de convivencia y diversidad territorial compartida y si, a la vez, comprendemos la magnitud histórica y contemporánea del mal denominado “conflicto mapuche”, nos situamos nuevamente ante la complejidad e incertidumbre de una serie de conflictos y crisis entrelazadas que pueden ser captadas desde una visualidad panóptica, fija o microscópica.

Cualquiera sea el visor por donde instalamos la mirada: satelital, cámara reality, de vigilancia o desde el retrovisor de los vehículos decisionales que vuelven desde la Macrozona Sur hacia la capital del país, la explicación verbal del fenómeno captado va a devenir del foco atencional seleccionado por parte de quien convierte el objeto en la mira en palabras y el verbo en política pública o acción territorial. Convengamos entonces que tenemos un problema de enfoques de la mirada y de discursos para captar los ecosistemas que están en juego y sus ciclos vitales.

Una mirada ecosistémica puede aproximarnos a relacionar y dimensionar cómo la explotación de monocultivos, el robo de madera, la pobreza económica, la inseguridad ciudadana, la violencia armada de grupos identitarios, el asedio histórico por parte del Estado de Chile, la apropiación estatal y de privados de tierras que pertenecían a comunidades ancestrales, son parte de un gran ciclo de crisis y conflictos anidados que requieren ser abordados con urgencia de una manera muy distinta a la cual estamos acostumbrados desde la decisión administrativa del Gobierno de turno o las iniciativas de diálogo que no responden a la magnitud del desafío.

Las crisis y conflictos que se adscriben a ciclos de deterioro o de equilibrios precarios de cualquier ecosistema, sea Eurasia o la Macrozona Sur de Chile, son fenómenos vivos y dinámicos, como los microorganismos que se captan desde el lente de un microscopio o en los lentes de un observatorio astronómico explorando el espacio en la búsqueda de señales de vida extraterrestre.

Importa el objeto en la mira y el instrumental adecuado para explorar, descubrir y valorar las condiciones necesarias que generan vida en un ecosistema. La negociación es una tecnología social equipada de una diversidad de cajas de herramientas e instrumentales que permite entrar a la complejidad de los ecosistemas y gestionar la incertidumbre, produciendo acuerdos generativos en el amplio espectro de lo que significa navegar la diversidad y las divergencias.

Una negociación ecosistémica se configura como un proceso de generación de soluciones de diseño flexibles, sensibles y sostenibles que producen acuerdos con impacto transformador en diversas dimensiones espaciotemporales, para los signatarios, beneficiarios y herederos de esas negociaciones en una dinámica de equilibrios sostenibles y ejercicios de adaptabilidad, donde el hábitat, producto de la acción negociadora, se torna inteligente y generativo para los suscriptores, habitantes y visitantes de esas dimensiones espaciotemporales negociadas.

La negociación ecosistémica entreteje una malla flexible y resiliente (antisísmica, si se trata de un país de movimientos tectónicos como Chile) que se adapta a los procesos de actualización de los acuerdos en las dimensiones organizacionales, interinstitucionales, sistémicas y ecosistémicas (actorías directamente involucradas; sectores, industrias, comunidades; sociedad local, nacional, internacional y global entrelazadas).

Negociar en cuarta dimensión permite, por una parte, comprender la dinámica de buscar acuerdos espaciotemporales (en jerga clásica, un “nuevo contrato social expansivo”), donde el espíritu del acuerdo goza de la misma importancia que el texto contractual redactado y firmado por las partes y, a la vez, se trata de disponer de un campo energético configurado por las soluciones de diseño que ofrece la cuarta dimensión espaciotiempo, donde las partes activan sus objetivos, intereses y necesidades desde sus fortalezas (primera dimensión) y no desde el enfoque de problemas existentes, entendidos como déficits, carencias, reclamos o debilidades, para conectar con sus aspiraciones (segunda dimensión), favorecer las oportunidades que se abren (tercera dimensión) y producir resultados (cuarta dimensión) o acuerdos sostenibles.

En medio de los ciclos de crisis y conflictos del siglo XX, negociar la conformación de la Sociedad de las Naciones y luego de la ONU, para armonizar el sistema internacional ante el impacto de la preeminencia de las guerras como mecanismo de resolución de conflictos, significó organizar las relaciones internacionales de una forma tal que privilegiara estrategias pacíficas de abordaje de conflictos (negociación directa o mediada, arbitraje y otros medios de solución de controversias no adversariales o destructivos de las relaciones internacionales). Lo propio para nuevas y mejores versiones más incluyentes que Bretton Woods o las COPs.

Las dinámicas del siglo XXI, con la crisis ecológica global como marco y tela de la obra a pintar, nos invita a negociar más allá de los estrechos límites de la animalidad humana que nos define. Los ecosistemas del planeta están tan interconectados como lo está la división administrativa inventada para las regiones del Biobío, de La Araucanía, de Los Lagos y de Los Ríos. En tal sentido, la negociación ecosistémica no se sitúa o “sienta” en la clásica geometría de la mesa de negociación (dimensión horizontal de cualquier proceso de negociación), sino que se plantea el desafío de invitar a construir las paces en los territorios.

La geometría del reto orientado a construir conjuntamente las paces en los territorios adquiere la forma de plataformas o co-laboratorios con estaciones de trabajo equipadas de instrumentales y tecnologías 4D, porque ya se sabe de antemano que en la travesía nos vamos a encontrar con crisis, conflictos, diálogos y negociaciones diversas que nos van a acompañar en la misión-visión de la aventura.

Una mirada bien nutrida y entrenada sabrá distinguir entre un ciclo de crisis de un evento de crisis, así como las comunidades de aprendizaje que participen de negociaciones ecosistémicas sabrán reconocer la utilidad o alcance de diversos enfoques para el tratamiento de conflictos o las causas que los generan, o bien diferenciar debate de diálogo y diálogo de negociación.

La negociación ecosistémica es nave, proyecto y trayecto para emprender un viaje compartido que arranca desde las fortalezas de las actorías, pasando por sus aspiraciones y el codiseño de oportunidades, para arribar a resultados que aseguran la infraestructura y cultura habilitante para su implementación espaciotemporal, como ocurre en cualquier ecosistema que goza de equilibrio y vitalidad. Negociar es vida o acordar la vida que queremos vivir en el futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias