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Astengo apagó 55 velitas

Astengo apagó 55 velitas

El hoy ayudante técnico de Nelson Acosta en O´Higgins cumple años este 8 de enero. El León, como se le bautizó por su fuerza, su garra y su inmensa jerarquía futbolística, perdió tal vez los mejores cinco años de su carrera por haber retirado a la Selección Chilena del Maracaná la ominosa tarde que el “Cóndor” Rojas fingió haber sido herido por una bengala.


Parecía destinado a ser un defensa de nivel internacional de proyecciones insospechadas, pero frustró su ascendente carrera con el tristemente recordado Maracanazo, locura colectiva de un 3 de septiembre de 1989 que terminó con la carrera de varios. Fernando Astengo, quien precisamente este 8 de enero cumplió los 55 años, debió pagar con cinco años alejado del fútbol profesional su decisión de retirar al equipo luego del bengalazo que, en ese momento, se sospechó había herido gravemente a Roberto Condor Rojas.

Develada la verdad de lo que ha sido definido como el mayor escándalo en la historia del fútbol mundial (¡y vaya que los ha habido, y variados en su naturaleza!), Astengo fue sancionado duramente por la omnipotente FIFA, y aunque finalmente pudo retornar a la actividad, fichando por Unión Española y por Audax Italiano, nunca volvió a ser el mismo defensor que, en 1988, defendiendo la camiseta del Gremio brasileño, había sido elegido en el equipo ideal de América por el diario uruguayo El País. Un lustro es demasiado tiempo y él había dejado ir los mejores años de su brillante carrera deportiva.

Hoy, ayudante técnico de Nelson Acosta en Iquique, Fernando Astengo debe mirar con nostalgia ese pasado que lo tuvo en la elite futbolística mundial. Surgido de las series menores hispanas, el León, como fue apodado luego por su fútbol, su garra y su notable despliegue físico, quedó a fines de 1985 con el pase en su poder y no dudó en aceptar la oferta de Colo Colo, que con Arturo Salah en la banca pretendía conformar un equipo que dejara atrás un par de campeonatos para el olvido.

Lo suyo en el Cacique fue tan extraordinario que, con apenas una temporada, que dicho sea de paso culminó con el título de campeón tras una final infartante frente a Palestino, Astengo sacó patente de ídolo en el corazón del pueblo albo. El que luego partiera al cuadro de Porto Alegre no deterioró un ápice el cariño y la admiración del hincha, que a pesar de los años lo sigue considerando uno de los suyos, al punto que no fue un despropósito para nadie que, tras marcharse Claudio Borghi, el León fuera llamado a transformarse en el director técnico de Colo Colo cuando ya el torneo de Clausura de 2008 llevaba varias fechas disputadas.
Perdió en otra emotiva definición de dos partidos frente a Everton el título de ese torneo, lo que le impidió al club popular alcanzar el penta campeonato, y fue sorpresivamente cesado en la temporada siguiente, luego que dejara a Colo Colo como líder absoluto del torneo de Apertura de 2009. Una decisión increíble la de Blanco y Negro, por decir lo menos. Una estupidez, diría el menos diplomático.

A pesar de loa años transcurridos, el Maracanazo le sigue penando a Astengo. Como le sigue penando al actor principal, Roberto Rojas, y a todos aquellos que se vieron voluntaria o involuntariamente involucrados. De tanto en tanto, el tema reflota y el León tiene que volver a explicar que entre el Cóndor y él jamás hubo una actitud cómplice, y que si finalmente, como sub capitán de la Selección Chilena en esas clasificatorias para el Mundial de Italia, tomó la decisión de retirar el equipo, hecho considerado por la FIFA de la máxima gravedad, fue porque él también había creído de buena fe en que el meta nacional había sido de verdad herido por esa bengala surgida de las tribunas del Maracaná cuando Brasil se imponía por 1 a 0.
Hay quienes sostienen que todo lo que en esa negra jornada pasó ya se sabe. Que ya no hay dónde más escarbar e investigar. Otros, en cambio, siguen sosteniendo que la verdad completa nunca salió a la luz y que aún existen culpables que permanecen en las sombras.

El cómo pasó, en todo caso, en líneas gruesas está suficientemente claro. Viendo que la clasificación al Mundial de Italia se alejaba, Roberto Rojas puso en marcha su afiebrado plan, cortándose con ese bisturí que había escondido en su guante. El objetivo era claro: que el partido se suspendiera y que, frente a la evidente agresión, la FIFA ordenara jugar el partido en terreno neutral, como había dispuesto en relación a Chile, que debió enfrentar a Venezuela en Mendoza luego de que se castigara al fútbol chileno por el enrarecido clima que rodeó el partido frente a Brasil en el Estadio Nacional, y que culminó con un empate a uno.

El por qué pasó lo que pasó, en cambio, es tema para un análisis ya no futbolístico, sino más bien sociológico. ¿Qué hizo pensar a Rojas y sus cómplices que se podría engañar al mundo con esa farsa? El momento histórico que transitaba Chile no hace la tentativa tan descabellada. La dictadura, con su reguero de latrocinios, crímenes y espanto, vivía sus últimos estertores y todo su aparato represivo seguía gozando de la más absoluta impunidad. Los pocos agentes desertores siempre tuvieron un discurso uniforme: lo habían hecho por Chile. Y como un partido de fútbol suele confundirse con la patria, Rojas y sus eventuales cómplices creyeron que también iban a quedar en la impunidad. Ellos también lo hacían por Chile. Fueron un producto más de esa cultura aberrante.

Fue lo que meses más tarde diría el Cóndor Rojas para explicar su vesánico acto, cuando ya no pudo más con su conciencia y el peso de la culpa: lo había hecho por Chile. Traducción necesaria: por el fútbol chileno. Descubierto el fraude, Rojas debió pagar con su carrera y otros, como el dirigente Sergio Stoppel, el director técnico Orlando Aravena, el médico Daniel Rodríguez, el utilero Nelson Maldonado y Fernando Astengo, debieron purgar castigos de diverso grado, pero igualmente severos.

Astengo fue uno de los que en aquella jornada de triste recuerdo se equivocó. Este 8 de enero, que marca su aniversario número 55, el León tal vez recordó ese episodio que no sólo no alcanzó el objetivo buscado, sino que puso al fútbol chileno en el leprosario internacional hasta Estados Unidos 1994.

Rápido, fuerte en la marca y con un juego aéreo notable, Fernando Astengo encontró prematuro techo a una carrera que se avizoraba brillante. Tanto, que parecía destinado a ser para Gremio lo que en los años 70 Elías Figueroa había sido para Internacional, su clásico rival de Porto Alegre: un ídolo de dimensiones gigantescas.

Por lo que fue, salud León Astengo. Y feliz cumpleaños número 55…

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