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La lección de Infantino Opinión

La lección de Infantino

Pablo Álvarez
Por : Pablo Álvarez Secretario de estudios de la escuela de Historia de la UDP
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Es verdad que Europa ha expoliado a las naciones del sur global, pero no es Infantino quien está llamado a hablar por nosotros. Las denuncias al colonialismo europeo han estado ahí desde siempre, pero los europeos no escuchan, no son capaces de hacerlo, como señalaba el gran intelectual palestino Edward Said. Infantino, como suizo millonario y presidente de ese organismo corrupto que es la FIFA, es solo parte de la hipocresía que dice denunciar. Si quiere ser menos hipócrita, que el Mundial del 2030 sea organizado en un país futbolizado del sur global. 


«Los europeos deberíamos pedir disculpas por los últimos tres mil años», «hoy me siento catarí, hoy me siento gay…», estas son algunas de las frases que soltó el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, a poco de comenzar el Mundial. El jefe máximo de la institución deportiva más millonaria del mundo se mostró indignado ante las críticas a un evento que no despierta mayor entusiasmo y dejó ver que ha habido hipocresía, más bien, mucha hipocresía occidental en los cuestionamientos. Vale la pena analizar las palabras de Infantino, porque nos pueden dar poderosas lecciones para quienes nos dedicamos a estudiar la historia del colonialismo.

Efectivamente ha habido hipocresía, pero Infantino y la FIFA participan de ella, es más, son arquitectos de gran parte de aquella hipocresía.

Veamos primero lo que sucedió con la designación de la sede. En 2010, se eligió Rusia para albergar el Mundial del 2018 y Qatar para el Mundial 2022. En ese momento, se señaló que se prefirió ese calendario de elección de sedes para evitar problemas posteriores, como, por ejemplo, la posibilidad de corrupción. Dado que EE.UU. era un candidato para organizar la Copa Mundial, la federación de dicho país comenzó una investigación y el FBI logró determinar que hubo corrupción en la designación. Ha habido procesados, entre ellos, el expresidente de la Federación de Fútbol de Chile, Sergio Jadue, quien ahora vive en Estados Unidos y es informante del caso ante las autoridades. La trama de corrupción es larga y abarca exjefes de Estado y federaciones de fútbol.

Infantino dice que este será el mejor Mundial de la historia. Claro, los millones de dólares cataríes lo valen y no imagino que un Mundial en un país del tercer mundo valga tanto para él como este, porque los recursos que mueven los cataríes son gigantescos. Cada vez más, la Copa Mundial de Fútbol es una fiesta plutocrática: solo pueden aspirar a ser sede países ricos. Si no eres un país rico, no esperes la defensa de Infantino.

Veamos a Qatar, un pequeño país, pero muy rico por sus recursos energéticos que, además, ha sabido invertir en diversas áreas, siendo una de ellas el turismo de alta gama y las finanzas. Su imagen es la de un país hipermoderno pero autoritario. Muchos deciden soslayar el autoritarismo ante la modernidad que exhibe el pequeño país. Esto pasa en muchos otros casos, así que la hipocresía no es solo respecto de Qatar. La monarquía conservadora catarí ha tenido la desfachatez de tener una política exterior autónoma de sus vecinos más proccidentales, esto significa que, si bien fue un aliado clave de Estados Unidos durante la invasión a Irak en 2003, también ha tenido buenas relaciones con muchos países hostiles al país norteamericano, la OTAN y los saudíes. Tal es el caso de Rusia, China e Irán. En Medio Oriente nadie es libre de pecados, son muchos los países violadores de derechos humanos, tanto aliados de EE.UU. y Europa (Israel, Arabia Saudí, Egipto) como refractarios (Irán y Siria). Una mirada mínimamente realista manda a despojarse de juicios de valor a priori sin considerar estas variables.

Qatar ha hecho uso intensivo y extensivo de tropos orientalistas para publicitar el mundial. Por ejemplo, la mascota La’eeb, que es un turbante blanco que en ocasiones sale representado con una lámpara y una taza de té, haciendo clara alusión a Aladino y la afición árabe al té. Estas representaciones esencialistas de lo árabe son esperables del discurso simplista de algunos comunicadores o políticos en Occidente, pero no contribuyen en nada a la convivencia democrática, a la pluralidad, ni al conocimiento de otras culturas. Es más decepcionante proviniendo de un país árabe, entonces. El afán de figuración internacional a toda costa vale más.

La FIFA es la empresa deportiva más grande del mundo, aunque jurídicamente no es una empresa, porque su fin no es el lucro, aun así, genera dividendos enormes a quienes hacen negocios con ella. El fútbol mueve muchísima plata, es un negocio más que lucrativo. Que la FIFA decidiera llevar el Mundial a un pequeño país sin tradición futbolera responde a la garantía de que sería bien organizado y que las ganancias serían cuantiosas, los hinchas son lo de menos, la historia futbolística de las naciones no es lo fundamental, la plata manda.

Es verdad que Europa ha expoliado a las naciones del sur global, pero no es Infantino quien está llamado a hablar por nosotros. Las denuncias al colonialismo europeo han estado ahí desde siempre, pero los europeos no escuchan, no son capaces de hacerlo, como señalaba el gran intelectual palestino Edward Said. Infantino, como suizo millonario y presidente de ese organismo corrupto que es la FIFA, es solo parte de la hipocresía que dice denunciar. Si quiere ser menos hipócrita, que el Mundial del 2030 sea organizado en un país futbolizado del sur global.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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