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Contrabandistas de inmigrantes latinos usan bancos de Estados Unidos para su “negocio”

Contrabandistas de inmigrantes latinos usan bancos de Estados Unidos para su “negocio”

Es una historia que se repite una y otra vez con las oleadas de inmigrantes ilegales que llegan a los EE.UU. desde América Latina. Las bandas cosechan US$10.000 millones anuales gracias a unos 3 millones de cruces ilegales desde México. Grandes bancos, como Bank of America Corp., JPMorgan Chase Co. y Wells Fargo, han sido utilizados como canales financieros para la industria del contrabando.


Dionisio Díaz toma asiento en el interior de la Iglesia Evangélica de la Asamblea Cristiana en un parque de oficinas de Doraville, un suburbio de Atlanta. Acaba de terminar otra semana de seis días trabajando con un equipo de paisajismo, cortando el césped y podando arbustos. Sosteniendo con firmeza una Biblia, este inmigrante indocumentado de 37 años oriundo de Guatemala se une a docenas de feligreses para cantar a toda voz un himno en español.

Al término del servicio vespertino del sábado a fines de octubre, Díaz, vestido con traje negro, se levanta para saludar al pastor.

“Mi sueño es salir a difundir el Evangelio, como usted”, dice Díaz, con una sonrisa amplia en su rostro. “Es una bendición de Dios poder estar aquí”.

En su viaje a los Estados Unidos, Díaz también fue ayudado por poderes más terrenales: contrató a una banda de contrabandistas de humanos, o coyotes, que lo hicieron cruzar la frontera estadounidense hasta un depósito clandestino en Mesa, Arizona, y luego hasta Georgia, informará la revista Bloomberg Markets en su número de febrero. Díaz pagó una parte del viaje utilizando uno de los bancos más grandes de los Estados Unidos, Wells Fargo Co.

Es una historia que se repite una y otra vez con las oleadas de inmigrantes ilegales que llegan a los Estados Unidos desde América Latina. Las bandas cosechan US$10.000 millones anuales gracias a unos 3 millones de cruces ilegales de frontera desde México, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Grandes bancos, como Bank of America Corp., JPMorgan Chase Co. y Wells Fargo, han sido utilizados como canales financieros para la industria del contrabando, según las pruebas de una causa penal federal contra una banda de 15 contrabandistas de humanos y órdenes judiciales de fiscales de Arizona, Maryland y Texas.

‘Gran negocio’

“El contrabando de humanos es un gran negocio”, dice Stephen Adaway, jefe de la unidad de Investigaciones de Seguridad Interior estadounidense para el contrabando de humanos en Washington. “Y no podrían operar a semejante escala sin los bancos”.

Durante una cena con arroz y pescado en el restaurante Rincón Latino en Doraville, Dionisio Díaz describe hasta qué punto fueron cruciales los bancos para poder realizar el viaje de 4.100 millas (6,600 kilómetros) desde Sibinal, un pueblo en el oeste de Guatemala, hasta Georgia.

Díaz, un hombre enjuto, mantiene apretadas las manos mientras habla en tonos bajos, medidos. Justo antes del amanecer un día de diciembre de 2012, Dionisio y su sobrino, Danilo, de 22 años, cruzaron a pie la frontera de Guatemala con México y viajaron en autobús hasta la ciudad de Altar, en el norte de México. Allí, se reunieron con su coyote, Rafael, a las 2:00 horas de la mañana en la penumbrosa plaza central.

Desierto de Sonora

Por una tarifa de US$1.400, Rafael organizó que los guiaran en una caminata agotadora de tres días por el desierto de Sonora hasta Arizona. Los dos hombres estuvieron cautivos, dicen, en una casa de estuco de un piso protegida por un muro de 10 pies (3 metros) en Mesa, manejada por los contrabandistas.

Durmieron durante una semana sobre pisos pelados y sucios, apiñados con alrededor de 40 personas más en dos habitaciones –hasta que Federico, el hermano mayor de Dionisio, que ya vivía en Doraville, depositó US$5.200 en las cuentas de la banda en Wells Fargo. Luego, dos hombres subieron a Dionisio, Danilo y otros 11 inmigrantes indocumentados a una camioneta y los llevaron hasta Atlanta.

“No íbamos a ninguna parte hasta que apareció el dinero en el banco”, dice Dionisio.

No hay pruebas de que los bancos hayan trabajado a sabiendas en connivencia con los contrabandistas de humanos, pero las entidades no han cumplido con su responsabilidad de detectar y denunciar depósitos y retiros sospechosos de efectivo –incluido dinero que llega a través de sus cuentas a manos de bandas, dicen investigadores nacionales y responsables de cumplimiento normativo.

‘Sospecha razonable’

“Los reguladores y los banqueros no están controlando sus cuentas como corresponde”, dice el ex fiscal general de Arizona, Terry Goddard, que encabezó las investigaciones de contrabandistas de humanos durante su gestión desde 2003 hasta 2010. “Existe un nivel de sospecha razonable que los bancos y reguladores no están aplicando”.

La Ley sobre Secreto Bancario de 1970 y la Ley Patriota de 2001 exigen a los bancos monitorear las transacciones por actividades que puedan estar ligadas al lavado de dinero y otros delitos, incluido el contrabando de humanos. Los bancos deben designar a un responsable de cumplimiento normativo, identificar los delitos que sus clientes pueden llegar a cometer y desarrollar políticas para detectar y frenar dichas transacciones.

Los bancos deben denunciar cualquier actividad delictiva sospechosa a la Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN), un organismo del Departamento del Tesoro estadounidense. La FinCEN remite los informes sobre actividad sospechosa a la policía para su investigación.

Durante años, los contrabandistas han sido más ingeniosos que los bancos y los reguladores. En enero de 2006, los fiscales emitieron órdenes judiciales obligando a JPMorgan y Wells Fargo a buscar cuentas bajo sospecha de ser utilizadas por coyotes.

Cientos de cuentas señaladas

Las órdenes judiciales daban instrucciones a los investigadores de los propios bancos para que buscaran patrones comunes de los contrabandistas, como por ejemplo grandes depósitos de efectivo en un estado que son retirados en forma casi inmediata en el suroeste. Los bancos señalaron cientos de cuentas para que fueran investigadas por los fiscales, según una declaración jurada de un agente federal. No se acusó a los bancos de ninguna infracción.

La policía de Phoenix apuntó a los mismos patrones de transacciones e incautó cientos de cuentas en Bank of America, JPMorgan y Wells Fargo desde 2006 hasta 2008. Desde marzo de 2014, los fiscales de Arizona obtuvieron órdenes judiciales de incautación para cerrar otras 325 cuentas sospechosas de pertenecer a contrabandistas en Bank of America y Wells Fargo.

Y desde junio a septiembre de 2014 –en la Operación Coyote, conforme la llamaron los agentes- el Departamento de Seguridad Interior confiscó US$950.000 en 504 cuentas de bancos no revelados en Arizona, Maryland y Texas.

Hacer un depósito en efectivo en un banco no tiene nada de ilegal en sí mismo; es algo que se hace todo el tiempo. Pero al no impedir que los contrabandistas de humanos utilicen sus entidades, los bancos permiten que este comercio ilícito y a menudo violento continúe, dice Tom Welch, que dirige la unidad de crímenes financieros en la oficina de Seguridad Interior de Arizona.

‘Estamos perdiendo’

“Pasa demasiado dinero para nuestro gusto”, dice Welch. “Estamos perdiendo la batalla”.

Los fiscales y agentes federales comenzaron a presionar a los bancos para que tomaran medidas enérgicas contra los contrabandistas en 2013, con resultados ambivalentes, dice la portavoz del fiscal general de Arizona, Stephanie Grisham.

En 2014, Bank of America exigió a todos los depositantes de efectivo en los Estados Unidos que mostraran su identificación. JPMorgan comenzó a aceptar depósitos en efectivo en cuentas sólo de la persona nombrada en la cuenta y los co-firmantes oficiales. Wells Fargo no adoptó ninguna de estas medidas, según Grisham. “Wells Fargo no respondió”, dice.

Wells Fargo monitorea constantemente las cuentas y denuncia cualquier actividad sospechosa a las autoridades, dice la portavoz Richele Messick. El banco cumple con todas las leyes y normas, dice.

Orden de Obama

La inmigración es un tema político candente en los Estados Unidos, pero ni la Casa Blanca ni el Congreso han señalado el papel que desempeñan los bancos en el financiamiento del contrabando. El 20 de noviembre, el presidente Barack Obama emitió un decreto para proteger de la deportación a los inmigrantes indocumentados cuyos hijos son ciudadanos estadounidenses o que arribaron antes de 2010 siendo menores.

Los legisladores republicanos se opusieron, por considerar que el plan era como una amnistía y exigieron, en cambio, más deportaciones.

Los suburbios de Doraville y sus vecinos Chamblee y Norcross en Atlanta –que albergan a 5.000 guatemaltecos- permiten tener una idea de la conexión entre la inmigración, el contrabando de humanos y los bancos.

El hermano mayor de Dionisio, Federico, vive en Doraville desde hace 13 años. Cuando hizo el viaje desde Sibinal hasta los Estados Unidos, tuvo que llevar efectivo para pagar a los coyotes. Esto hacía que los inmigrantes fueran presa fácil de los ladrones –es una de las razones por las cuales los contrabandistas comenzaron a usar a los bancos.

‘Sin nada’

‘A muchos los dejaban sin nada en el desierto”, dice Federico.

Los contrabandistas comenzaron a utilizar más los bancos cuando el ex fiscal general de Arizona, Goddard, tomó medidas enérgicas contra Western Union Co., la firma de transferencia de dinero más grande del mundo. En 2010, la empresa con sede en Meridian, Colorado, aceptó pagar US$94 millones para llegar a un acuerdo por investigaciones civiles y penales de la oficina de Goddard.

Western Union negó su culpabilidad reconociendo, no obstante, que empleados suyos habían permitido que contrabandistas de humanos utilizaran sus servicios entre 2003 y 2007. Aceptó contratar más investigadores y comunicar a las autoridades todas las transferencias que superaran US$500 hacia y desde el sureste estadounidense.

“Desde entonces, hemos visto un vuelco significativo a los bancos”, dice la portavoz de la fiscalía general de Arizona, Grisham.

“Tenemos relaciones de cooperación con la policía”, dice el responsable de cumplimiento normativo de Western Union, Barry Koch. “Tenemos mecanismos muy sofisticados para detectar y prevenir y denunciar este tipo de actividad cuando la vemos”.

No es una prioridad

Hasta los propios investigadores del sector dicen que los bancos pueden y deberían esforzarse más por cerrar los canales monetarios de los contrabandistas. Los grandes bancos piden a sus investigadores que se concentren ante todo en frenar el financiamiento sospechoso de terroristas, la evasión fiscal y las transacciones por tráfico de drogas. Más abajo en la lista aparece detectar cuentas que financien el contrabando de humanos.

“No logré que el contrabando de humanos fuera una prioridad”, dice Holly Ray, que fue investigadora anti-lavado de dinero y responsable de supervisión normativa en JPMorgan en San Antonio, Texas, desde 2011 hasta agosto de 2014. Los contrabandistas prefieren Bank of America, JPMorgan y Wells Fargo porque para recibir los pagos necesitan bancos con sucursales en todo el país, dice Welch de Seguridad Interior.

Las bandas utilizan un plan simple llamado cuentas “embudo”. Los contrabandistas abren cuentas a su nombre o el de colegas de confianza y dan instrucciones en los Estados Unidos a amigos y familiares de las personas que quieren emigrar para que depositen los pagos.

Los contrabandistas retiran luego el dinero de sucursales de bancos, generalmente cerca de la frontera mexicana. La fiscalía general de Arizona dice que documentó US$360 millones de fondos utilizados para contrabando de humanos que se movieron a través de cuentas “embudo” de Arizona desde 2008 hasta 2013.

Ese canal bancario fue el que ayudó a Dionisio Díaz a salir de Sibinal, una ciudad de 20.000 habitantes 190 millas al sur de la ciudad de Guatemala. Generaciones de personas han abandonado Sibinal y todo Guatemala para escapar de la pobreza, la guerra civil, los huracanes y los terremotos.

Rumbo al Norte

En diciembre de 2012, Dionisio llamó a un hombre que conocía sólo como Rafael, un coyote que un familiar había utilizado años antes. El viaje a Georgia costaba US$3,800 por persona, le dijo el contrabandista a Dionisio. Tres personas –Federico, el cuñado de Dionisio y un amigo- aceptaron prestarle el dinero, sin interés. Dionisio les pagaría cuando comenzara a trabajar en Georgia.

El 12 de diciembre de 2012 Dionisio abrazó y besó a su familia una última vez.

A las 4:00 horas, Dionisio y Danilo, un hombre petiso y robusto con pelo negro enrulado, se dirigieron hasta un tramo de la frontera de 541 millas entre Guatemala y México, atravesando el terreno ondulado y selvático. Cruzaron a México sin incidentes.

Ambos se reunieron con su coyote Rafael en Altar, una localidad polvorienta con casas de adobe y caminos de tierra en el estado mexicano de Sonora. Éste los llevó a una pensión y les dio pantalones de camuflaje, capuchas, mochilas, calmantes y una botella de glucosa. También les dio dos botellones plásticos de cuatro litros de agua, pintados de negro para evitar que brillaran al sol y alertaran a los agentes de la patrulla fronteriza.

Rafael llamó a Federico Díaz y le dijo que girara US$1.400 de Doraville a Altar para que Dionisio y Danilo pudieran iniciar el viaje. Danilo es el hijo de Dionisio y la hermana de Federico, Norma, que vive en Guatemala.

Frontera cruzada

Cuando Rafael recibió el dinero en pesos mexicanos, un guía llamado Noé llevó a Dionisio, Danilo y otros seis hombres al Desierto de Sonora en camioneta hasta La Línea, como se conoce la frontera estadounidense. El grupo se unió allí a doce personas más.

Entraron a Arizona cerca de Sasabe y Nogales sin ser capturados. El Desierto de Sonora, que cubre 110.000 millas cuadradas (285.000 kilómetros cuadrados) en México y los Estados Unidos, es uno de los más calurosos de Norteamérica y está plagado de peligros. Dionisio se topó dos veces con serpientes cascabel, enrolladas y listas para atacar, y al tercer día, se quedó sin agua.

El guía se detuvo en una laguna fangosa usada por el ganado.

“Nos echamos boca abajo y bebimos”, dice Dionisio.

El cuarto día, atravesaron Arivaca hasta llegar a la casa en Mesa. Los contrabandistas dijeron que no liberarían a Dionisio y su sobrino hasta que alguien depositara US$5.200, la segunda cuota de la tarifa de contrabando, en cuentas de Wells Fargo.

Cuando la banda retiró el dinero, los hombres de Mesa amontonaron a Dionisio y Danilo y 11 más en una camioneta Dodge Caravan rumbo a Doraville.

El grupo que contrabandeó a Dionisio y Danilo era dirigido por Joel Mazariegos, trabajador indocumentado en una granja lechera en Fonda, Nueva York, según pruebas en causas penales federales contra integrantes de la banda.

Mazariegos utilizaba una cuenta de Bank of America para recoger las ganancias de la organización contrabandista, según una declaración jurada del agente de Investigaciones de Seguridad Interior George Long. Mazariegos se declaró culpable de los cargos de conspiración por contrabando de humanos y lavado de dinero y fue sentenciado a cinco años de prisión en marzo de 2014.

Carteles de la droga

Parte de las tarifas que cobran las bandas de contrabandistas van a carteles de drogas mexicanos, dice Matt Allen, que dirige la unidad de Investigaciones de Seguridad Interior en Arizona. Su oficina, parte de la rama de investigación del Departamento de Seguridad Interior, encabezó la investigación que capturó a la banda de Mazarielos.

Los coyotes utilizan las mismas rutas que usan los carteles para transportar drogas a los Estados Unidos, y tienen que pagar a los capos de la droga para pasar a salvo, dice Allen.

Dos de los bancos con sede en Estados Unidos elegidos por los contrabandistas de humanos tienen antecedentes de haber sido utilizados en chanchullos de los carteles de drogas. Wachovia Corp., que había sido comprado por Wells Fargo, admitió ante la justicia en 2010 no haber hecho lo suficiente por detectar dinero de tráfico de drogas entre los US$378.400 que entregó a casas de cambio mexicanas desde 2004 a 2007.

Los agentes federales también capturaron a individuos que trabajan para carteles mexicanos depositando efectivo en cuentas de Bank of America en Atlanta, Chicago y Brownsville, Texas, entre 2002 y 2009, según registros judiciales. Bank of America no fue acusado de ningún delito.

El 8 de enero de 2013, al amparo de la noche, la camioneta de los contrabandistas transportando a Dionisio y Danilo Díaz desde Mesa estacionó en Interstate 20 cerca de Six Flags Over Georgia, un parque de diversiones en Austell, en las afueras de Atlanta. Federico Díaz entregó al conductor US$1.000, el tercer y último pago por el contrabando.

Dionisio y Danilo se bajaron y lo abrazaron, aturdidos y aliviados. “Di gracias a Dios por estar allí, finalmente, después de lo que había sufrido”.

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