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[Opinión] ¿Por qué Luis Enrique insiste en relegar a Claudio Bravo a la suplencia?

[Opinión] ¿Por qué Luis Enrique insiste en relegar a Claudio Bravo a la suplencia?

La experiencia del meta chileno es, en sí, un elemento que le entrega ventajas sobre el alemán Marc ter Stegen. Sin embargo, el técnico del Barcelona muestra una tozudez digna de mejor causa: ha confiado en el germano en dos partidos definitorios, con resultados altamente cuestionables.


El tema no es nuevo y seguramente se mantendrá en el debate mientras haya estrategos como Luis Enrique. La famosa “rotación de arqueros” significa, en la práctica, que en un mundo tan competitivo como el fútbol de alto rendimiento, no siempre asume la titularidad quien demuestra mayor solidez y consistencia, sino que se introducen otras variables en las decisiones técnicas que determinan, por ejemplo, que en mejor equipo del planeta en la actualidad, como es el Barcelona, reine la incertidumbre sobre quién debe atajar.

Propongo ir de lo general a lo particular para desentrañar esta pregunta: ¿qué significa “rotar a los porteros”? Claramente, desde un punto de vista semántico, es la alternancia en la titularidad: hoy tú, mañana el otro y pasado el siguiente… Pero, futbolísticamente, ¿qué fundamentos hay tras la cuestionable decisión?

Primero que todo, pensemos que esta situación afecta a los porteros en el 99 por ciento de los casos; es decir, los entrenadores no tienen esa política en otros puestos o funciones. Por ejemplo, si un artillero se encuentra en “estado de gracia” (como una especie de Rey Midas: todo lo que toca lo convierte en gol), el respectivo DT jamás mostrará dudas respecto de su continuidad. Es más, el equipo se armará a partir de ese jugador. ¿Rotan a Gary Medel en la Selección? ¿A Alexis, en el Arsenal? ¿A Vidal, en el Bayern, pese a que se integró apenas hace un par de semanas? ¿A Messi, a Cristiano Ronaldo, al “Kun” Agüero”?

Pero sí lo hacen con Bravo y Ter Stegen, como hace muchos años un triste entrenador chileno, Pedro García, en Colo Colo, tomaba el mismo camino cuando se encontró en el plantel con Mario Osbén y Roberto Rojas. Y hasta hoy, José Luis Sierra le abre la puerta de la titularidad a Justo Villar en la Copa Chile, pese a que en el Apertura el titular es -equivocadamente, a mi juicio- Paulo Garcés. Así, también, actúa Mario Salas con Franco Costanzo y Cristopher Toselli en la Universidad Católica.

¿Por qué con los porteros y, la mayoría de las veces, no con el resto del equipo?

Volvamos con el Barza y Luis Enrique. Frente a la presencia de Bravo y de Ter Stegen, el estratego asturiano adoptó una posición errática: el chileno, titular en la Liga; el alemán, en la Champions. ¿La razón? Suponemos que vio en ambos fortalezas y debilidades similares. En rigor, los dos respondieron y fueron campeones en los citados contextos. Sin embargo, ¿es esto lo ideal para un arquero, un puesto que, incluso más que el resto de sus compañeros, requiere de mucha continuidad?

Si Bravo fue consistente en la Liga, ¿por qué no tuvo oportunidad en la Champions, lo mismo en el caso de Ter Stegen, quien debió preguntarse algo parecido?

La solidez del chileno está refrendada por el título y por una estadística brillante, similar a los números del germano en la Champions. ¿Cómo resolver, entonces, el dilema? Objetivando ciertos registros, independiente del estilo de cada uno (terreno donde entra a jugar la subjetividad). Y uno de aquellos parámetros es la experiencia. No es gratuito afirmar que un portero debe tener oficio, un número importante de partidos en el cuerpo y, sobre todo, haber demostrado jerarquía en instancias trascendentes.

Allí, Bravo saca una ventaja inconmensurable: dos mundiales, cuatro Copa América (siendo campeón y capitán en la última) y más de 100 partidos por la Roja, es decir, números que inclinan la balanza a su favor, de cara a un meta que, con sus 23 años, ni siquiera ha defendido a la selección adulta de su país.

¿Cualidades? Ambos son eficientes y sobrios bajo los tres palos, tienen un elogiable juego con pies (Bravo, un poco mejor), buen manejo aéreo (el chileno también saca algo de ventaja en este ítem) y trasuntan seguridad al resto del equipo.

¿Dónde está la diferencia? En la experiencia, en la memoria de cada uno y en el aprendizaje de errores pasados. Así, por ejemplo, analicemos el gol que recibió Ter Stegen en la goleada sufrida recién por el Barcelona ante el Athletic de Bilbao por la Súpercopa de España: rechazo fuera del área, de cabeza (recurso válido), pero… ¡hacia el medio de la cancha!

Bravo ya padeció esa jugada en el Mundial de Sudáfrica y nos costó el gol de David Villa en el duelo, precisamente, ante los hispanos. Y el capitán de la Roja aprendió.

Esos “detalles”, como la madurez emocional para tomar decisiones en escenarios difíciles o influir en el ordenamiento de su defensa, con voz potente y de mando, son asignaturas pasadas y aprobadas por el chileno. De allí que, en este momento, está en mejor pie para defender a un equipo que requiere de un arquero que esté a la altura de la calidad colectiva e individual del resto, partiendo por Messi, Suárez y Neymar…

Luis Enrique, sin embargo, sigue rotando y experimentado. Ter Stegen acaba de recibir ocho goles en dos duelos, ante el Sevilla y frente a los vascos (la mitad las conquistas que sufrió Bravo en toda la Liga pasada)… ¿Responsabilidad del alemán o tozudez del técnico, quien insiste con jugarse esa opción?

La motivaciones detrás de todo podrían encontrarse en coordenadas lejanas a razones futboleras químicamente puras: tal vez Luis Enrique debe darle minutos al alemán, producto de la inversión hecha por su pase; o porque lo está preparando para que se convierta, en el corto o en el mediano plazo, en “el” arquero indiscutido del equipo. O quizás le tiene más confianza a su capacidad que a la de Bravo. O le falta carácter para decidir.

No sé.

Lo concreto es que tras la debacle en Bilbao, el DT tiene que replantearse seriamente el tema. De lo contrario, a pesar de la capacidad ofensiva de los catalanes, se expondrá a cosechar una buena cantidad de goles en su portería, pese a que el “antídoto” lo tiene ahí, en las manos del oriundo de Viluco…

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